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Cuando una persona que padece anorexia nervosa se ve en el espejo, la imagen que ve reflejada es una que creó en su mente, es decir, una distorsión de la realidad, dado su desorden alimenticio.

La alteración de la percepción de la imagen corporal de los pacientes con anorexia nervosa se ha estudiado durante mucho tiempo, pero, en un estudio de la Universidad de Utrecht se observó que esa distorsión de la percepción conlleva que incluso se tenga –inconscientemente– el comportamiento de  una persona un poco más corpulenta.

María Alesandra Pámanes María Alesandra Pámanes Publicado el
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La distorsión de la percepción de la imagen corporal va más allá de solamente verse corpulento frente al espejo o sentirse con sobrepeso. Este problema psicológico trasciende a las acciones conscientes e inconscientes de una persona anoréxica
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Cuando una persona que padece anorexia nervosa se ve en el espejo, la imagen que ve reflejada es una que creó en su mente, es decir, una distorsión de la realidad, dado su desorden alimenticio.

La alteración de la percepción de la imagen corporal de los pacientes con anorexia nervosa se ha estudiado durante mucho tiempo, pero, en un estudio de la Universidad de Utrecht se observó que esa distorsión de la percepción conlleva que incluso se tenga –inconscientemente– el comportamiento de  una persona un poco más corpulenta.

La distorsión de la percepción del cuerpo es clave para diagnosticar y tratar psicológicamente a un paciente con anorexia.

Los investigadores señalaron que cuando una anoréxica quiere pasar por un espacio no tan amplio (pero tampoco demasiado estrecho), se voltea de lado, como cuando lo hace una persona que cree que no cabrá por el espacio.

En esta investigación participaron 39 personas, 19 de ellas con anorexia nervosa y 20 sanas.

Las personas del estudio que no tenían anorexia giraban cuando la puerta (o el espacio por el que pasaron) era 25 por ciento más ancho que sus hombros. Contrario a las anoréxicas, quienes volteaban su cuerpo de lado cuando el espacio era 40 por ciento más amplio.

Anouk Keizer, autora del estudio, dijo que “el hecho de sentirse gordos se fue más allá de solo pensarlo y percibirlo de esa manera, sino que se reflejaba en sus movimientos”.

“Es por eso que creemos que las intervenciones terapéuticas actuales no solo deben enfocarse en cómo ven su cuerpo los pacientes, sino también en las acciones de su cuerpo”, agregó.

Para los investigadores, la percepción alterada y distorsionada del cuerpo de la persona anoréxica es mucho más trascendental de lo que se pensaba, pues afecta sus acciones tanto conscientes, como inconscientes.

El estudio fue publicado en mayo de este año en la revista científica PLoS ONE. 

Drunkorexia y Pregorexia

Actualmente, algunos jóvenes no solo sufren de desórdenes alimenticios como anorexia nervosa o bulimia, y su distorsión de la percepción del cuerpo no es el único problema psicológico que empeora este problema alimenticio.

Sino que, de acuerdo al Instituto de Obesidad, en Madrid, hay un nuevo trastorno alimenticio que abunda: la drunkorexia.

La palabra drunk significa “borracho” en inglés y el sufijo “orexia” significa apetito.

Esta palabra compuesta se utiliza para definir a las personas que padecen de anorexia, pero que también son alcohólicas.

Los anoréxicos creen que en lugar de consumir las calorías de los alimentos, las pueden obtener de las bebidas alcohólicas.

Por primera vez, la psiquiatría acreditó a la adicción por comer como un problema mental, según la quinta edición del Manual de Diagnósticos y Estadísticas de Enfermedades Mentales que se publica este año. Esto debido al aumento de casos de drunkorexia y de personas –de todas las edades– con desórdenes alimenticios.

“Estas conductas son cada vez más frecuentes. Nuestro ritmo de vida actual, reñido con buenas pautas alimentarias, y los modelos estéticos, nos precipitan a una situación cada vez más grave y difícil”, dice Antonio Villarino Ruiz, catedrático de bioquímica de la Universidad Complutense de Madrid.

Y es que entre menos atención, tratamiento y recuperación tenga un paciente de trastornos alimenticios, más padecimientos y problemas pueden aparecer. Tales como la adicción a las anfetaminas, al alcohol (drunkorexia), entre otros.

Embarazada y sin comer

No solo las anoréxicas deterioran su cuerpo y su vida, sino que también pueden poner en riesgo a una vida nueva.

Se trata de la pregorexia (anorexia en el embarazo, en inglés), en la que las mujeres, para evitar aumentar de peso, prefieren no comer,  hacer ejercicio extenuante y darse atracones de comida para luego vomitarla o tomar un laxante.

Aunque no es un término clínico, cada vez hay más casos de mujeres con pregorexia. De hecho, el sitio SheKnows.com señala que un 20 por ciento de las mujeres embarazadas tiene desórdenes alimenticios.

En estos casos, la atención debe ser muy delicada, pues el desbalance de hormonas en el embarazo y el desorden alimenticio causan que sea aún más difícil que la persona quiera atenderse y recuperarse.

Eso sin contar el daño que se le hace al bebé, al no adquirir los nutrientes necesarios para su sano desarrollo. 

Estudios han demostrado que los bebés que nacen de mamás “pregoréxicas” (por lo general son mujeres jóvenes) pueden sufrir problemas cognitivos y de aprendizaje.

Además del riesgo –incluso mortal– que corre la mamá al perder toda su reserva de calorías, energía y nutrientes en el cuerpo. Aunado a los problemas emocionales y hormonales que se desencadenan al padecer pregorexia.

 

Para profundizar el estudio en PLoS ONE: bit.ly/anorexiaPlos
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