La mente maestra detrás del tema western que acompañó a Clint Eastwood en El bueno, el malo y el feo (1966), quien enmarcó las aventuras de Eliot Ness en Los intocables (1987) y que conmovió con la nostalgia y los recuerdos de Toto en Cinema Paradiso (1988), deja un legado imborrable en la hisoria del entretenimiento. Ennio Morricone, quien nació en Roma, Italia, el 10 de noviembre de 1928 y falleció ayer a los 91 años de edad, provenía de una cuna de músicos por parte de su padre, quien era un trompetista profesional, por lo que fue su primer maestro del mundo artístico; le enseñó a leer partituras y a tocar varios instrumentos desde niño.
Desde los 12 años, el pequeño Ennio Morricone ingresó formalmente al Conservatorio en un programa que duraba cuatro años, pero él lo completó en sólo seis meses. Desde ahí ya mostraba dotes de un genio en la composición, los cuales lo llevaron hasta Hollywood y el resto del mundo.
Aunque su carrera ha sido notable en la industria fílmica, sólo fue reconocido dos veces por la Academia con el premio Oscar: la primera con una estatuilla honoraria en 2007 y, posteriormente, en 2016 cuando ganó otra por Los ocho más odiados, dirigida por Quentin Tarantino. Sólo fue nominado en seis ocasiones. Sin embargo, su nombre aparece en más de 500 títulos de producciones internacionales.
En los Globos de Oro, organizados por la Asociación de la Prensa Extranjera de Hollywood, obtuvo nueve nominaciones, de las que ganó en tres ocasiones; mientras que en los Premios de Cine de la Academia Británica, mejor conocidos como BAFTA, triunfó en las seis nominaciones que alcanzó en su vida.
“Es una lamentable pérdida, hay que celebrar el vastísimo legado que nos deja. En lo personal, de mi humilde incursión en la música fílmica, pues desde luego que es una influencia, que probablemente es la más importante, es un compositor temático de grandes melodías inolvidables. Me da un poco de coraje que no haya sido reconocido por las agencias que otorgan los premios a nivel internacional, es curioso cómo un score como el de Cinema Paradiso no haya sido ni siquiera nominado”, recuerda Rosino Serrano, compositor mexicano de bandas sonoras, en entrevista para Reporte Índigo. Debido a su partida, el séptimo arte se encuentra de luto mundial.
Todavía este 2020, el maestro italiano se encontraba preparando la composición de otra película, El fantasma de Canterville, en una adaptación animada.
Ennio Morricone, Hombre de todos los géneros
Ennio Morricone comenzó profesionalmente en el mundo de la música a los 22 años, siendo arreglista. Seis años después empezó a tocar jazz y hacer arreglos para canciones pop del momento, esto bajo el sello de RCA Victor, a finales de los 50.
“Tuvo una formación académica fuerte, como trompetista y como compositor. Hay que señalar que se formó en un momento de las vanguardias europeas en el siglo XX, orientadas hacia otro tipo de lenguajes; creo que fue el primero, no creo que él haya acuñado el término, pero se lo escuché mencionar, que me impactó esta división entre la música aplicada y absoluta, él dedicó una vida a la música aplicada”, platica Serrano.
Más allá del cine, su acercamiento con otros artistas fue diverso, ya que compuso el tema “Ogni volta” junto a Roby Ferrante para el cantante Paul Anka, quien tuvo su debut en el Festival de San Remo, en 1964; además, fundó el estudio Forum Music Village, en el que artistas como Red Hot Chili Peppers, Morrisey y Plácido Domingo, entre otros, han grabado sus discos.
Cuando, en 1987, el dúo electrónico Pet Shop Boys sacó su segunda placa Actually, invitaron al italiano para componer “It couldn’t happen here”, lo mismo ocurrió con Andrea Bocelli, a quien le escribió varios temas y su primer colaboración comenzó en 1998 con “Come un fiume tu”.
En 2004, Morricone hizo arreglos a sus temas fílmicos y junto al chelista Yo-Yo Ma sacó un álbum de 19 tracks llamado Yo-Yo Ma plays Ennio Morricone; además, para celebrar los 20 años de carrera de Laura Pausini, la cantautora le pidió al maestro que le hiciera arreglos a la canción “La solitudine” en 2013.
