Envidiar al otro
Demeritar los logros de los demás nunca ha sido normal y aunque viene derivado de la mala crianza, el llamado ‘síndrome de Procusto’ define las formas en que se puede detectar a temprana edad
Azaneth CruzDerivado de la mitología griega, el síndrome de Procusto comienza a tener una línea más definida sobre las características detectables que lo conforman, además de estar asociado al narcisismo y el llamado “síndrome del cangrejo mexicano”.
Pisotear el éxito de los demás no es normal y mucho menos es considerado por los psicoanalistas como un hecho aislado, que se forme de manera individual.
Para la psicóloga psicoanalista Esther Chaim, incluso tiene que ver con la mala crianza porque en la infancia es cuando el niño comienza a definir la personalidad y adquiere diversos síndromes.
Para entender por qué el síndrome está ligado a Procusto, hay que comprender quién es este personaje de la mitología griega.
Figura de la antigua Grecia, las teorías apuntan a que Procusto era un hombre que habitaba en la colina de Ática, en la que recibía a los viajeros cansados, a quienes una vez dormidos en la cama que les ofrecía, los torturaba si no encajaban con el tamaño del lecho.
Intolerante, Procusto les cortaba las extremidades si sobrepasaban el tamaño exacto de la cama o les rompía los huesos para estirarlos.
Lo que nadie sabía es que el mismo Procusto no encajaba en el tamaño de su propio lecho, hasta que Teseo lo enfrentó con su misma trampa y lo torturó hasta que encajara.
Para la psicóloga, este síndrome ha definido la intolerancia a lo que es diferente, a lo largo de la historia.
“El síndrome de Procusto es la intolerancia al otro y se asemeja a la personalidad narcisista… Aunque la mayor parte de las veces se manifiesta hacia alguien que se supera o nos supera, también pasa en el sentido contrario, es decir, atacamos y no dejamos avanzar a quienes consideramos inferiores a nosotros o que no encajan con nuestro perfil”, explica Esther Chaim, miembro de la Sociedad Psicoanalítica de México (SPM).
El síndrome se detecta mejor en la etapa adulta, cuando ya está formada nuestra personalidad, debido a que cuando se es pequeño se le puede confundir con el “síndrome del niño emperador”.
“El síndrome de Procusto puede venir desarrollándose desde la infancia, ya que ésta es la etapa en la que se comienza a formar la personalidad. Una de las razones se deriva de que los padres siempre den la razón al niño y le hagan creer que él es mejor que sus amigos o sus hermanos, nada más porque sí. En un caso contrario, sucede ante la desatención de sus mayores, haciéndolo crearse un complejo de superioridad ante los demás para sentirse especial”, expone Chaim.
De acuerdo con la especialista, podemos detectar esto cuando las personas tienen poca tolerancia a la frustración, incluso cuando son poco tolerantes a la diferencia o la crítica de otros.
Aunque el síndrome refiere a las personas, es también un problema cultural que aqueja al mundo, ya que el fenómeno ocurre por las diferencias que hay entre un país y otro.