La basura espacial sigue creciendo y representa un grave riesgo para cualquier misión fuera del planeta, e incluso para los satélites que orbitan la Tierra. Algunos fragmentos son tan grandes como un autobús y otros tan minúsculos que es difícil predecir su tamaño y viajan a velocidades de 10 kilómetros por segundo.
El director del Real Instituto y Observatorio de la Armada (ROA), José Martín Dávila, explica para El País que “sólo un 7 por ciento de lo que nos rodea es útil”.
Esto indica que el resto son objetos abandonados a su suerte.
Se estima que de ellos unos 30 mil miden más de 10 centímetros, 700 mil entre uno y 10 centímetros y millones son menores que eso.
Se espera que el observatorio catalogue en un futuro próximo los menos voluminosos y defina sus órbitas para así evitar riesgos en las próximas misiones.
Proyectos en el aire
En diciembre del año pasado, ingenieros chinos propusieron un cohete que se “come” la chatarra espacial, una solución algo peligrosa: convertir los pedazos en plasma, un combustible de energía eléctrica que se usa en la exploración del espacio. Pero no se llevó a cabo.
Uno de los principales problemas para recoger estos restos surge de la autonomía de un posible camión de la basura espacial: la cantidad de combustible que lo mantenga limpiando la órbita es un gran problema y tampoco prosperó.
Muchos países se inclinan por una red que recoja los objetos Sin embargo, aún no se sabe nada al respecto.