Estas eran las prácticas de la sexualidad en la época prehispánica; el placer era un don divino

El antropólogo Enrique Vela comparte atisbos históricos sobre las prácticas sexuales que realizaban las culturas mesoamericanas y revela algunos de los mitos y relatos que, incluso, fueron censurados durante siglos
Karina Corona Karina Corona Publicado el
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En la época prehispánica, la sexualidad y el erotismo tenían un sentido cultural y una confluencia con la naturaleza. Cada cultura mesoamericana tenía su propia concepción sobre el tema: los huastecos y otomíes se decían creados por los dioses patronos lúbricos, mientras los nahuas veían al placer como un don divino.

Sin embargo, su estudio en México es prácticamente reciente, hacía el último cuarto del siglo XX comenzaron a desarrollarse investigaciones, pues hay muy pocos archivos oficiales que revelen las conductas sexuales de los antiguos pobladores de México; por ello, muchos investigadores y arqueólogos han tenido que leer entre líneas sobre estas prácticas para poder entenderlas.

Incluso, se trató de un tema censurado por los conquistadores, debido a que lo consideraban un acto pecaminoso, lo cual se revela en los escritos de los cronistas españoles que llegaron a América, así como en los textos del misionero franciscano Fray Bernardino de Sahagún.

“La sexualidad no sólo es el erotismo o la reproducción biológica, es un entramado de ideas sobre el mundo, el hombre lo clasifica para entenderlo y situarse en él, y un primer gran clasificador es el género, independientemente de los roles que se le asignen a cada uno. Son dos ejes que se complementan y hacen que la Tierra funcione: el calor era asociado al Sol, el fuego y lo masculino; y lo femenino se vinculaba al frío, lo obscuro y la Luna”, explica el arqueólogo Enrique Vela.

Así es cómo se construye la cosmovisión del mundo en las culturas precolombinas, una configuración en la que el hombre y la mujer, juntos, contribuyen al equilibrio del Cosmos.

En Tenochtitlán, el tlatoani Moctezuma era el gobernador y representante del Sol, mientras que su contraparte, Cihuacóatl (“Mujer Serpiente”), era madre de los hombres y representaba el lado femenino.

“Para que el mundo pudiera existir tenía que estar en movimiento y, precisamente, en los rompimientos del orden encontramos la sexualidad, pues la trasgresión, por antonomasia, es la sexualidad; en las sociedades mesoamericanas no hay noción del pecado, de hacer bien o mal, sino que transgrede el flujo de las cosas y que tiene que ver con lo sexual. No se dice explícitamente, pero el primer impulso es la creación del mundo, cuando el hombre se sale de lo establecido y el mundo empieza a andar”, relata Vela.

“Lo que debemos de ver de las sociedades antiguas es que, desde su propio erotismo, cortejo y sensualidad, como se lo indican sus circunstancias, es una manera en que el hombre busca liberarse. No se trata de tolerar ni juzgar, es parte de entender que todos estemos aquí”
Enrique VelaArqueólogo

Una actividad castigada de la sexualidad prehispánica

Los textos prehispánicos revelan que los pueblos prehispánicos de Mesoamérica permitían la sodomía y la poligamia, pero había muchas prohibiciones y castigos. El adulterio era condenado, incluso, con la muerte. Pero la sentencia era distinta, dependiendo del rango social, o si se era casado, casada, o no.

“Si eres infiel a tu pareja es porque buscas placer sexual. Había una libido que rebasaba las normas sociales, para regular los principios biológicos, como todas las sociedades. La mujer adulta era muerta a pedradas, además, el marido tenía derecho de arrancarle la nariz ‘al sancho’ con el que ella lo había engañado, que esos castigos fueran tan fuertes quiere decir que estaba pasando algo”, explica.

Como todas las sociedades, el incesto estaba prohibido, no obstante, las fuentes históricas permiten conocer el pasaje de la vida de uno de los reyes de Texcoco, quien castigó a una mujer anciana a quien le gustaba tener relaciones sexuales con hombres jóvenes. O el caso, documentado en las crónicas de Sahagún, del enamoramiento de una princesa tolteca del miembro viril de un vendedor de chiles de la Huasteca, quien en realidad era el dios Tezcatlipoca.

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Vela también recuerda otro pasaje, cuando Tezcatlipoca, el dios asociado a lo lúbrico y lo sexual, emborrachó a Quetzalcóatl al darle de beber “la quinta vasija”, esto referente al mito que dice que beber cinco vasijas de pulque es lo suficiente para emborracharse. Y así, bajo los efectos de la bebida del maguey, Quetzalcóatl se acostó con su hermana, fue tal su vergüenza y consciente de su falta, que abandonó Tula.

“Son atisbos de lo que se cuenta, mitos que hacen ver que la sociedad, en este caso la mexica o la nahua, tenían normas de comportamiento sexual, esa parte humana escapaba, habían pulsiones que hacían que rebasaran los límites”, detalla.

La homosexualidad y la prostitución

Enrique Vela declara que la prostitución estaba mal vista, pero no estaba prohibida, de hecho, a aquellos que iban a ser sacrificados se les permitía recurrir con quienes la ejercían. Su definición dice que se trataba de “una mujer alegre cuyo cuerpo olía bien”.

Por otro lado, en la cultura maya, los dioses viejos tenían consortes jóvenes, esto se puede ver plasmado en diferentes vasijas y representaciones artísticas donde los señores de la lluvia eran atendidos por doncellas. Hay pocas representaciones explicitas, pero entre ellas existe una figurilla donde hay un dios viejo junto a una joven.

“Los mayas tenían un rito de paso de la adolescencia a la adultez que implicaba el tocamiento homosexual con hombres mayores, está la representación en una cueva, en la cual hacen lo que llamamos los groseros ‘jugando a las espadas’. Hay referencias etnográficas que, a lo mejor, se trataba de un rito para hacerse hombres”, abunda.

Otra de las prácticas de los mayas era la masturbación ritual como una forma simbólica para fecundar la Tierra. Incluso, existen indicios de que tenían objetos sexuales de madera usados como consoladores y la representación de falos gigantes que, hasta la fecha, Vela asegura no saben qué rito representaba, pero son tantos, que pueden ser muestra de una actividad que hacían los mayas del 300 D.C, la cual consiste en cortarse el pene para que su sangre cayera en la tierra y se fertilizara.

Sin embargo, en otras culturas, como la nahua, hay registros de que la homosexualidad era castigada. El activo recibía una condena menor porque seguía haciendo su “función de hombre” y a los pasivos les sacaban las entrañas y les prendían fuego.

“La sexualidad es parte del milagro de la vida, con la que se puede tener descendencia y, además, es placentera. El hombre, al agregarle estos matices culturales, la puede evocar de distintas maneras a lo largo de la historia; ahorita es una concepción muy distinta, sin irme muy lejos, a la de hace 30 años. Ha sido nuestra manera de ver y entender el mundo, con todas y sus diferencias y diversidades”, enuncia Enrique Vela.

Descubrimientos

En varios sitios de la península de Yucatán, como Loltún, se han encontrado figuras de falos erectos. La mayoría de éstos no se encuentran en su lugar original, por lo cual resulta difícil determinar su función

Las prostitutas en la época prehispánica

Se decía que eran vanidosas y que se ataviaban y adornaban excesivamente. También se menciona que preferían llevar el cabello suelto; además solían sahumarse con hierbas olorosas para que su cuerpo emanara una fragancia deliciosa

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