Para poder revelar los secretos subterráneos de la Luna, la Agencia Espacial Europea (ESA, por sus siglas en inglés) lanzó una petición para recabar ideas para detectar, cartografiar y explorar el único satélite natural de la Tierra.
De todas ellas, seleccionaron cinco para estudiarlas con más detalle, cada una enfocada en fases distintas de una posible misión.
A partir de dicha selección, la ESA desarrolló tres escenarios de misión: uno para realizar una exploración preliminar de los pozos de entrada y las cuevas subterráneas desde la superficie lunar, otro para hacer descender una sonda a un pozo y acceder a la primera parte de una cueva y otro más para explorar un tubo de lava subterráneo usando rovers autónomos.
“Aunque los estudios eran muy distintos, tanto de temática como metodológicamente, ofrecen una visión excelente de las posibles tecnologías para explorar e investigar la geología bajo la superficie de la Luna”, señaló Loredana Bessone, responsable técnica de los estudios.
Unidos son más fuertes
Para enfocarse en el segundo escenario de la misión, la ESA tomó la decisión de unir a dos de los estudios seleccionados, el de la Universidad de Würzburg y otro de la Universidad de Oviedo.
Dicha decisión se tomó, ya que las tecnologías que los equipos han desarrollado permitirían explorar y documentar de forma segura un pozo lunar y echar un primer vistazo a los túneles a los que podría dar paso.
La Universidad de Würzburg ha estado investigando la posibilidad de bajar una sonda con un cable para explorar y caracterizar la entrada, las paredes y el tramo inicial de los tubos de lava lunares, porque se cree que estas enormes cavernas subterráneas se formaron hace miles de millones de años por acción de la lava líquida.
Mientras que la Universidad de Oviedo ha estado estudiando cómo desplegar una flotilla de pequeños robots dentro de una cueva. En colaboración con la Universidad de Vigo y Alén Space, su investigación se centra en solventar el problema de la ausencia de luz solar, además de cómo transmitir datos.
La solución del equipo es usar una grúa para bajar los robots al tubo de lava. El rover de superficie, equipado con un panel solar, les suministraría energía por medio de la grúa empleando un “cabezal de carga” fijado a la base de la grúa. Al estar a la vista de los robots, este los alimentaría, además de recibir y transmitir datos de forma inalámbrica.
“En general, estos estudios ayudan para que la ESA identifique tecnologías de interés y a desarrollar hojas de ruta para el futuro. Gracias a ellos, la agencia podrá evaluar la viabilidad de conceptos novedosos para misiones futuras”, aseguró.