En el invierno, o desde los frentes fríos que llegan en el otoño, las personas aseguran que comen más que en el verano. Se dice que utilizar suéteres y abrigos esconden los kilos adicionales y que, por tradición, en esas dos temporadas abundan los platillos preparados con alimentos con alto contenido calórico.
Sin embargo, una investigación a cargo de la Escuela de Medicina de Harvard indica que el frío ayuda a que se quemen calorías, en un proceso denominado “termogénesis”.
Cuando la temperatura comienza a descender, el cerebro envía una señal para que las células que almacenan y queman la grasa liberen cantidades pequeñas de energía para calentar al cuerpo, provocando que se libere norepinefrina (una catecolamina que actúa como neurotransmisor o como hormona).
Gracias a la termogénesis los adipocitos (grasas) elaboran un mecanismo que quema calorías cuando se enfría el ambiente.
Lo expertos de la Escuela de Medicina de Harvard comprobaron que la proteína llamada “UCP1”, que se encarga de empujar las células grasas para que se lleve a cabo la termogénesis, y se quemen las reservas de grasa en las células que tiene el cuerpo.
Pero no solamente el frío es el aliado perfecto para que el cuerpo se libere del exceso de grasa, comer chile también puede ayudar. Según Takeshi Yoneshiro, investigador de la Hokkaido University Graduate School of Medicine de Japón, el chile contiene sustancias químicas que aumentan el número y la actividad de las células grasas marrón que, a diferencia de las células grasas blancas, se encargan de quemar energía, mientras que las blancas la almacenan.
