Corría el 8 de noviembre de 1976, tres días después del asesinato de Napoleón Glockner Carreto, y su hijo, Fritz Glockner, estaba afligido en el funeral, recibiendo el pésame de Ernesto Manz, quien le dijo que no odiara a los perpetradores del crimen contra su padre.
Antes de su muerte, Napoleón Glockner Carreto había abandonado una vida acomodada al lado de su familia, en Puebla, para tomar las armas y unirse a las Fuerzas de Liberación Nacional; un lustro antes, este suceso marcó por completo a Fritz, quien era un niño de nueve años.
Fritz pasó de ser actor, ingeniero forestal y controlador aéreo, para darle un rumbo definitivo a su vida al estudiar Historia en la Universidad Autónoma de Puebla, donde decidió contar lo que le ocurría a un país convulso con su presente.
“Los primeros trabajos escolares tienen que ver con la guerrilla, porque yo quería explicarme, no el abandono de mi papá, no la tragedia de haber conocido el infierno de Lecumberri a los 13 años, ni el cementerio de cuando lo enterramos, quería explicarme los miles, cientos de cabrones que, aparte de mi padre, vi ahí (en la cárcel)”, describe Fritz, en entrevista con Reporte Índigo.
El historiador ha escrito varios libros a manera de ficción en torno a lo que ha vivido a causa de la guerrilla, pero por primera vez publica un escrito que se vuelve una estampa de los movimientos sociales, un ensayo, pero de manera desenfadada.
“Evidentemente Los años heridos pretende ser la reconciliación de un diálogo entre el pasado y el presente, tomando en cuenta que son momentos diferentes (…) Estoy apostando y deseando que más de un joven entienda que los chavos de los 70 eran cabrones con tantas ilusiones y utopías como las que tienen los de hoy”, dice el investigador.
Saliendo de las fórmulas de la academia o el formalismo, Fritz Glockner escribió este libro desde un punto narrativo, desenfadado y que resulta tan desconocido y en opacidad para la mayoría de los mexicanos.
“La historia nunca va a tener caducidad, esta historia que se ha contado muy poco o mal, o no se ha contado, había que narrarla, pero justo eso ¡narrarla! Me niego rotundamente a enumerar datos, exponer información, si te das cuenta, es un libro de historia poco tradicional, no hay citas, están incorporadas en el texto narrativo”, platica el historiador.
Glockner es puntual, una enciclopedia andante de las inconformidades sociales en México, recita de memoria fechas, momentos históricos y los describe a detalle como si estuviese viviendo el instante del pasado, es por eso que con Los años heridos pretende recobrar lo que el Estado deja en el olvido.
La izquierda que nos tocó según Fritz Glockner
México quedó trastocado desde la elección presidencial de 1988 y la famosa “caída del sistema”, ya que el país estuvo a punto de tener por primera vez en la historia a un presidente de izquierda, pero el cambio se quedó en sueño e impunidad.
Tuvieron que pasar 30 años para que esta transformación de poderes se diera en la nación, y una vez llegado un ejecutivo en contra del neoliberalismo, es la izquierda que nos tocó vivir, dice Glockner.
“Es la izquierda que tenemos. No puedes jugar con ‘es la izquierda que deseábamos, la que necesitábamos’, esta es la que nos tocó. Jugar al hubiera con el 88 es una hipótesis hermosa para la literatura, no para la historia, plantear que ‘es la izquierda que nos merecemos’ sería una jalada”, argumenta el literato
Perdida la elección por fraude en el 88, Cuauhtémoc Cárdenas volvió a las urnas en 1994, cuando Glockner fungió como asesor y uno de los encargados de prensa de la campaña presidencial del ingeniero que contendía por el PRD.
“En el 88, por más que salimos a las calles, los ojos del mundo se hacían pendejos sobre lo que estaba pasando en México, y recordemos que Fidel Castro fue de los primeros mandatarios extranjeros que reconoce la legalidad, no obtenida, de Carlos Salinas de Gortari”, recuerda.
Pintas al Ángel: ni a favor, ni en contra
La insurgencia está de moda, o al menos para el historiador así ha sido desde 1994, con el alzamiento del Ejercito Zapatista de Liberación Nacional; y con lo recién ocurrido en el Ángel de la Independencia, Fritz Glockner se mantiene en una postura neutra al respecto.
“Creo que las expresiones de la realidad son reflejo de un gran hartazgo, y no puedes ni criticarlas a la ligera, ni banalizarlas, mucho menos juzgarlas (…) No estoy hablando ni a favor ni en contra, porque es un debate un poquito políticamente correcto e incorrecto. Sea monumento nacional o no, ya es otra historia”.