“Game of Thrones” (GOT) es un éxito rotundo por múltiples razones y pareciera que su fórmula fue forjada en hierro, ya que es firme e inigualable.
No es meramente medieval, tampoco es exclusivamente fantástica y no se reduce al suspenso el drama y la comedia.
Es la serie más vista y pirateada del mundo, pero no deja de batir récords y de asombrar a su público e incluso a los que están “hartos” o que aún no la han visto.
Este domingo llegó a su fin la séptima y penúltima temporada de esta serie original de HBO y, de acuerdo a The Hollywood Reporter, batió el récord de audiencia al lograr 16.5 millones de espectadores en total en Estados Unidos (la cifra corresponde al público que vio el estreno, a las repeticiones durante la madrugada y a las reproducciones en streaming por HBO Go).
Y es que esta temporada no tuvo que contar con 10 episodios (como las seis anteriores) para lograr que los fanáticos vivieran momentos cardiacos. El final de esta temporada resultó ser completamente lo que el público esperaba.
Aunque GOT suele dar giros inesperados –muertes que dejan boquiabiertos, por ejemplo–, este último episodio cumplió con las expectativas “al pie de la letra”.
Durante el último episodio de la séptima temporada, cuyo título es “The Dragon and the Wolf”, el público no fue sorprendido, pero sí asombrado, razón por la que la curiosidad por conocer el desenlace está a la orden del día.
Parte de ese asombro llegó con un hecho que varios habían esperado desde las primeras temporadas: unir la Gran Guerra con el Ejército de la Noche. Aunado a la confrontación que los personajes han tenido entre tener el poder o representar al poder de un colectivo.
Además, ver que Littlefinger (Aidan Gillen) se ahogó con la “propia soga” que creó durante siete temporadas –de manos de Arya Stark (Maisie Williams)– hizo que todo Stark que lleva dentro del público se sintiera vengado, satisfecho y realizado.
Otro factor que mantuvo la trama en esta séptima temporada es el hecho de ver reflejada la madurez de cada personaje. Sobre todo si se habla de Jon Snow (Kit Harington) y de las hermanas Stark. Sansa (Sophie Turner) es de los personajes que más han madurado, a su paso, pero lo ha hecho.
Snow puede ser visto como la “Cenicienta” o como el Mesías que todo espectador ha estado esperando. Ya no es el bastardo del bondadoso pero ingenuo Ned Stark.
Alcanzada la madurez visible de los protagonistas que comenzó por la temporada cuatro, la octava se avecina lento pero seguro. Es muy probable que llegue a finales de 2018 o principios de 2019. Hasta entonces, el fanático de GOT tendrá que pasar frío en el invierno que ya está aquí y el que jamás la ha visto, comenzará con el fuego que toda persona siente desde que ve a la Madre de los Dragones en llamas.