“Sus ojos parecían perdidos del enojo que lo imperaba, era cuando salían las groserías, los gritos y hasta amenazas. Días después, cuando lo hablábamos, le recordaba con rencor lo que había hecho, pero él decía ‘no, estás loca, yo nunca hice eso’ y lo cambiaba todo, al punto que era yo quien se tenía que disculpar por disque altanera y grosera. Así por un año”, confiesa Regina sobre su relación en la que reconoce, hubo más grados de violencia conforme pasó el tiempo.
Esta práctica se trata de un tipo de violencia emocional llamado Gaslighting. Consiste en darle información falsa a una persona para que esta dude de sí misma, de su memoria, percepción y cordura, llevándola a padecer fuertes estados de confusión y angustia. Es muy común en relaciones de pareja donde existe violencia psicológica, emocional o física y busca negar las experiencias o emociones de la otra persona.
Un ejemplo común, es la parte en la película de “Amélie” en la que ella, como un gesto de revancha contra el señor que maltrata a su trabajador en la tienda de verduras y a su propio padre, mueve los objetos de un lugar para confundirlos.
El término viene de una obra de teatro llamada “Gaslight” (que después fue adaptada al cine) y en donde un hombre cambiaba de lugar varios objetos de su casa por las noches, para confundir y llevar a la locura a su esposa.
Esta forma de violencia se relaciona comúnmente con prácticas que utilizan abusadores, dictadores, narcicistas e inluso líderes religiosos y es que, aunque normalmente forma parte de la violencia entre pareja, también puede ejercerse en otro tipo de relaciones como las laborales.
“El gaslighting suele ser muy sutil. Por ejemplo: decirle a alguien ‘recuerdas cuando pasó esto’ y que la otra persona responda ‘no’ de forma insistente, hasta que dudes de si en verdad ocurrió o no el evento mencionado”, comentó César Galicia en entrevista, psicólogo y sexólogo.
O cuando sientes algo, lo expresas y otra persona responde “no deberías sentirte para así, no es para tanto” y genera la sensación de caer en exageraciones, aunque no sea así.
“El Efecto Gaslight sucede cuando te encuentras adivinando tu propia realidad, confundida e incierta de lo que piensas, porque has permitido que otro defina la realidad y te diga lo que piensas – y quién eres”, define la Doctora Robin Stern, autora de “El Efecto Gaslight”.
¿Por qué lo hacen?
“Después de las peleas constantes en las que él hablaba por mí en la relación y por ende decidía por mí o cuando me decía que iba a empezar de dramática y cada cosa que yo decía, era como si lo agrediera personalmente porque todo lo malinterpretaba; yo le intentaba explicar, pero él llegaba a decir que no recordaba nada. Y yo lo dejaba pasar, porque si él no se acordaba, para mí significaba que quizá le di mucha importancia a algo que no debía tenerlo”, continúa Regina de 29 años, comunicóloga.
Quienes ejercen gaslighting suelen ser concientes de que están brindando información falsa o que buscan producir confusión, pero no suelen reconocerlo como violencia.
“Aunque hay veces en que el gaslighting es de forma completamente maliciosa e intencional, en algunas ocasiones puede no ser así: el gaslight también ocurre porque es una forma de violencia muy normalizada”, comentó Galicia.
Un ejemplo que pone es que se nos ha socializado para creer que las mujeres son muy dramáticas, entonces, es muy común que cuando en una pareja heterosexual una mujer se queja, el hombre la considera exagerada y niega su emoción.
“Tuve que empezar a guardar las conversaciones para que yo me recordara constantemente que me llamó ‘huevona’, ‘loca’, que me acosaba, que me reclamaba por celos con historias que él inventaba. Porque al menos yo así tendría evidencia de algo que él después no recordaría. Solo quisiera haber sabido antes del gaslighting para darme cuenta”, lamenta Regina, quien admite, todavía le cuesta hablar de ello.
De acuerdo con el psicólogo y sexólogo, el gaslight puede presentarse en cualquier relación, pero, sobre todo las mujeres en relaciones heterosexuales tienden a sufrirla más; esto no significa que, aunque los hombres suelen ejercerla más, sea una violencia exclusiva de un género, como los demás tipos.
“Muchas personas lo aprenden de sus padres. Parejas divorciadas pueden dar información falsa a sus hijos para que tengan preferencia por alguno de los padres. O se pueden negar las emociones de los niños porque se consideran infantiles. Algunas personas lo hacen de forma inconsciente porque no fueron educadas para reconocer las emociones de las otras personas”, considera Galicia.
Otras, analiza, pueden hacerlo de forma consciente tras aprender que es una forma de manipular a otros y que es efectiva.
La víctima
Dos factores que puede predisponer a que una persona sea víctima de gaslighting son la baja autoestima y la dependencia. El primero, porque fácilmente dudará de sus propias opiniones, emociones y experiencias, el segundo, porque deposita demasiada confianza en la otra persona, aunque eso signifique pasar por encima de su propia experiencia.
Los efectos del gaslighting pueden ser variados: desde una momentánea confusión hasta episodios fuertes de angustia, baja autoestima y paranoia.
¿Qué hacer?
Es importante que las personas que descubran que están siendo víctimas de gaslighting se lo hagan notar a quienes la están ejerciendo, sugiere César Galicia.
Poner límites, señalar cuando ocurra, confiar en la propia experiencia.
“Si la violencia no se puede solucionar dialogando, es decir, si quien ejerce gaslighting no cambia o trabaja en su comportamiento, entonces, es completamente válido que la víctima se aleje de la relación violenta, para protegerse a sí misma”, culmina.