Giger: el padre de todas las pesadillas
"¿Dónde acaba la biología y empieza la tecnología?" pregunta el director Ridley Scott, tratando de definir la obra del artista suizo H. R. Giger, creador de uno de los monstruos del cine más icónicos de todos los tiempos: el extraterrestre de la película "Alien" (1979).
Isabel Villarreal“¿Dónde acaba la biología y empieza la tecnología?” pregunta el director Ridley Scott, tratando de definir la obra del artista suizo H. R. Giger, creador de uno de los monstruos del cine más icónicos de todos los tiempos: el extraterrestre de la película “Alien” (1979).
Giger, quien falleció esta semana a los 74 años, logró reunir al terror y la ciencia ficción en un solo personaje y llevarlo al éxito comercial en la pantalla grande. En “Alien”, diseñó la letal criatura (llamada “xenomorfo”) así como sus múltiples estados de desarrollo (los huevos de los que surge, el “chestbuster” y el “facehugger”). Sus diseños lo llevaron a ganar un Oscar a Mejores Efectos Especiales, y le valieron diversas nominaciones y premios en otros circuitos.
Es por esta estética tan perturbadora por la que es recordado. Su obra conjuga tres ideas principales: lo orgánico, lo mecánico y lo sexual. Tomaba la idea del “cyborg” y lo llevaba más allá del individuo, creando ambientes completos, detallados e hipnotizantes como nidos de insectos. Sus mundos están sostenidos en grandes estructuras complejas, como máquinas, hechas de esqueletos y espinas dorsales. Lo reflejaba tanto en pintura como en escultura, siempre manteniendo una fuerte carga de lo macabro y lo erótico. Estas obsesiones que llegaron a extrapolarse en detalles y subtextos en la película de Ridley Scott.
Su visión era tan distinguible que fue invitado a colaborar en muchos proyectos como consultor y artista conceptual, aunque en varias ocasiones sus diseños no fueron usados. Giger participó en la adaptación “Dune” (1973) de Jodorowsky, antes de que la tomara David Lynch, y para “Batman forever” (1994) de Tim Burton diseñó un batimóvil que no vio la luz.
Algunas de sus ideas se quedaron en el camino, también ha habido reconsideraciones. Con la llegada de la precuela de “Alien”, “Prometheus” (2012), se retomaron diseños concebidos por Giger para la primera película: el diseño del “Space jockey” y su silla de control, una de las imágenes más impactantes del filme; la nave principal y la gran pirámide.
Entre este diálogo de reconocimiento y rechazo de su obra, Giger encontró otros nichos donde crecer. Diseñó portadas y arte de discos para Debbie Harry, Dead Kennedys, Emerson, Lake & Palmer, entre otros artistas.
Y también está el “Museo H. R. Giger”, que se construyó en la ciudad de Gruyères, Suiza, donde sus “aliens”, sus máquinas y sus obsesiones viven en un viejo castillo, abiertos a recibir nuevas víctimas.
El visionario ya no está en este mundo, pero su precisión para perturbar y apuntalar los miedos más humanos les dejó un hogar permanente entre nosotros.