De naturaleza salvaje
Al ritmo de los riffs de Jimi Hendrix –ese guitarrista negro zurdo que tenía que lidiar con un mundo de diestros y ser salvaje por naturaleza– Guillermo Arriaga tundió teclas durante un lustro sin saber a dónde le conducía el vaivén de su escritura.
Hidalgo Neira
Al ritmo de los riffs de Jimi Hendrix –ese guitarrista negro zurdo que tenía que lidiar con un mundo de diestros y ser salvaje por naturaleza– Guillermo Arriaga tundió teclas durante un lustro sin saber a dónde le conducía el vaivén de su escritura.
Las tardes de lluvia se volvieron sus compañeras y aliadas para revivir memorias del Retorno 201, esa calle de la Unidad Modelo en la delegación Iztapalapa en la que él creció junto a sus hermanos, para mezclar el pasado con el ingrediente de la ficción.
“Está basada en hechos reales que nunca sucedieron”, es como lo afirma el también guionista mexicano, quien fue avanzando entre el universo de sus letras tanteando el camino, explorando su propio lenguaje para crear “El salvaje”.
“Realmente no creas que yo tenía un plan perfectamente perfilado, todo lo fui inventando sobre la marcha”, devela Arriaga sobre la obra literaria de 690 páginas publicada por el sello Alfaguara y que ya se encuentra en estanterías de todo el país.
En la obra del literato se narra la historia de Juan Guillermo “Cinco” Valdés, un joven adolescente, que a sus cortos 17 años su perímetro vivencial está cargado de muerte, impunidad, corrupción y falta de justicia ante el brutal asesinato de su hermano mayor.
A la par del relato de Juan Guillermo, otra narración se vierte desde el Yukón canadiense: las andanzas de Amaruq, un inuit mestizo que se obsesiona con cazar al lobo que marcó su vida, Nujuaqtutuq, deja su casa con trineo en mano, mochila y enseres para acampar, más un rifle y dos balas para ir tras el animal y no volver hasta tenerlo en su poder.
Es así como en “El salvaje” Arriaga vierte una vez más lo mejor de su creación tras la pluma y aunque dice que no ve cómo pudiese hacerse este texto película, ya hay cineastas interesados tras los derechos para llevarle al terreno fílmico.
La seducción de la muerte
Desde el inicio de la carrera literaria de Arriaga, la chispa de ignición en sus proyectos se remonta al sabor de la muerte y el dolor, esa catarsis que le funciona como bucle en sus ficciones, de este tema, el mexicano expresa que simplemente la inspiración llega cargada e impregnada de duelo en sus guiones y libros.
“No es algo que yo quisiera hacer, a mí me gusta hacer algo que saliera de ahí pero por alguna razón, vuelve. Decía Sábato que tú no escoges tus obsesiones, las obsesiones te eligen a ti, yo creo que así es porque, por más que he querido hacer algo en otro tenor no llega”.
Hay tragedias y dramas que han rodeado la vida de Arriaga desde joven, y algunos de estos acontecimientos han quedado salpicados en “El salvaje”, pone como ejemplo que en una ocasión le tocó presenciar cómo una persona cayó desde una azotea y por suerte cayó en el cofre de un auto, pero los fémures de las piernas terminaron totalmente destrozados.
Este suceso lo pasó a su novela como un accidente para Consuelo “Chelo”, quien es vecina de Juan Guillermo y quedó renca de por vida.
Sin narcisismo ni egocentrismo
Al ir leyendo “El salvaje”, de las primeras cosas que saltan al lector es el nombre del protagonista, Juan Guillermo, el cual parecería pretencioso y narcisista por parte de Arriaga al convertirlo en su tocayo literario, pero el propósito no fue así.
“Lo de Juan Guillermo era un homenaje a mi amigo Pedro Juan Gutiérrez (risas) que siempre le pone Pedro Juan (a sus personajes) entonces yo soy Juan Guillermo, se llamaba Juan Gregorio al principio, no quise ser narcisista, quise que hubiera una ambigüedad de si realmente me pasó a mí o no”, aclara.
Dentro de esta duda que puede surgir para quienes se adentren a la obra, está la constante pregunta ¿qué sí es producto de la ficción de Arriaga y qué no? lo que le da un sentido de intriga a la novela.
“Obviamente no es biográfico, mis padres por fortuna viven, están perfectos y no soy huérfano (…)
Mi hermano también se llama Carlos y mi papá, y entonces era un ‘¡No me pongas así!’”, rompe nuevamente entre risas de confesión.
México su trinchera
Arriaga radica en México, defiende a su patria y está dispuesto a seguir aquí criticando al gobierno, además dice detestar las fotomultas aplicadas en la ciudad capital.
“Puedo vivir en una ciudad caótica, pero no en una ciudad represiva”, repite como mantra.
Ante la postura de intelectuales, artistas o personajes culturales que critican al país o dicen defender a la nación pero que no radican en México, el guionista es tajante, “yo vivo aquí”, pronuncia para marcar a esta nación como su trinchera.
“Aquí he criado a mis hijos, aquí les he enseñado a amar este país y me cagan muchas cosas pero aquí estoy tratando de componerlas (…) Tal vez más adelante me vaya, pero si me voy no me voy del país, me voy a otra ciudad”, aclara.
Cuando su trabajo se lo demanda ha radicado por temporadas fuera de México, pero su Retorno 201 le es un punto de regreso al lugar que le vio nacer.
“Saqué una bandera mexicana cuando me dieron el premio en el Festival de Cannes, lo cual provocó mucha molestia entre los organizadores del festival, parecía un acto de patriotismo barato, pero yo sí creo en México pues”, recuerda de cuando en el año 2005 le fue otorgado el reconocimiento al Mejor Guión por “Los tres entierros de Melquiades Estrada”.
‘Trump es un pendejo’
Al hablar del ahora presidente electo de los Estados Unidos, Arriaga se ensancha y sube el tono de voz, pronunciando que México también debe voltear a ver en sus problemas de migración y discriminación hacia otros latinoamericanos.
“También me gustaría discutir la xenofobia de nosotros, nos quejamos mucho que los gringos, que los mexicanos, pero a ver, que llegaran aquí siete millones de haitianos que no hablen español, a ver si somos tan buen pedo como decimos”, exclama.
Del muro, Arriaga dice que, adelante, que se construya, pero que nosotros como sociedad debemos ver más allá de este asunto de política binacional.
“Yo digo, si quiere hacer su muro, que lo haga el cabrón. A mí lo que me avergüenza no es el muro,
me avergüenza que no tengamos la capacidad de no darle trabajo a nuestra gente, me avergüenza mucho más realmente.
“Trump sí, pon tu muro, tienes todo el derecho a poner lo que quieras, eres un pendejo ¿quieres ser pendejo? Se pendejo”, despotrica el cineasta.