Homofobia, represión y violencia; la realidad de las terapias para “curar” la homosexualidad

No comer, no tomar agua, no dormir y estar parado por tres días, además de rezar todo el tiempo, son los métodos que utilizan

No comer, no tomar agua, no dormir y estar parado por tres días, además de rezar todo el tiempo, son los métodos que utilizan algunos grupos de apoyo que buscan “curar” la homosexualidad, como al que fue enviado Iván Tagle, cuando tenía 15 años de edad, por recomendación de una amiga de su mamá que era cristiana.

A los cuatro años de edad, Iván se dio cuenta que los niños llamaban su atención, pero, al vivir en una familia religiosa y conservadora, su niñez, pubertad y adolescencia las pasó reprimido, y “enfermo”, y esa “enfermedad” era para él “su homofobia internalizada”.

Esa homofobia se aprende, se enseña, se hereda y pasa de generación tras generación como enfermedad, comentó Iván, actual director de Yaaj México, asociación civil dedicada a proteger los derechos de las personas LGBTTTI, así como acompañar a las personas en su proceso de desarrollo humano.

Al respecto el Consejo para Prevenir y Eliminar la Discriminación de la Ciudad de México (Copred) se ha pronunciado en contra de todas y cada una de las prácticas que promueven la supuesta cura de la homosexualidad, pues de acuerdo a la Organización Mundial de la Salud (OMS), ser lesbiana, gay o bisexual no es ninguna enfermedad.

Todo esfuerzo por corregir la homosexualidad y la identidad de género es una manifestación de discriminación ya que intenta inhibir, violentar y obstaculizar el derecho que tienen todas las personas a ejercer su sexualidad, dijo la presidenta del organismo, Jacqueline L´Hoist Tapia.

Tagle, combinaba toda la homofobia que vivió en casa con el autorechazo, y al convivir en una sociedad y un núcleo familiar conservador, religioso y homofóbico aprendió que si eres quién eres (homosexual) habrá un castigo: “es malo y te vas a ir al infierno”.

Según el psicoterapeuta y sexólogo, Fernando Álvarez Vázquez, las terapias de conversión son métodos no aceptados por la ciencia de la salud y están enfocadas hacia el cambio de la orientación sexual homosexual o bisexual, e intentan convertirlos en el mal llamado término personas “normales”, al tratar de eliminar o disminuir su deseo y comportamiento homosexual.

El especialista mencionó que los métodos que utilizan atentan contra los derechos humanos, ya que van desde castigos físicos, aislamiento, no dejarlos comer o dormir, o incluso más agresivos, como el uso de electrochoques o lobotomías, que es como una incisión a nivel cerebral, además de trabajos forzados.

Según el personal de una clínica psicológica, ubicada en Jalisco, la terapia para el “desarrollo de la heterosexualidad” como ellos la denominan, es psicológica, no tiene que ver con ningún tema “religioso” ni basado en ninguna práctica, se evalúan factores que pueden ocasionar un sentimiento de atracción homosexual, trabajan con dinámica familiar y hacen una evaluación.

Comentaron que ellos no atienden a ninguna persona que no lo solicite, en caso contrario, los padres pueden acudir a una primera sesión, ya que ellos podrían ayudarlo, siempre y cuando identifiquen qué factores tienen que ver con esta dinámica o el tipo de relación que tienen con su hijo.

La duración del proceso terapéutico depende de los factores, así como del compromiso que tenga la persona, de que cumpla o no con las tareas que pida el psicólogo, pero funciona en todos los casos, y pude estar en terapia de cuatro a seis meses o hasta uno o dos años, para después darlos de “alta”, recalcó.

“Nosotros no usamos el término de curar, más bien vemos la homosexualidad como un síntoma que la persona tiene, no es una enfermedad, y la garantía del tratamiento depende del compromiso de parte de la persona interesada sino no”, reiteraron.

Aunque en Internet, se presentan como psicólogos cristianos, en el apartado de Homosexualidad, el fundador de dicha Clínica escribe que asisten al movimiento evangélico para el rescate de las personas atrapadas en la homosexualidad, el cual lo manejan como un “pecado”.

Asimismo, escriben que existen causas que provocan dicho “sentimiento” como la familia y de acuerdo con su experiencia, la base de 80 por ciento de las causas de confusión sexual es por diferentes factores como, roles enfermos de los padres, vivir en un matriarcado, tener una madre dominante, o una madre sobreprotectora, padre pasivo o ausente, entre otros.

Al respecto Iván dijo que no todas las terapias de conversión son similares, por eso desde su asociación civil lo denominan como Ecosid, esfuerzos para corregir la orientación sexual o identidad de género. En esos esfuerzos, se encontró que en algunas organizaciones hay privación de la libertad, terapias de conversión, medicación de los cuerpos, violaciones correctivas, tortura, tratos crueles inhumanos y degradantes, todo ello con el objetivo y fin de modificar la orientación sexual, la cual no se modifica sino se reprime.

Por su parte Álvarez, mencionó que en esas terapias, también interviene la religión, sobre todo en Latinoamérica que es regida por la católica, aunque hay otras que están en contra de la homosexualidad, en especial las monoteístas como el judaísmo o cristianismo, las cuales hacen que las personas con esta condición generen culpas.

Muchos de los movimientos exgay o exhomosexuales tienen la misión de hacer sentir culpables a las personas, someterlos a ciertas técnicas fundamentadas en la “evangelización”, a través de la palabra de Dios, la lectura de la biblia, así como de charlas reflexivas, donde la persona empieza a tener una creencia de que hubo un cambio en su orientación sexual, lo cual no sucede.

Usan métodos manipuladores, donde la culpa es muy importante para ellos, y tiene que ver con una sociedad basada, parte del comportamiento moral, en las creencias religiosas y eso lo aprovechan estas organizaciones para mandar este tipo de mensajes que son totalmente negativos, recalcó.

Precisó que muchos psicólogos están influenciados por estas ideologías religiosas, pero abogan de que su práctica está basada en la ciencia, lo cual es totalmente falso, porque organismos como la Asociación Estadounidense de Psicología (APA) o la Asociación Psiquiátrica Americana, han dicho que dichas prácticas están prohibidas y no tienen ningún resultado.

Tagle especificó que en ese lugar todos le decían que era un enfermo y que lo ayudarían, aunque no sabía nada de lo que pasaría y moría de miedo, “yo estaba aterrado en ese momento y no podía ir a ningún lado, quería echarme a correr, pero no sabía en donde estaba”.

Además, tenía la preocupación de saber si sus papás estaban coludidos o no, y todo eso reforzaba la idea que quien era, era malo, que si lo seguía sosteniendo habría un castigo.

Recordó que había como 30 personas en este espacio, quienes pasaban a dar su testimonio con palabras altisonantes y contaban sobre como ellos habían sido abusados sexualmente y que por eso su sexualidad se descoyuntó, y que la sexualidad era de gente pervertida.

“Ese tipo de cosas funcionan, en el sentido en que te despersonaliza, te quiebra, y como cualquier torturador, al final la víctima confiesa cualquier cosa y hace lo que el torturador diga, para que cese la violencia”, precisó.

Para el domingo, después de gritar que lo perdonaran, la gente empezó a mostrar compasión, lo dejaron dormir, le dieron de comer y tomar agua; en ese momento le dijeron que iba bien y cómo lo hacía bien, habría un premio.

La Organización de las Naciones Unidas (ONU) no respalda este tipo de prácticas, en ningún sentido, afirma que los métodos que se utilizan como “terapia correctiva” para tratar de cambiar a los miembros de la comunidad LGBT va desde tratos crueles, degradantes e inhumanos y en algunos casos equivale a un acto de tortura.

Por su parte, la Comisión de Justicia de la Cámara de Diputados analiza una iniciativa para prohibir las terapias, servicios o tratamientos que pretendan cambiar la orientación sexual de las personas.
La aceptación: “no hay nada malo en mí”

Ahora como víctima, activista y defensor de derechos humanos, Iván detalla que se dio cuenta que todos estos esfuerzos para corregir la orientación sexual, tienen un componente religioso, no existe una terapia que, en su fundamento, no tenga como base este argumento.

“Te hacen meterte a esta religión castigadora y esta religión que pena cualquier tipo de relación que no tenga como fin la procreación”, puntualizó.

Asimismo, recordó que en este grupo imperaba el machismo, ya que miraban mal aquellas mujeres que se divorciaban o eran madres solteras.

Años más tarde, cuando alcanzaba la mayoría de edad, Tagle caminaba por la calle, mientras hablaba con su ser superior, lloraba y le reclamaba: “Dios mío yo no lo elegí, tú sabes mejor que nadie, qué está pasando en mí. Tú sabes que no me pasó absolutamente nada, por qué si condenas a los homosexuales, me hiciste así”.

Fue hasta los 22 años que, por fin, pudo tomar de la mano a un hombre en la calle, y comprendió que estaba bien, y que no pasaría nada.

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