Honor a quien honor merece
El pintor y escultor Rafael Coronel fue homenajeado ayer en el Palacio de Bellas Artes, donde la secretaria de Cultura y el gobernador de Zacatecas se comprometieron a seguir difundiendo el legado cultural que el artista le dejó al país
Fernanda MuñozOtro artista mexicano se fue. El zacatecano Rafael Coronel Arroyo, pintor y escultor, fue homenajeado ayer en el Palacio de Bellas Artes, entre flores, amigos y colegas, luego de que el pasado martes su único hijo, Juan Coronel, anunció su pérdida.
“A sus 87 años, este destacado artista y creador, nos dejó un legado invaluable, del cual debemos honrar dignamente a través de la preservación y la difusión de su obra, entre las nuevas generaciones, para México y el mundo”, aseguró el gobernador de Zacatecas, el licenciado Alejandro Tello, luego de protagonizar la primera guardia a las cenizas del pintor.
En ese sentido, el funcionario Alejandro Tello recordó en el homenaje póstumo, a los presentes, amigos y colegas de Coronel, que el arte del zacatecano fue tal, que logró exponer distintas colecciones en Asia, Europa y América.
“La búsqueda de este creador consistió en develar la naturaleza humana y sus enigmas, en su obra nos obliga a centrar la mirada en los personajes que habitan en sus creaciones (…) El pintor y escultor zacatecano admiraba las formas de las máscaras, su expresividad, así como los colores y texturas que desde su concepción, recreaban en cada trazo”, dijo Tello.
También, el gobernador planteó que el legado de Coronel se encuentra entre su familia, en su círculo de amigos, en sus colegas y discípulos, en la escuela que, como artista, dejó tras de sí y que hoy prolifera.
Por su parte, la secretaria de Cultura, Alejandra Frausto, mencionó que abrieron las puertas del Palacio de Bellas Artes, “el más importante para las artes en México” para honrar y despedir al artista que, mencionó, hacía imaginar y soñar a través de su pintura
Debajo de las cenizas del pintor mexicano, reposó una máscara negra con largos cuernos, la cual, según su hijo Juan, estaba colgada en la cabecera de su padre. En el Palacio de Bellas Artes, al parecer, también resguardaba el alma de un artista eterno.