Huberto Batis, el “Maestro de escritores”
El editor y periodista llegó al final de su vida a los 83 años de edad; será recordado por su cátedra en la Facultad de Filosofía y Letras de la UNAM, que impartió durante más de cinco décadas, así como por la creación de suplementos literarios donde incursionaron distintas plumas jóvenes que ahora son reconocidos escritores contemporáneos
Hidalgo NeiraEl llamado “Maestro de escritores” llegó al último de sus días, tras un legado cultural que marcó la vida de autores nacionales, que gracias a su apertura tuvieron un cobijo amplio para empezar una carrera en las letras.
El inicio de Huberto Batis fue difícil, su padre estaba empeñado en que estudiara medicina; sin embargo, el joven logró salir de su natal Guadalajara. Al llegar a la Ciudad de México, pidió consejo de Alfonso Reyes, quien lo recomendó con El Colegio de México y fue ahí donde se formó como filólogo e inició sus andanzas por las letras de manera formal.
Codeándose con plumas de su tiempo como Carlos Monsiváis, Salvador Elizondo, Elena Garro, Juan García Ponce, entre otros, Batis fue crítico desde su trinchera periodística sobre el círculo intelectual que temía abrirse para exponer nuevos talentos literarios.
Batis falleció a causa de una fibrosis pulmonar que lo aquejaba desde tiempo atrás, después de salir del hospital el lunes pasado, murió en su hogar junto a su familia.
Después de décadas de trayectoria en las atmósferas culturales de México, en 2010 recibió la Medalla de Oro de Bellas Artes otorgada por el Consejo Nacional para la Cultura y las Artes (Conaculta), hoy convertido en Secretaría de Cultura.
Abrir el círculo
Sacar a flote la tinta, soltar la pluma y desentumecer la muñeca fueron los primordiales intereses de Batis, sobre todo para quienes empezaban en el campo literario. Cuando llegó a la Ciudad de México incursionó con la revista Cuadernos del viento
En los primeros números publicaron figuras desconocidas como Carlos Fuentes, José Emilio Pacheco, José Agustín, Parménides García Saldaña, entre otros principiantes de la escritura, que luego se volverían plumas consagradas.
“Pero no fue fácil; no pagábamos nada, al contrario, si querían publicar tenían que comprar una suscripción que costaba 50 pesos al año, que en aquel tiempo era un capital (…) Y publiqué también a Gabriel García Márquez, de modo que para ser una revista estudiantil no estaba mal”, dijo en entrevista a Leopoldo Lezama, en 2015, para la revista Máquina.
Además de Cuadernos del viento —la cual se editó por siete años— dio a conocer a nuevos rostros literarios con Sábado, suplemento del periódico Unomásuno, donde invitó a plumas emergentes para salir a la vida cultural de México, a finales de los años 70.
Xavier Velasco, Guillermo Fadanelli, Jorge Volpi, , Naief Yehya, Fernando Fernández, Eloy Urroz, Enrique Serna, Martha Bátiz Zuk, Gonzalo Vélez, entre otros escritores, son las personalidades que empezaron publicando en la gaceta de Batis, ahora extinta.
“Los alumnos no leen nada”
Huberto Batis vivió preocupado al final de su vida por cómo las nuevas generaciones están ausentes en las bibliotecas, de la vida literaria y las revistas, como él lo estuvo en su juventud, al menos, así lo dejó ver en una conversación que sostuvo con José Sobrevilla para la revista Forum.
“Hoy los muchachos nunca han visto una revista ni siquiera la de la Universidad. Jamás han leído Letras Libres o Nexos; son jóvenes que nunca ven una publicación literaria; mientras que a nosotros lo único que nos interesaba era hacer revistas y asomarnos a lo que publicaban los demás”, indicó el erudito.
Durante esta plática, Batis se mostró pesimista del futuro literario en México al indicar que quienes estudian la carrera de Literatura no aspiran a ser autores, además de que la nación tiene la cultura que se merece.
La exploración a la sensualidad
El erotismo y el toque de lo prohibido en el campo sexual literario, fueron temas que a Batis le gustaba explorar en sus publicaciones, ya que en El diván, apartado que perteneció a Sábado, el editor gustaba de imprimir fotografías con un toque pícaro, regularmente sobre las mujeres.
Patricia Manterola, Edith González, Vivi Gaitán, entre otras, fueron las que se dejaron retratar por Batis y aparecieron en esa sección que fue altamente popular; después, incluso, recibió poemas dedicados a las actrices que aparecían publicadas en el suplemento cultural.
“De todas las estrellas de la farándula que pasaron por El Diván, de Sábado, Paty Manterola era de las más distinguidas. Era totalmente distinta a Gloria Trevi, a quien vi un día durante una rueda de prensa. Era muy bonita, pero más toscona. Era muy inteligente porque supo salir al paso de todas las preguntas que le hicieron los reporteros, pero muy vulgar”, recordó Batis en su columna que tenía en el suplemento Confabulario, del periódico El Universal, en febrero de este año.
El escritor publicó, en 2013, Henry Miller/Anaïs Nin, donde claramente deja ver su fascinación por la sexualidad que ambos estadounidenses destilaban en sus letras, pero esta sólo fue la culminación de años de elogios que él había extendido durante toda su vida a los autores.
El pintor frustrado
Su verdadera pasión estaba en la pintura; sin embargo, nunca aspiró a la plástica en lo profesional, sólo se quedó en una inspiración fugaz que plasmaba en sus momentos de recreación.
“Me robaba las servilletas de Sanborns y las pintaba con una técnica que se llama wash, que es semejante a la acuarela. Y en las servilletas funcionaba porque eran muy gruesas. Yo quería ser pintor desde que vivía en Guadalajara”, confesó Batis, en entrevista para la revista Máquina.