Cuando un niño cae al suelo, generalmente lo atribuimos a su inexperiencia para caminar o a su osadía. Cuando este tipo de accidentes suceden en la edad adulta, la explicación suele ser la falta de atención.
Sin embargo, un nuevo estudio sugiere una nueva y simple razón: los humanos somos malos para caminar. Somos propensos a la torpeza, y no solo durante la niñez o en la vejez, afirman científicos en el estudio publicando en la última edición de la revista Science Direct.
Los autores, de la Universidad de Purdue, en Estados Unidos, dicen que caminar es “inherentemente difícil” para las personas tras descubrir que las caídas son la tercera causa de lesiones no intencionales en aquellos de entre 18 y 35 años.
Se le preguntó a estudiantes que enviaran actualizaciones periódicas sobre cuándo se habían tropezado, resbalado o tenido otro accidente de ese tipo en periodos de 24 horas durante un lapso de 16 semanas.
De acuerdo con el estudio, 58 por ciento de las lesiones ocurrieron cuando las personas estaban caminando. La causa principal, con un 48 por cierto, fue el resbalón. En tanto, los tropiezos representaron un 25 por ciento de las causas.
“El hecho de que la mayoría de las caídas sucedieron al caminar apoya el argumento prevalente de que los bípedos (animales de dos patas) son mecánicamente inestables y también demuestra que caminar es una tarea desafiante.
“Estos resultados abordan una no estudiada pero importante cuestión, y señalan la inestable naturaleza mecánica de la locomoción bípeda”, indica el reporte.
La locomoción bípeda, al parecer, es difícil para los humanos. ¿Deberíamos entonces volver a caminar en cuatro patas?