Ignorantes por conveniencia

Dicen por ahí que el conocimiento es poder, pero la ignorancia es felicidad, o como diríamos en México: “Ojos que no ven, corazón que no siente”.

A Pedro le acaba de salir un lunar pero no va a ver al doctor, Blanca cree que su esposo la puede estar engañando pero prefiere no preguntar, tú sabes que el calentamiento global es un problema muy grave pero eliges no investigar más del tema. Todos estos son ejemplos de cómo evitamos información que sabemos nos puede dañar de alguna forma, algo que en psicología se le denomina “ignorancia motivada”.

Rocío Aguilera Rocío Aguilera Publicado el
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Ignoramos de forma selectiva la información que es negativa, pero estamos abiertos a la que es positiva y que podría aliviar nuestra preocupación

Dicen por ahí que el conocimiento es poder, pero la ignorancia es felicidad, o como diríamos en México: “Ojos que no ven, corazón que no siente”.

A Pedro le acaba de salir un lunar pero no va a ver al doctor, Blanca cree que su esposo la puede estar engañando pero prefiere no preguntar, tú sabes que el calentamiento global es un problema muy grave pero eliges no investigar más del tema. Todos estos son ejemplos de cómo evitamos información que sabemos nos puede dañar de alguna forma, algo que en psicología se le denomina “ignorancia motivada”.

Este fenómeno se da incluso a nivel corporativo, como el caso de las compañías tabacaleras que trabajan para suprimir la averiguación sobre las consecuencias que provoca fumar, o el gobierno de Canadá que elimina la investigación ambiental que podría demostrar los efectos negativos de las arenas petrolíferas.

“Entre más preocupadas estén las personas acerca de un tema, más evitarán la información sobre el mismo. Entre más ignorantes se sientan sobre la cuestión, más evitarán aprender sobre ésta”, afirma Kelly McGonigal, catedrática de Psicología en Stanford.

Y no es que la gente rehúya de todo tipo de información: más bien ignoramos de forma selectiva la que es negativa, pero estamos abiertos a la que es positiva y que podría aliviar nuestra preocupación.

Para Paul Thagard, profesor de la Universidad de Waterloo en Canadá, la gente sucumbe fácilmente a la ignorancia motivada cuando sus objetivos los conducen a evitar el aprendizaje de información potencialmente valiosa. Es decir, por conveniencia.

Más que beneficiar en algo, esta condición es generalmente perjudicial para los individuos y las sociedades, aunque algunas veces puede ser racional; es decir, cuando lo que se sabe podría ser fundamentalmente nocivo.

Por ejemplo, investigaciones recientes demuestran que algunos de los estudios más recomendados por los médicos –como las pruebas para el cáncer de próstata o para el cáncer de mama– pueden causar más daño que bien.

Pero entonces, ¿cuándo es la ignorancia motivada una buena opción para la gente y cuándo es mala?

Ciegos a los problemas

Psicólogos de la Universidad Duke en Estados Unidos y la Universidad de Waterloo en Canadá, analizaron qué tan abiertas están las personas a recibir información sobre tópicos graves, desde la economía hasta el medio ambiente.

Al parecer la gente no quiere saber todo sobre esos temas. La ignorancia sí es felicidad cuando de problemas sociales se trata.

Los resultados, publicados a finales de 2011 en el Journal of Personality and Social Psychology, reafirman la teoría de McGonigal, pues muestran que las personas que saben poco acerca de un tema (léase la crisis económica, el cambio climático o incluso el uso de combustibles ecológicos) tienden a evitar aprender más sobre él, lo que los aísla en su ignorancia y se vuelve un patrón, según los investigadores.

Al enfrentarse a este tipo de situaciones problemáticas, las personas prefieren confiar en las autoridades como el gobierno o los científicos, esperando que ellos tengan el asunto bajo control.

“Nuestra investigación sugiere que este tipo de sentimiento abrumador, y pensar que el asunto está ‘fuera de nuestras manos’, hace que las personas sientan que dependen del gobierno, y esta dependencia se traduce en confiar más en que ellos se encargarán del problema, y así evitamos el asunto”, explica Steven Shepherd, psicólogo social de la Universidad de Waterloo y autor del estudio.

Mediante una serie de cinco pruebas –llevadas a cabo entre 2010 y 2011– realizadas a adultos en Estados Unidos y Canadá, los científicos describieron una reacción en cadena que se da desde la ignorancia sobre un tema y termina en la dependencia y confianza en que el gobierno lidiará con él.

En uno de los estudios, se les proporcionó a 197 personas información compleja sobre economía y después contestaron una pregunta acerca de cómo este problema les afectaba directamente.

Los participantes que se sentían más afectados por la recesión económica evitaron conocer información que ponía en duda la habilidad del gobierno para tratar el problema. Pero no obviaron los datos positivos.

Para probar las conexiones entre la dependencia, la confianza y lo que nos hace querer evitar conocer más del tópico, los investigadores proporcionaron dos descripciones sobre la economía a un grupo de participantes, una simple y otra compleja.

Quienes recibieron la descripción compleja indicaron niveles más altos de impotencia sobre la crisis económica, por consiguiente mostraron más dependencia y confianza en el gobierno para manejar el asunto, y menos deseo de querer saber más del tema.

Los científicos encontraron que estas personas se sentían más impotentes y más confiadas que aquellas que recibieron explicaciones relativamente simples.

Otro hallazgo fue que quienes se sentían ignorantes sobre un tópico en especial, especialmente los asuntos que tienen consecuencias directas como la falta de combustibles o el cambio climático, son más propensos a rechazar información negativa.

Factores como la gravedad del asunto y si podría afectar de manera futura o inmediata jugaron un papel importante, pues los resultados arrojaron que entre más urgente sea el asunto, más evitarán las personas saber sobre él.

Pero no se trata solo de que cubras tus oídos y pienses en otra cosa, eso no hará que se acaben los problemas.

Agnotología

Es el estudio de las causas de la ignorancia. Fue un término acuñado por Robert Proctor, profesor estadounidense de Historia de la ciencia en la Universidad de Stanford, que se refiere al estudio de la ignorancia culturalmente inducida, sobre todo a la publicación de datos científicos inexactos o engañosos.

De forma general, el término también destaca la condición cada vez más común en la que más conocimiento sobre un tema deja a las personas con más dudas que antes.

Mercaderes de la duda

“Merchants of Doubt” de Naomi Oreskes y Erik M. Conway, es un libro que recopila algunas historias sobre temas que –según los autores– han estado encubiertos por años. Describe como varios negocios, gobiernos, e incluso científicos han trabajado para mantener la ignorancia en cuestiones como el hoyo de la capa de ozono, la lluvia ácida, e incluso el calentamiento global y los pesticidas.

¿Te conviene ser ignorante?

Estos son algunos aspectos en los que preferimos no saber más:
— Relaciones románticas: “Prefiero no saber sobre el engaño”
— Salud: “Ir al doctor es una pérdida de tiempo”
— Hijos: “No quiero saber sobre la vida social de mis hijos adolescentes”
— Deportes (caso Armstrong): “Si se droga o no es su problema”
— Religión: “Dios es un misterio”
— Política: “No me importa la vida personal de mi gobernante”

Perpetuar la ignorancia
Lee el estudio completo sobre las causas e implicaciones de no querer conocer la información completa.

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