De acuerdo con una nueva investigación, los grillos, al igual que otros insectos, contienen fibras, como la quitina, que son diferentes de la fibra dietética que se encuentra en alimentos como frutas y verduras. La fibra sirve como fuente de alimento microbiano y algunos tipos de fibra promueven el crecimiento de bacterias beneficiosas, también conocidas como probióticos.
Por lo que el Instituto de Estudios Ambientales de la Universidad de Wisconsin-Madison demostró que comer grillos ayuda a fomentar el crecimiento de bacterias intestinales beneficiosas y así reducir la inflamación.
Valerie Stull, investigadora responsable del proyecto, explicó que “estaba en un viaje con mis padres en América Central y sirvieron hormigas fritas. Recuerdo sentir asco al principio, pero cuando puse la hormiga en mi boca, realmente me sorprendió porque sabía a comida y estuvo bien”.
Para Stull, en este momento hay mucho interés en los insectos comestibles. “Es una práctica que está ganando popularidad en Europa y en Estados Unidos como fuente de proteínas sostenible y respetuosa con el medio ambiente, en comparación con el ganado tradicional”.
La investigación publicada en la revista “Scientific Reports” describe como durante dos semanas, 20 hombres y mujeres sanos, de entre 18 y los 48 años, tomaron un desayuno de control o un desayuno con 25 gramos de harina de grillo en polvo en magdalenas y batido.
De acuerdo con el artículo, cada participante luego comió una dieta normal durante un período de dos semanas. Aquellos que comenzaron la dieta de grillos consumieron un desayuno de control y aquellos que comenzaron la dieta de control consumieron un desayuno de grillos.
Los científicos observaron un aumento en una enzima metabólica asociada con la salud intestinal, y una disminución en una proteína inflamatoria en la sangre llamada TNF-alfa, que se ha relacionado con otras indicadores de bienestar, como la depresión y el cáncer. Además, el equipo observó un aumento en la abundancia de bacterias intestinales beneficiosas.