José Luis Pescador dibuja la vitalidad del México prehispánico

El artista José Luis Pescador habla sobre su proceso creativo y la importancia de conocer y revisitar las culturas originarias a través del arte. La saga en la que trabaja desde hace 20 años tiene una nueva entrega: La Caída de Tenochtitlán II
Karina Vargas Karina Vargas Publicado el
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José Luis Pescador define su estilo de dibujo como barroco y bromea al decir que tal vez es porque vive en Guanajuato y ahí esta estética fluye con normalidad. Aunque al hablar de la guerra y la sangre que corrió en la defensa por la capital del Imperio Azteca, el tema que aborda en La Caída de Tenochtitlán II (Grijalbo, 2022), la voz del novelista y artista plástico se torna seria y asegura que no hay una manera sencilla ni un trazo amable que retrate la sofisticación de esas batallas.

Ubicado en los años Yei-Calli y Ce-Ácatl, la segunda entrega de esta saga está impresa en blanco y negro, y tiene 137 páginas de dibujos que resaltan con maestría las características de todo lo que componía al México Tenochtitlán, más un glosario de topónimos que dan guía a la lectura e información detallada de personajes como Atoctli o Cuitlahuactzin.

El artista originario de la Ciudad de México cuenta que la idea de este cómic surgió hace poco más de dos décadas a raíz de su fascinación por este periodo de la historia; pero tomó forma hacia 2018, después de varios intentos de conseguir mayor experiencia en el quehacer de la novela gráfica y de replantear el rumbo de la narración en distintas ocasiones, hasta publicar el primer tomo; con lo que abrió la puerta a lo que ahora está por convertirse en una trilogía.

En tanto, ya alista la versión de los libros en lengua tzotzil, traducidos por el poeta chiapaneco y licenciado en Lengua y Literatura Hispanoamericanas, Canario de la Cruz.

“La caída de Tenochtitlán es como una piedra de toque, es el tema de la mexicanidad y a partir de ahí se disparan todo tipo de discusiones. A lo mejor hay otras batallas más complicadas o importantes, pero esa, en el imaginario colectivo, narra un antes y un después de la mítica llegada de los españoles y su conquista.

“Es para todos, porque es un tema que a cualquiera nos puede interesar, tiene traidores, tiene guerreros impresionantes, pero también está la vida cotidiana: el tianguis, la comida, otras acciones y subhistorias que no son bélicas y que se van contando de manera paralela”
José Luis PescadorNovelista

“También quería despojarla de esa carga simbólica demasiado grande y por eso solo se centra en la caída, por eso no se llama La conquista de México, porque no pretendo hacer un sumario de todo lo que pasó, sino más bien identificar las cosas que llevaron a la caída de esa ciudad en particular, que además es fascinante al igual que Game of Thrones, El señor de los anillos o el libro de Los reyes malditos, de Maurice Druon”, comenta.

No obstante, precisa que no es el primero en abordar este pasaje histórico en formato gráfico, en referencia al mural hecho por el pintor Diego Rivera en Palacio Nacional.

“Me parece que ese es el mejor cómic sobre la caída de Tenochtitlán que se ha hecho, porque está realizado en paneles, las figuras son sencillas, esquemáticas, va narrando capítulos de todo lo que pasó y está ahí a la vista de todo el público”, afirma el autor.

A menor complejidad, mejor lectura; José Luis Pescador

Sobre su proceso de creación, el lenguaje sencillo y coloquial, así como el número de tintas que utilizó en su libro, José Luis Pescador narra que la ausencia de color facilita la lectura e incluso invita al espectador a que intervenga su obra como “un libro de mandalas”.

“El blanco y negro es muy expresivo, hay páginas muy elaboradas, sí, pero en general soy muy rápido dibujando, entonces, me puedo tardar un solo día o hasta una semana completa en una página, dependiendo la complejidad. Hay unas imágenes donde se ve un desplegado, pero también hay ciertos trucos, como dibujar por separado, y luego ya las voy reuniendo digitalmente”, expresa el artista.

Asegura que, en cuanto al estilo del dibujo, imprimió distintos detalles a lo largo de los siete capítulos que conforman el cómic, a fin de marcar la diferencia del tiempo y la carga emocional conforme el desarrollo de la guerra.

Ejemplifica esto con la escena del último día de la resistencia mexica, en el final de las batallas, en donde hay más “suciedad” en sus trazos, salpicadura de tinta y tonalidades oscuras.

“En Cempoala, que es más exuberante en cuanto a vegetación, es desbordada, porque trata de parecer que es mucho color, luz y vegetación lo que hay ahí. Cada capítulo es muy emblemático y simbólico.

“En el caso de la matanza de Cholula, ahí se tiene que recrear a toda la gente; es decir, esta no es una narración de unos cuantos personajes, como es coral, pues tenía que poner a muchísima gente para que se viera que es la tragedia de todo un pueblo”, detalla.

Contrario al dibujo, en la narrativa el autor buscó sintetizar de la mejor manera la historia y los diálogos para que sea más legible, pues a la minuciosidad del arte se suma la complejidad de los topónimos de cada cultura.

Sin embargo, dice que sí hay una intención de proponer un reto a los lectores para que se acerquen a la raíz cultural de México, incluso a través de las onomatopeyas.

“Es una pequeña invasión a través del cómic, y digo invasión porque no se utilizan de esa manera en otras obras, pero en este, como de eso se trata, ahí están esas palabras, y hay varios insultos también.

“Hay otras partes en las que los castellanos hablan y como se expresan en otro idioma que no entendemos, ahí se ven algunos garabatos que es la letra de Hernán Cortés, que yo escaneé de sus Cartas de relación”, manifiesta José Luis Pescador.

Sobre la portada de La Caída de Tenochtitlán II, en donde aparece como protagonista Malitzin y está coloreada por Carlo Chable, colorista de Marvel, el autor dice que eligió una escena del capítulo titulado “Quiahuiztlan” para mostrar la exuberancia del trópico de Cempoala y para poner a la traductora como un personaje principal frente a los castellanos, a los que retrata como una mancha voraz negra “que invade un mundo de colores”.

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