Uno de los referentes urbanos más importantes de Iztapalapa –incluso de la Ciudad de México (CDMX)– es sin duda la Cabeza de Juárez.
El monumento se encuentra en los limites de Iztapalapa y Nezahualcóyotl, en el Estado de México, muy cerca del Metro Guelatao, estación que lleva como logotipo la imagen de esta escultura.
En el año 2000, la obra fue restaurada y en su interior fue instalado un museo con una exposición permanente de ic0nografía y biografía de Benito Juárez.
A pesar de que se encuentra en una glorieta donde diariamente circulan miles de capitalinos y mexiquenses, el espacio no es muy frecuentado.
Además de que se encuentra en una de las alcaldías más inseguras de la Ciudad de México (actualmente es la segunda, sólo después de la Cuauhtémoc).
Sin embargo, aunque actualmente no es un referente de otras obras de la capital, detrás del monumento estuvo –por algún tiempo– uno de los mejores exponentes del muralismo mexicano: David Alfaro Siqueiros.
Con motivo del centenario de la muerte de Benito Juárez (18 de julio de 1872), el gobierno de Luis Echeverría planeó varios eventos en honor al Benemérito de las Américas.
En este sentido, la Secretaría de Comunicaciones y Transportes encomendó a Siqueiros realizar el monumento.
Fue entonces cuando el muralista propuso elaborar un busto monumental de Juárez.
Siqueiros trabajó con su cuñado Luis Arenal y Lorenzo Carrazco para la elaborar el proyecto.
Para el plan escultórico, Arenal tomó como referentes la obra mural de Cuauhtémoc y una de sus obras: Estampas de Guerrero
David Alfaro y su equipo iniciaron finalmente la obre el 28 de octubre de 1972, sin embargo, la vida no le alcanzó al pintor, quien falleció el 6 de enero de 1974, a los 77 años.
De acuerdo con el crítico de arte Alberto Hijar “la cabeza de Juárez es (…) una exaltación al sentido patriótico de los liberales y su importancia en la construcción del México moderno”.