Los números no mienten en América Latina, al menos 31 periodistas fueron asesinados en 2018 en este continente. De México son 12 reporteros, seis de Estados Unidos y cinco más en Colombia.
La semana pasada, el periodista Francisco Romero, de Playa del Carmen, Quintana Roo, fue encontrado sin vida, lo que lo convierte en el sexto reportero que ha muerto desde que Andrés Manuel López Obrador asumió la presidencia de la República Mexicana en diciembre pasado, según cifras de Artículo 19, organización dedicada a la defensa de la libertad de expresión.
Este panorama de incertidumbre que no sólo se vive en México, sino en todo el mundo, pone en riesgo a la información, por lo que el escritor Patricio Pron indica que es urgente hacer algo para frenar la violencia en contra de periodistas.
“La crisis del periodismo no es exclusiva de América Latina, se extiende también a otros ámbitos como Europa y Estados Unidos. Las dificultades que enfrenta son proporcionales a las que padece el periodismo latinoamericano, al tiempo que esa crisis es doble en algunos sentidos, no solamente de resultados o económica como consideran algunos, sino también una crisis de propósito”, comenta Pron, para Reporte Índigo.
Antes de dedicarse a las letras, Pron fue reportero corresponsal del diario argentino La Capital, y recientemente se convirtió en el ganador del Premio Alfaguara 2019, por lo que le publicaron su novela Mañana tendremos otros nombres.
El escritor resalta que la ciudadanía debe abrir los ojos ante esta situación, ya que sin un periodismo libre, no se puede ejercer el derecho a una nación democrática, justo como lo que acontece actualmente en Venezuela.
“La sociedad debe ser consciente de ello, de que la disminución de la calidad del periodismo en un país es un antecedente generalmente inapelable, de la disminución de la calidad de la democracia. No hay buena democracia sin buena prensa”, subraya el literato.
Información con dos discursos
Para Patricio Pron, actualmente las noticias se dividen para dos mercados distintos en una misma nación. “Parece que estamos viviendo dos tipos de periodismo muy claramente diferenciados, aquel que todavía cree en la necesidad de que los informadores digan cosas aunque resulten amargas de escuchar para sus lectores y otro que, incluso, con buena intención, lo que hace es ratificar las ideas preconcebidas; uno de ellos me parece que no vale nada, el otro lo vale todo”, comparte.
Ante las latentes amenazas a reporteros en el mundo, Pron afirma que los gobiernos deben apoyar a quienes viven de esta labor, dar garantías reales que los protejan para seguir ejerciendo su trabajo.
En lo que va de la presidencia morenista, tres informadores que contaban con el Mecanismo de Protección para Personas Defensoras de Derechos Humanos y Periodistas, perdieron la vida, según Artículo 19.
“Eso es lo que los gobiernos deberían hacer, desde luego, en primer lugar, arreglárselas para que no maten a más periodistas, una situación particularmente impertinente en México en estos días”, expresa.
Inspiración, producto de la disciplina
Para poder escribir Mañana tendremos otros nombres, Pron tomó parte de sus vivencias personales, así como relatos de amigos que se encuentran viviendo una manera distinta de interpretar el amor de pareja. El autor considera que tiene que haber rigor de escritura para que llegue la musa a sus letras.
Pron dice que, además de la conjugación de la disciplina con la inspiración, es necesario ser un observador de la realidad, declara ser voyerista de la vida y con esta cualidad es que logra también darle motor a sus ficciones.
“Posiblemente sí hay una parte de voyerismo en esta novela, al menos en el sentido que, como decíamos, hay muchas historias que no me pertenecen, sino que son de personas cercanas a mí, al margen de lo cual, cuando escribes acerca de la intimidad, lo haces, en primer lugar, desde tu perspectiva, que es la que mejor conoces”, argumenta.