¿Qué significa “empoderar a las mujeres”? El término surge desde antes de la cuarta conferencia mundial de las mujeres por parte de las Naciones Unidas en 1995 en la que se establecieron principios que planteaban crear economías más fuertes e incluyentes.
Para ello, resulta fundamental “empoderar” a las mujeres de manera que participen plenamente en la vida económica y en todos sus sectores.
Sin embargo, la palabra se usa a la menor provocación para hablar sobre mujeres ejecutivas en las empresas o simplemente en diferentes ámbitos de la vida cotidiana, además que últimamente se promueven campañas bajo esta concepción para que las mujeres en otros países puedan acceder a un sustento económico.
Para algunas Organizaciones No Gubernamentales (ONGs) occidentales la idea de empoderar a mujeres en África o en la India es a través de donaciones con las cuales les puedan otorgar máquinas de coser o animales para criarlos como gallinas y peces, según la columnista Rafia Zakaria en el New York Times.
La escritora afirma que en este sistema no se pone atención a la complejidad de los elementos y reduce a las mujeres no occidentales a sujetos silenciados, pasivos y que solo esperan rescate.
Y en general, ella refuta que solo usan imágenes de estas mujeres para sus sitios web de fundaciones, pero no hay investigaciones a largo plazo que afirmen que estas acciones les garantizan empoderamiento a las mujeres más allá de lo inmediato.
Así, la frase “dale un pez a un hombre y comerá un día; enséñalo a pescar y comerá siempre” no parece tan sencilla de aplicar por los diferentes factores que influyen en las culturas.
Un dato interesante que proporciona la ONU, es que más allá de ser dueñas de animales de granja o de máquinas de coser, el Fondo Internacional de Desarrollo Agrícola (FIDA) afirma que en los países en desarrollo, el porcentaje de tierras que son propiedad de las mujeres no alcanzan ni el 2%.
El significado del término que ofrece la organización global se refiere al proceso mediante el cual tanto hombres como mujeres asumen el control sobre sus vidas: establecen su propias agendas, adquieren habilidades (o son reconocidas por sus propias habilidades y conocimientos), aumentando su autoestima, solucionando problemas y desarrollando la autogestión.
La ONU, por su parte, mantiene como premisa que la igualdad “es buen negocio” para promover la inclusión de esta población a trabajos remunerados y en la educación financiera, pues su estrategia está primordialmente pensada para las empresas.