La llegada del barbón de traje rojo y lentes, cuyo rostro evoca dulcemente el sentido de la camaradería, se acerca. Niños de todo el mundo esperan con ansias al ser bonachón que conduciendo un trineo, jalado por renos, llega al mundo, proveniente de uno más lejano, para meterse por chimeneas y dejar regalos a aquellos que se portaron bien.
Santa Claus, Papá Noel o San Nicolás tiene una historia milagrosa que no siempre fue evocadora de momentos dulces. Cuenta la historia que su inclinación por los niños surgió a raíz de una masacre en la que decenas de ellos fueron acuchillados. En aquel tiempo (año 280), Nicolás de Bari rezó fervientemente por su salvación logrando que algunos se recuperaran.
Este origen, sangriento y benévolo a la vez, de la figura mítica de Papá Noel, quizá pudo ser leída por Bruce Jeffrey Pardo quien tristemente pasó a la historia por ser conocido, a nivel mundial, como el temible Santa Claus asesino después de que matara a su familia política en el 2008, disfrazado de rojo, botas de peluche y unas grandes barbas blancas.
Pardo había sido un apacible y ejemplar ciudadano. Radicaba en California, Estados Unidos, y trabajaba en la industria aeroespacial recibiendo un para nada despreciable salario. Estaba casado pero los problemas mentales que sufría desde pequeño nunca paliaron completamente, lo que aunado a su inesperado despido y posterior divorcio detonó una de las peores masacres de las que se tenga memoria en el vecino país del norte
Agencias internacionales como Efe y AP retomaron la noticia local debido a lo impactante de los hechos: Jeffrey, quien llevaba ya algunos meses separado de su esposa, se presentó en casa de sus exsuegros la noche del 24 de diciembre de 2008. Narran las crónicas de aquel entonces que tocó al timbre de la casa, ubicada en Covina, California, para ser recibido con un abrazo de una niña de 8 años quien se emocionó al verlo disfrazado de Santa Claus… Sería al último Santa Claus al que la menor abrazaría.
Cuando la pequeña se separó de los brazos de Jeffrey, este sacó un pistola y le disparó en la cara. El Santa Claus asesino portaba cuatro armas de fuego y una bomba para rociar gasolina. En la fiesta, además de su exesposa y suegros, se encontraban 22 personas más, nueve de las cuales murieron a causa de los balazos y posterior incendio que se desató.
Pardo entró al domicilio disparando, pocos fueron los que pudieron escapar de sus garras; algunos se aventaron por las ventanas, quedando heridos en el patio de la vivienda, otros más esquivaron como pudieron las balas entre la multitud y lograron salir. Una vez que llegó la calma siniestra de la muerte, el sujeto abrió una caja de regalo que tenía colgada en la espalda, descubrió el rociador de gasolina y la empezó a esparcir por todo el lugar… un cerillo completaría su obra siniestra.
Jeffrey salió y orgulloso se dirigió a la casa de su hermano, ubicada en la localidad de Sylmar. Con el traje adherido a su piel, pues las llamas también lo habían alcanzado, entró a la vivienda. Se quitó el abrigo rojo, las barbas blancas y los lentes. Algunos pedazos de la piel de su torso, brazos y piernas fueron hallados poco después en el traje de Papa Noel… Una vez desnudo tomó un arma de las que había utilizado para masacrar a la inocente familia y se pegó un tiro en la sien.
La autopsia al Santa Claus asesino reveló que llevaba, al menos, siete días inhalando cocaína antes del ataque. El director del laboratorio donde se realizó el estudio y los forenses no pudieron determinar qué tanto pudo influir la droga en los planes de Pardo, pues todo estaba planeado con antelación y prueba de ello fue un ticket de avión que fue encontrado en la vivienda de su hermano cuyo destino era Canadá y que estaba a su nombre, además de 17 mil dólares que, por sorprendente que parezca, estaban adheridos con cinta a las piernas del asesino.
Reportes de la prensa sensacionalista, esa que siempre ha existido y seguirá existiendo, afirmaron que el macabro plan de Jeffrey iba más allá pues su madre, Nancy Windsor, asistiría a la fiesta de Nochebuena organizada por su familia política con la que se llevaba bien y él estaba enterado. Según la información que trascendió en aquel entonces, una gripa le salvó la vida a la señora, quien se disculpó con la exesposa de Jeffrey por no poder asistir y le envío un regalo por correo.
Aquel diciembre de 2008 fue el más rojo que se haya vivido en Covina y los habitantes aún lo recuerdan, no sin un cierto escalofrío que los invade cuando se trata de hablar del terrible Santa Claus asesino que alguna vez fue un ciudadano ejemplar.
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