La hormona -no solo- del amor
La mayor parte de las personas ha escuchado sobre la oxitocina, una hormona que tiene un rol importante en la generación de los apegos sexuales, los lazos de pareja, así como un papel fundamental en el lazo que se genera entre madre e hijo. De hecho, coloquialmente se le conoce como “la hormona del amor”.
Hasta ahora, se había indagado muy poco sobre su repercusión en otro tipo de relaciones y en la necesidad de socialización que tienen los seres humanos.
Ana Paulina Valenciahttp://www.youtube.com/watch?v=yA5nQCuRLdI
La mayor parte de las personas ha escuchado sobre la oxitocina, una hormona que tiene un rol importante en la generación de los apegos sexuales, los lazos de pareja, así como un papel fundamental en el lazo que se genera entre madre e hijo. De hecho, coloquialmente se le conoce como “la hormona del amor”.
Hasta ahora, se había indagado muy poco sobre su repercusión en otro tipo de relaciones y en la necesidad de socialización que tienen los seres humanos.
Un estudio realizado por especialistas de la Universidad de Stanford, sugiere que la influencia de esta hormona podría ser determinante en situaciones en las que se da la convivencia en grupo.
Investigaciones anteriores habían dado señas de que la oxitocina podía estar involucrada en este aspecto de la socialización, pero era difícil determinarlo porque se habían realizado utilizando roedores arvicolinos, que se caracterizan por ser monógamos.
Utilizar ratones, el mamífero más usa para hacer investigaciones científicas, era complicado debido a la naturaleza polígama de estos animales.
“Los ratones no buscan una pareja para quedarse con ella toda la vida, son promiscuos”, explicó a la BBC el jefe del estudio, Robert Malenka.
Todo queda entre amigos
Para determinar qué estímulos recibían los ratones al momento de socializar, enfocaron la investigación en las reacciones que sucedían en el núcleo accumben, una región del cerebro crucial para los sistemas de recompensa.
De acuerdo a Malenka, el comportamiento de los ratones ha dejado claro que les gusta convivir con otros de su especie. Se pensaba que esta tendencia se relacionaba exclusivamente con la supervivencia y la protección para evitar caer en las garras de los depredadores.
Sin embargo, observaron que estos roedores también disfrutan de jugar. “La pregunta es por qué les gusta pasar un rato con los demás y por qué es gratificante”, manifestó Robert.
Para verificar su teoría, los científicos prepararon una “prueba de preferencia condicionada de lugar”, en la que colocaron ratones 24 horas en una jaula con compañeros y, después, 24 horas en una jaula distinta, por sí solos.
El tercer día, los dejaron libres en una “casa” armada al conectar las dos jaulas, con una puerta que permitía que eligieran en cuál estar. La mayor parte de los animales prefirió pasar tiempo en la habitación en la que habían estado acompañados el primer día.
Según Malenka, esta reacción es similar a la de los humanos, ya que el cerebro de los ratones trabaja parecido al de los humanos, otra razón por la que estos animales son utilizados para experimentos científicos.
“Si sales con tus amigos a un bar, te diviertes y al día siguiente vas a uno distinto y nadie te habla, lo más probable es que prefieras regresar al primero, en el que pudiste convivir”, señaló el experto.
En los casos en los que los científicos interrumpieron el camino de la oxitocina hacia el núcleo accumben mientras los animales convivían, éstos no prefirieron la habitación más sociable.
“Estábamos en lo cierto”, dijo el autor de la investigación, “la oxitocina en el núcleo accumben era necesaria para la satisfacción social”.
Pero uno de los descubrimientos más importantes del estudio, fue que la “hormona del amor” no provoca el deseo de socializar por sí sola. “La oxitocina causa la liberación de otro químico del cerebro muy importante llamado serotonina”, reveló Malenka.
La serotonina es una hormona que se relaciona con los estados de ánimo y las emociones, y algunos antidepresivos tienen la función de incrementar la cantidad de este neurotransmisor en diversas partes del cerebro, entre ellas el núcleo accumben.
De manera que es la combinación de ambas sustancias –oxitocina y serotonina– la que provoca que se sienta satisfacción al convivir con un grupo.
Tratamiento social potencial
El nuevo conocimiento sobre la acción de la oxitocina dio esperanza a los expertos para que, profundizando en el tema, se puedan encontrar opciones para nuevos tratamientos para trastornos neuropsiquiátricos como el autismo y la esquizofrenia, pues las personas que los padecen tienen mucha dificultad para rodearse –y comunicarse– con los demás.
Ya se conocía su influencia aparente en el establecimiento de confianza en otras personas y se habían realizado ensayos clínicos administrando la hormona a niños con autismo, pero la comprobación de que provoca que la interacción social genere satisfacción, sugiere la posibilidad de procedimientos nuevos, específicamente para los trastornos que interfieren en este tipo de actividades.
Aunque Malenka enfatizó que para llegar a esa meta se requieren más indagaciones, dejó claro que la posibilidad existe.
Robert Malenka añadió que “lo que sugiere este estudio es que quizás la oxitocina, en combinación con pequeñas dosis de antidepresivos, puede funcionar bien y esto podría ser un tratamiento rápido para problemas sociales que tienen personas con autismo o esquizofrenia”.
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