La Malinche: la mujer más despreciada de México; Doña Marina, ‘la chingada’

Su nombre en México es sinónimo de traición a la patria, sin embargo, la causas que llevaron a la Malinche a terminar junto a Hernán Cortés son tan increíbles como la propia conquista.
Indigo Staff Indigo Staff Publicado el
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Durante muchos años, la Malinche ha sido considerada una de las mujeres más odiadas de México, tanto que de su nombre derivó un adjetivo –’malinchismo’– para denominar a los ‘traidores a la patria’.

De acuerdo con la Real Academia Española, malinchismo es “apego a lo extranjero con menosprecio a lo propio”.

Un término que es utilizado por los mexicanos desde hace muchos años y que parece culpar a una mujer de todas las desgracias nacionales, cuando en la conquista fueron varios los participantes.

Sin embargo, el contexto en el que la Maliche decidió estar con los conquistadores ayuda a comprender porque emprendió junto ellos la conquista.

Malintzin o Malinalli –nombre en lengua náhualt– vivió sus primeros años en Veracruz, Coatzacoalcos, y de acuerdo con las crónicas de Bernal Díaz del Castillo, le correspondía ser la heredera de los dominios de su padre tras su muerte.

La madre se habría casado con otro jefe indígena y procreado un hijo, acción que provocó un conflicto para saber quién sería el heredero o heredera.

Según la crónica de Díaz del Castillo, se decidió rápido y cruelmente: a Malintzin la dieron a unos indios de Xicalango, y se creó el rumor de que había muerto.

Finalmente, la Malinche terminaría bajo el dominio del cacique de Tabasco tras ser comerciada como esclava en el mercado de Xicalango.

LA LLEGADA DE CORTÉS

Luego de ser derrotados por Hernán Cortés en la batalla de Cintla, el cacique del lugar le regaló 20 esclavas al conquistador –con el objetivo de “apaciguar” las cosas– y entre ellas se hallaba Malintzin.

Malinalli fue bautizada por el catolicismo como Marina y entregada por Cortés al capitán Alfonso Hernández.

Sin embargo, el conquistador Cortés no tardó mucho en descubrir el valor de la joven de 15 años (era capaz de hablar náhuatl y maya) y la convirtió en su amante.

La joven indígena alcanzó una alta posición y entre los años de la conquista (1519-1521) pasó de ser Malintzin y sólo Marina a Doña Marina.

Sobre ella, Díaz del Castillo escribió lo siguiente: “Doña Marina tenía mucho ser y mandaba absolutamente entre los indios en toda la Nueva España (…). Sin doña Marina no podíamos entender la lengua de Nueva España y México”

Doña Marina se convertía así en una de las piedras angulares de la conquista: gracias a ella se logró el entendimiento entre culturas.

Cuando Cortés supo de la enemistad de algunos pueblos indígenas con los aztecas decidió buscar aliados para la conquista y encontró a los totonacas y los tlaxcaltecas, quienes se hallaban bajo el yugo del pueblo azteca. 

A la Malintzin se le culpa de haber usado su conocimiento para ayudar a los conquistadores, incluso de la masacre de Cholula: según las investigaciones, ella habría notificado una supuesta conspiración para matar a Cortés.

Sin embargo, ella no fue la única indígena que participó en la acción conquistadora, además de que era parte de la población dominada por el imperio azteca. 

“La Chingada”

En el Laberinto de la Soledad, Octavio Paz ejemplifica a la Malinche como epíteto de “la chingada”; “la madre violada”: porque la conquista también fue una violación.

“Si la chingada es una representación de la madre violada, no me parece forzado asociarla a la conquista, que fue también una violación, no solamente en el sentido histórico, sino en la carne misma de las indias (….) El símbolo de la entrega es doña Malinche, la amante de Cortés. Es verdad que ella se da voluntariamente al conquistador, pero éste, apenas deja de serle útil, la olvida”. 

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