La mente humana es un misterio. Aunque los avances científicos a nivel global han ayudado a arrojar cientos de descubrimientos o herramientas para descifrar los comportamientos sociales en términos violentos, aún faltan más investigaciones.
Este fin de semana, tres personas realizaron tiroteos en distintas zonas de Estados Unidos: en El Paso, Texas; Dayton, Ohio y Chicago, Illinois, lo que provocó la muerte de 41 personas en total (31 en Texas, nueve en Ohio y una en Chicago).
Hasta el momento, las autoridades norteamericanas siguen sin conocer, de manera oficial, la historia detrás de cada uno de los responsables ni la razón que los llevó a quitarles la vida a tantas personas, entre ellos a ocho mexicanos.
El mandatario confesó que dichas ideologías siniestras deben ser derrotadas, ya que “el odio no tiene lugar en EU. El odio deforma la mente, devasta el corazón y devora el alma”.
Emiliano Villavicencio Trejo, doctor en Psicología y docente de la Universidad La Salle, comenta que las personas autoras de un tiroteo, sean jóvenes o adultos, generalmente tienden a ser complicados de identificar, pues poseen múltiples características y comportamientos.
“La sociopatía es el trastorno que más se acerca para tratar este tipo de comportamientos. Los sociópatas no tienen consciencia sobre lo bueno y lo malo, fácilmente pueden tomar un arma y matar a personas. Dado que no hay una línea de lo bueno y lo malo, pueden disparar el gatillo y no tener ningún remordimiento, no sienten culpa”, explica el académico.
Además, dice que como no son conscientes de lo correcto e incorrecto, suelen ser crueles, ya que pueden hablar fácilmente de actos de absoluta barbarie con naturalidad. “Pero esta crueldad no es por maldad, sino por falta de consciencia”.
También, asegura el investigador, son personas muy inteligentes, metódicas y planean las cosas. El sociópata, a diferencia del psicópata, es astuto, y por lo tanto puede manipular a los demás. Son atractivas, camaleónicas, la gente puede estar conviviendo con uno en el trabajo y no se da cuenta.
Lorena Noemí Prieto Mendoza, responsable de la Unidad de Orientación Educativa del Sistema de Educación Media Superior de la Universidad de Guadalajara, resalta, para la revista salvadoreña Realidad y Reflexión, que la mayoría de las personas con menor capacidad de resiliencia son quienes resultan quedar atrapados en acciones violentas y, por tanto, sus efectos tienen consecuencias detonadoras de acciones agresivas.
Según el argumento de Prieto, una infancia difícil no determina la vida criminal de una persona, pero lo que sí es cierto, y que se ha encontrado a través de los hallazgos científicos, es que siempre existe en ellos una historia de maltrato físico y psicológico que desata el deseo inconsciente de matar, con el fin de lograr superar su perspectiva de víctima vulnerable.
Luego de los incidentes ocurridos en Estados Unidos, Trump aseguró que una de las medidas que tomará será poner fin a los videojuegos violentos. “Debemos detener la glorificación de la violencia en nuestra sociedad. Esto incluye horripilantes y espeluznantes videojuegos que ahora son comunes”, dijo.
Sin embargo, los estudios dicen otra cosa. En 2006, la Radiological Society of North America realizó un experimento en el que utilizaron aparatos de resonancia magnética en adolescentes.
Tras jugar media hora videojuegos violentos, el cerebro de los jóvenes presentaba una mayor actividad en la región emocional, identificada con la empatía. Y, al mismo tiempo, se percibía una disminución de la actividad en la zona asociada a funciones ejecutivas como el control, el enfoque y la concentración, necesarias para planificar una matanza escolar.
Lo que hace falta en el estudio del tirador
De acuerdo con Prieto, si una persona tiene un temperamento proclive a la violencia y nadie, por parte de su familia, le pone límites desde su etapa de infante, las probabilidades de que la educación escolar pueda llegar a regular su comportamiento son cada vez menores.
Al respecto, Villavicencio Trejo comparte que es importante la presencia de una educación formal, pues cuando un niño forma parte de un grupo cobra más consciencia del otro y de la sociedad, pasa de un pensamiento egocéntrico a uno sociocéntrico.
Para el doctor en Psicología, toda la sociedad debe tener cuidado y no permitir ni normalizar comportamientos agresivos o violentos.