El espacio es un lugar oscuro y vacío en el que la ausencia de aire impide que se extienda el sonido.
Sin embargo, gracias a datos de la Agencia Espacial Europea (ESA) y del Observatorio Solar y Heliosférico de la NASA (SOHO) se pudo capturar el movimiento dinámico existente en la atmósfera del Sol y “sonificar” dichos datos.
Gracias a esta “sonificación de datos” podemos escuchar con nuestros propios oídos las ondas, bucles y erupciones de nuestra estrella.
Según la agencia espacial estadounidense, “el bajo y palpitante zumbido de los latidos del corazón de nuestra estrella permite a los científicos mirar adentro, revelando enormes ríos de material solar que fluyen alrededor de sus ojos; por ejemplo, los oídos”.
Los datos de SOHO, sonificados por el Laboratorio de Física Experimental de Stanford , captan las vibraciones naturales del Sol y proporcionan a los científicos una representación concreta de sus movimientos dinámicos.
Estas vibraciones permiten a los científicos estudiar una gama de movimientos complejos dentro del Sol, desde erupciones solares hasta eyecciones de masa coronal.