Calabacín, de nueve años, ha matado a su madre por accidente. Ahora va a parar a una casa donde 7 niños, algunos huérfanos, conviven. De esto va Ma vie de Courgette, titulada en español La vida de Calabacín, que compitió por el premio Oscar con Zootopia.
La película animada realizada a base de stop motion por Claude Barras y Max Karli también compitió contra Moana, Kubo and the Two Strings y La tortuga roja; pero, fueron varios los críticos quienes consideraron que La vida de Calabacín merecía el reconocimiento, más que Zootopia, por su madurez al tratar un tema delicado: la violencia infantil.
Acompañado de heridas, lágrimas y un vacío en el estómago, Calabacín se encuentra con una banda de pequeños que están igual o peor que él. “Aquí todos somos iguales. No queda nadie que nos ame” dice Simón, el líder de la pandilla de huérfanos. Porque ellos no tuvieron padres como tal, no recibieron amor, ni abrazos, ni besos de buenas noches, no.
Los niños, los seres más vulnerables aparentemente, son los ladrillos de esta casa de desolación. Sus vidas tienen días nublados constantemente; en algunos, sus cabellos caen sobre el rostro para ocultar lo evidente: la desgracia.
De ahí una escena en la que los pequeños observan cuando una mamá abraza y besa a su hijo; los pequeños miran y miran.
Pero la vida no acaba con el dolor, continua. Se aprende a vivir con el vacío en el estómago. Claude Barras concierta las imágenes y los sentimientos para escupir una situación honesta: no todos los sentimientos son bonitos ni lindos.
A diferencia de Zootopia, en La vida de Calabacín hay padres en prisión, alcohol, drogas, asesinatos, suicidios e incluso pedofilia. Estas son las cicatrices que el suizo Claude Barras afronta en su esta cinta basada en el libro de Gilles Paris.
“Es una película para niños que también pueden ver los adultos. La diferencia esencial es que las películas de Pixar normalmente tienen una doble lectura. Una para los niños y otra, muy distinta, para los adultos. Nosotros, en cambio, queríamos que fuese la misma historia, el mismo viaje emocional, tanto para los niños como para los adultos”, declara el director.
EL MENSAJE
Existe una escena que es el clímax de la película y, también, el mensaje. Los niños bailan al ritmo de Grauzone, banda alemana del synth pop de los 80.
Para Claude Barras aquel baile encarna un exorcismo y un cambio: “es una manera de conjurar el abandono al que se han visto destinados los personajes. Es una escena clave, en la que todo cambia. De alguna manera conservan su inocencia, pero también dan paso a otra cosa. Está el exorcismo de aceptar su condición de huérfanos, y también empieza a adivinarse el descubrimiento del amor, aunque sea todavía un amor muy infantil que no se sabe muy bien cómo acabará en el futuro”.
Sin tocar la cursilería, el director explica, a través del guion, que aun en la miseria hay amor. Tal vez un amor diferente, un amor a modo. Por ello es que Calabacín escribe al final: “querido Simón, decía que el hogar era para los que no tienen a nadie que los ame. Te equivocaste porque nosotros todavía no te hemos olvidado”
No hay duda, es una de las mejores películas animadas que he visto pues la constante honestidad, dolor y amor es real; no hay fantasía.
RECOMENDACIÓN: 5 ESTRELLAS DE 5 (EXCELENTE)
Háganse un favor y vean “Ma vie de Courgette”.
El soundtrack también es una belleza. pic.twitter.com/w5Ksiq6Z9e— juanbacaro (@JuanBacaro) April 23, 2017
Sabías qué…
* La canción de la escena clímax es Eisbaer de Grauzone. Claude Barras la escogió junto con su productor ya que comparten gustos musicales. “Es una canción muy bonita que habla de soledad, de frío y de entrar en calor con uno mismo”, dice.
* El director se reunió con Gilles Paris para la adaptación del libro. La principal orden de Paris fue ser fiel a los personajes.
* Claude Barras fue nominado a la Cámara de Oro en el Festival de Cannes por este filme.
*Ma vie de Courgette compitió por el Premio Óscar a Mejor Película Animada contra Moana, Zootopia, Kubo and the two strings y la Tortuga roja.