Amor, comunicación y confianza son algunos de los elementos que ayudan a mantener una relación de pareja sana. Sin embargo, tener un vínculo amoroso e íntimo conlleva también autoconocimiento y responsabilidad afectiva; es esta complejidad la que ha llevado a abordarse desde diferentes campos, como el artístico, psicológico y hasta el científico.
De acuerdo con Ana Torres, psicóloga, terapeuta y sexóloga clínica, uno de los primeros errores que se cometen es creer que la relación es como “una cajita feliz”, un combo en el que se asumen y dan por hecho ideas preconcebidas.
“En nuestra sociedad mexicana, en el combo convencional de pareja, tenemos la idea de monogamia, exclusividad y una serie de elementos que se vinculan con el amor romántico que ‘todo lo puede’, que sólo hay un amor, la ‘media naranja’. A partir de esa idea empezamos a relacionarnos con alguien más y, muchas veces, ni siquiera nos preguntamos si en este momento de mi vida, sea adolescente o adulto, qué es lo que quiero y cuál es mi finalidad en construir una pareja”, destaca Torres.
En este sentido, se ve a la pareja como un producto que proveerá todos los prejuicios mencionados, pero en realidad, esta unión es un acto de voluntad: se trata de dos personas que están, por deseo propio, para estar y compartir.
“La pareja es un traje a la medida que se tiene que construir, no como este artículo de consumo que, a propósito del 14 de febrero, pareciera que yo tengo que dar ese regalo o, si no, no estoy siendo una buena pareja”, comenta.
Siempre queda el compromiso
Ana Torres indica que, para tener una relación sana, desde un inicio es necesario pensar en la unión como un proceso. Al momento de dar o recibir el “sí”, involucra conocer a la pareja, saber lo que se desea y la finalidad de cada uno.
La relación, indica, es un elemento vivo que necesita ser cuidado, alimentado y educado para que crezca y se fortalezca.
“No es lo mismo ser una pareja de dos meses a un año, 10 o 20, porque las personas vamos teniendo necesidades distintas y la relación tal cual necesitará de esos ajustes”, refiere.
Si bien, el proceso de enamoramiento en términos de la neuroquímica se da en los primeros dos años, pues las sustancias químicas como la serotonina y la melatonina ayudan al vínculo y deseo hacia la otra persona, con el tiempo esas sensaciones se van diluyendo.
Al final, queda el compromiso, los intereses en común y los acuerdos, lo que se recibe y se puede ofrecer, el proyecto de vida que se visualiza para esa relación en específico.
“Para construir relaciones sanas se necesitan tres ingredientes: la intimidad, es el conocimiento que yo sé de ti, lo que le invierto a la relación; la pasión, que es el componente, incluso, eróticamente, de cómo me vinculo contigo, no me refiero sólo a lo sexual, sino qué tanto disfruto de estar juntos.
“El tercero es el compromiso, la voluntad de estar contigo. Una pareja o relación consolidada tendría que plantear estos tres elementos, pero lo cierto es que a lo largo de la historia de la pareja pueden ir fluctuando, es ahí donde debemos hacer altos en el camino, hacer una especie de actualización”, indica.
Tú, yo y la relación
Ana Torres recomienda plantear con lo que cuenta la pareja en el presente, qué les hace falta y qué desean, no sólo de manera individual, sino ver el vínculo de tres: tú, yo y la relación, que es el mundo que coexiste entre las personas involucradas, en donde se encuentra la negociación y en el que para poder estar se tiene que saber lo que se está dispuesta a dar y recibir.
“Muchas veces no tienen claro lo que quieren y es cuando entran los reclamos, pareciera que es culpa de la otra persona. El punto es cómo nos preparamos para estar en pareja, porque la pareja es el lugar, momento y persona donde no sólo lo podemos pasar maravilloso, también podemos conocer nuestro más grande infierno”, sostiene.
Por ello, Torres expone que la clave, al momento de alguna pelea, está en pedir en lugar de reclamar desde la exigencia. “Es muy común que digamos que la comunicación es la base de la relación, pero pocas veces identificamos que la comunicación implica saber escuchar”, agrega.
En toda historia de una relación va a haber desacuerdos; sin embargo, el verdadero problema es no saberlos resolver en conjunto, esto, aclara la psicóloga, hace exitosa a una pareja.
“Tarde o temprano habrá dificultades, porque venimos de contextos e historias muy distintas. De alguna manera todas y todos estamos heridos, llegan dos personas heridas que se eligieron; nuestro subconsciente tiene planes más grandes, más allá de nuestra lujuria, gusto y deseo inmediato, elegimos a la persona porque hay una oportunidad de crecimiento y enseñanzas, y, a veces, ese aprendizaje tiene que atravesar el conflicto para que yo me pueda dar cuenta de lo que necesito”, abunda.
Hay que tomar en cuenta que hay muchos tipos de relaciones y parejas, no hay alguna receta única. Cada una enfrenta sus conflictos, deseos y anhelos; no obstante, para involucrarse es necesario que se cultive el diálogo y tener en cuenta que no se puede construir con una sola persona.
La honestidad, estar en contacto con las propias sensaciones y las de la pareja, así como valorar si vale la pena la lucha de esa relación, o no, es clave en el proceso.
“Cuando no me siento a gusto o valorada, es el primer momento en el que hago un alto y veo cómo me siento con la relación. Es necesario compartirlo con la pareja, en la mayoría de los casos, este punto implica que algo ya se está rompiendo en la comunicación; no siempre será sencillo, pero vale la pena ver la disposición de la otra persona, cuando ya no hay esta reciprocidad de construir, entonces ya no hay una pareja”, explica.