Activistas se manifestaron ayer afuera del Palacio de Bellas Artes en contra de las agresiones que sufrieron miembros de la comunidad LGBT+ por parte de organizaciones como el Frente Auténtico Campesino cuando defendían el óleo de Fabián Cháirez, La Revolución.
Con pancartas y al grito de “¡Zapata vive, la lucha sigue!” los manifestantes ondearon la bandera de la comunidad gay para exigir respeto y condenar la homofobia.
Para muchos, La Revolución está sirviendo como un espejo social que muestra los prejuicios arraigados de los mexicanos.
Para Enrique Torre Molina, activista y consultor LGBT+ y cofundador de Colmena 41, el arte puede ser una herramienta en contra de la discriminación y en este caso, además, está sirviendo para exhibir prejuicios y valores de diferentes públicos.
“Creo que (La Revolución) le ofende a los hombres con un criterio muy pobre, que todavía hoy ven lo ‘masculino’ como algo superior a lo ‘femenino’. Por eso ven esa presentación de Zapata como algo ofensivo o indignante”, asegura Torre Molina.
Más allá de una pieza u obra en específico, comenta el fundador de Colmena 41, el apoyo del gobierno se ve cuando protegen la libertad de expresión y la libertad artística, por lo que de este suceso aprende que la defensa de la diversidad sexual sigue siendo importante en México, incluso, en la Ciudad de México.
Debido a los hechos violentos, diversos colectivos están convocando mañana a un evento en la explanada del Palacio de Bellas Artes para defender la libertad de expresión y los derechos culturales de la comunidad LGBT+.
Por su parte, los integrantes de la Comisión de Cultura y Cinematografía de la Cámara de Diputados, presidida por Sergio Mayer, firmaron un acuerdo ante el pleno en el que dicen que es indispensable que se preserve la libre manifestación de las ideas en las expresiones artísticas y culturales, así como el derecho al libre acceso de información plural y oportuna.
También reconocimiento a las autoridades del INBAL por fomentar y preservar las libertades y la pluralidad a través de la difusión de la cultura y las artes y condenaron los hechos de violencia que se suscitaron el 10 de diciembre exhortando a las autoridades competentes a adoptar medidas de prevención ante cualquiera otro acto que amenace la seguridad e integridad.
Finalmente, exhortaron a la Secretaría de Cultura a generar espacios de encuentro que propicien el libre y edificante intercambio público para mantener condiciones de desarrollo de la cultura, atendiendo la diversidad cultural en todas sus manifestaciones y expresiones.
La revolución que viene
Cada cierto tiempo, específicamente en este país, se producen choques importantes entre la producción cultural y la vida social, por lo que para Cuauhtémoc Medina, curador en jefe del Museo Universitario Arte Contemporáneo (MUAC), lo que se está viviendo en estos últimos tiempos, este año en particular, es el encuentro entre las exigencias de condiciones de vida y de seguridad de mujeres y de la comunidades LGBT+ y una sociedad que ya cambió mucho, pero que sigue permitiendo niveles de violencia machistas intolerables.
“Este cuadro que lleva pintado tres, cuatro, años, en buena medida, aborda el que la revolución hoy está en la cabalgata de género. El artista entendió que esa iba a ser la dinámica y decidió significar ese argumento mediante la imagen de Zapata”, asegura el curador.
El óleo de Fabián Cháirez, dice, es parte de ese fenómeno clave que muestra que la revolución del siglo XXI será la de los géneros.
“El hecho de que los motivos de una organización sean tan deleznables y bajos no cambia el hecho de que su discurso está localizado en el rango de identificar machismo y nacionalidad y de atribuirle a personas como Zapata algún rol para demostrar que el poder todavía lo tiene el patriarcado, de manera que el choque que ocurrió ayer sí es relevante, porque lo que está en juego en México es si puede haber una cultura en el país que no esté formulada a partir de la dominación y la violencia de los hombres o de los demás grupos de la sociedad”,indica.
Si bien es cierto que la producción cultural y artística están involucradas en las movilizaciones sociales, no es porque el arte pueda cumplir un objetivo, sino que éste puede volverse relevante en la forma en que se articule con las movilizaciones sociales y con las preguntas que se hacen los ciudadanos.
“Una gran cantidad de obras de arte se lanzan como esta obra, como una especie de nota en una botella al mar y algunas de ellas llegan a estar involucradas en el momento de toma de conciencia de una situación, pero ese modo de operar de las obras de arte que todos conocemos no tiene la forma de enviar una piedra y pegar en un objetivo, es mucho más misterioso y complejo, porque depende de los cambios culturales y sociales”, dice el curador.
Para él, sobre todo, las obras de arte lo que sí hacen es poner en evidencia a las personas, en este caso exhibe la capacidad del artista, del museo, de la institución y del curador de haber hecho preguntas que estaban siendo pertinentes.
“Esta obra expuso al presidente de la República mostrando su incapacidad de entender nada de lo que está pasando al proponer que haya una conciliación, cuando las obras de arte y los proyectos culturales no tienen lugar para conciliación alguna. Lo expuso metiendo la mano en un lugar donde no tiene que meterse el poder público, este hace bien en crear estructuras para exhibición, hay una autonomía de los museos que definen proyectos, hay un campo de responsabilidad de curadores y artistas, pero en un país democrático y moderno, la presidencia de la República se calla y defiende las libertades y lo que tuvimos ayer en la mañana fue al presidente exhibiéndose como un anacronismo”, señala Medina.
Falta por aprender
Para el doctor Emiliano Villavicencio, académico de la Universidad La Salle, el enfrentamiento sucedido en el Palacio de Bellas Artes es un tema educativo, pero también de intervención social.
“Estas manifestaciones extremistas muestran la intolerancia que prevalece en la sociedad mexicana, entonces, fue un interesante momento de la propia sociedad con respecto al tema del respeto de la diversidad y lo que mostró fue que aún estamos en pañales, seguimos siendo bastante intolerantes”, opina el académico.
Villavicencio considera que la gente está acostumbrada a acercarse a la figura de Emiliano Zapata a partir del arquetipo del hombre mexicano, arraigado a sus raíces y defensor de la tierra, por lo que cuando se hace bajo otra mirada se siente tergiversado.
“Pero lo cierto es que yo no pierdo mi masculinidad si me maquillo, o si en mi ropa me feminizo un poco usando colores y combinaciones. Eso no radica en lo que utilizo, la feminidad y la masculinidad tienen que ver más con un tema de identidad y no de actitud”, explica.