La Malinche toma la palabra en la Conquista

El escritor José Luis Trueba habla sobre su nueva novela histórica, la cual le permitió investigar, conocer y darles voz a las mujeres de la Conquista, a través de un personaje que, a lo largo de los siglos, ha navegado entre lo real y lo fantástico
José Pablo Espíndola José Pablo Espíndola Publicado el
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¿Cuál fue el papel de las mujeres durante la Conquista del Nuevo Mundo?, fue una pregunta que rondaba la mente de José Luis Trueba Lara. Al revisar novelas históricas y libros de Historia, las mujeres siempre aparecen como personajes marginales, como seres que no se notan muy fuertes. Tras más de ocho años de trabajo, investigación y creatividad, el escritor presenta Malinche (Océano, 2020), novela que le permitió investigar, conocer y darles voz a las mujeres, a través de un personaje que, a lo largo de los siglos, ha navegado entre lo real y lo fantástico.

“Cuando empecé a pensar en la Malinche, habían dos cosas que me prohibí pensar, la primera era convertirla en una heroína romántica, eso de que fuera el amor de Hernán Cortés y luego la despecha, no, porque ese amor es más del tipo que ocurría en el siglo XIX. La segunda fue caer en estos vórtices de lo grotesco, la traidora, la piruja o la mismísima chingada, como le dice Octavio Paz en El Laberinto de la soledad”, comenta Trueba Lara, en entrevista con Reporte Índigo.

El camino que eligió el escritor para entender este personaje estaba sustentado en dos cualidades que la hicieron absolutamente brillante, atractiva para contar su historia. La primera es que fue un “ser fronterizo”, de manera literal, fue una mujer que vivió en una de las fronteras de Mesoamérica.

“Los habitantes de las fronteras son dueños de muchas lenguas, son dueños de dos tradiciones o tres. En el lugar donde estaba la Malinche llegaban los comerciantes del centro y del sur de Mesoamérica y los del sur de la zona Maya, es decir, ella vivió en un lugar donde se cruzaban todas estas personas, esto le dio una cualidad que tal vez no era tan notoria en aquel momento, era bilingüe”, explica el escritor.

Pero la Malinche, además, tuvo un golpe de suerte. Cuando Cortés no entiende el náhuatl, y su traductor tampoco, ella puede traducir del náhuatl al maya, y el traductor del maya al español; a partir de ese momento, Trueba Lara está convencido de que esta mujer aprende a jugar un nuevo juego: el del poder.

Es tan buena y aprende tan bien, que de ser entregada a Cortés en Tabasco, pasa un año y logra estar sentada junto a Moctezuma, un camino que no es poca cosa, admirable por donde se vea, ya que no cualquiera lo conseguiría.

“Es un camino muy arduo, complicado y lleno de envidias. En la novela me dedico a tratar de entender por qué y cómo lo logra”, indica el autor de Malinche.

La búsqueda de la Malinche

Sin duda se ha escrito bastante sobre la Malinche, ya sea desde la exaltación o la condena. Existen materiales que la vuelven una princesa de novela de caballerías, como los de Bernal Díaz del Castillo; hay otros que la admiran como una negociadora o como una mujer poderosa, incluso, hay unos más que la muestran como una suerte de doble cuerpo de Hernán Cortes.

“El resultado final cuando terminas de leer todo eso es que estás claro en algunas cosas, pero estas lleno de agujeros; vamos, te doy uno que no es agujero, es como zanja, nosotros sabemos nada o casi nada de la Malinche desde que nace hasta que se topa con Cortés, toda su infancia y su primera juventud es casi desconocida, ante ese fenómeno yo quedé obligado a la novela”, confiesa José Luis Trueba.

Si hubiera escrito un libro de Historia, “otro gallo cantaría”, dice el autor, pero al ser una novela histórica ocurren tres cosas en ella: la primera es algo de lo que pasó, pero también hay algo de lo que pudo haber pasado y, por último, hay lo que a Trueba se le pegó la gana que pasara.

“En una novela histórica se juntan estas tres cosas, algo de la realidad, algo de las posibilidades de lo real y lo que el autor necesitaba que pasara; es decir, yo tuve que inventar un bolón de personajes, todos los que forman parte de su infancia y de su primera juventud los inventé yo, ¿por qué me los inventé así?, pues es que los necesitaba de esa manera”, platica el escritor.

El primer capítulo

Para Trueba Lara cualquier primer capítulo es el más difícil de escribir, ya que éste va diciendo cómo se va a oír la novela, es decir, es ahí donde se le da el tono.

“Cuando lees ‘Vine a Comala porque me dijeron que acá vivía mi padre, un tal Pedro Páramo’, ese ritmo lo va a tener Rulfo en toda la novela, y lo mismo ocurre con Malinche, cuando yo planteo el primer enunciado, tengo que seguir ese ritmo; es más, para lograrlo es leerlo en voz alta o hacer ruiditos, y esto es como un metrónomo para que la novela tenga una cadencia”, explica José Luis.

En el primer capítulo, además, el escritor explora por primera vez el personaje y tiene que empezar a presentarlo; así, en la novela de Trueba Lara aparece la Malinche a punto de morir, marcada por tradiciones indígenas y españolas, “es el primer gran paso y a partir de ahí ya todo como que va fluyendo”.

“La memoria me dará el último latigazo antes de que la vida se apague en mi carne. El aire se me saldrá del pecho mientras en el corazón y en el hígado me retumba todo lo que quería olvidar. El pasado me arderá por última vez. No puedo irme sin recordar que ellos ganaron, que nosotros somos sus perros, sus esclavos, sus putas que sólo nos ponemos en cuatro patas como si fuéramos yeguas listas para ayuntarse. Sobrevivir quizá no fue la decisión correcta”, se puede leer en Malinche.

Tras su investigación, la primera cosa que enamoró a José Luis Trueba, no sólo de la Malinche, sino de todas las mujeres, fue la posibilidad de entrar al mundo mágico; es decir, en toda la novela aparecen los talismanes, nahuales y hechizos. La otra fue el descubrir el papel que muchas de ellas cumplieron en la Conquista.

“Cuando llegan los españoles, les mandan mujeres para que les den de comer, entonces, les ofrecía un tamal o una tortilla, comida humana, si se la comían quería decir que eran humanos, si se hubieran comido a la mujer serían dioses; es decir, cuando te adentras en el mundo de la Malinche acabas por descubrir el mito de que los miraban como dioses. Para mí eso fue una experiencia verdaderamente sensacional, fue de lo mejor que me pudo haber pasado”, confiesa el escritor.

Otros mundos

Al escribir Malinche, José Luis Trueba descubrió otros personajes muy interesantes, pero entiende que es momento de alejarse un poco de esa época, por lo que ahora está trabajando en una novela que corre en el Siglo XIX.

“Necesito tomar distancia de la Conquista, por razones de que ya fueron muchos años, y entonces me merezco ir a pasear a otro lado”, indica el autor.

Encuentros virtuales

Con esto del confinamiento, el escritor reconoce que hacer actividades al aire libre es difícil y arriesgado para la gente, por lo que está planeando una serie de “cosas nuevas y raras” a través de las redes sociales.

“Se me ocurrió que estaría padre organizar con los lectores y con las librerías encuentros virtuales, no para presentar el libro, sino para dar un curso de la Conquista; entonces, el chiste es que tú leas la novela y que yo les dé dos o tres pláticas, por ahí va la cosa”, comparte.

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