Los cierres de los desfiles de la semana de la Alta Costura, cuya edición Otoño-Invierno 2014 comenzó esta semana en París, suelen ser impactantes. Tradicionalmente, el último look de cada desfile es un vestido de novia.
Los diseñadores aprovechan ese momento para armar un gran final, con un vestido de ensueño. Pero Karl Lagerfeld, director creativo de Chanel, ha optado por un camino distinto.
Desde hace varias temporadas, el diseñador alemán culmina sus shows de Alta Costura –que son unas semanas antes de las semanas de la moda lista para usar– con declaraciones políticas.
Comenzó con parejas besándose, en las que los novios lucían colores extravagantes y las novias no usaban el tradicional color blanco. Le siguieron vestidos cortos, botas vaqueras o conjuntos informales de falda y blusa.
Pero hace año y medio, en el desfile para la temporada Primavera-Verano 2013, dio una gran sorpresa: dos novias agarradas de la mano, con vestidos idénticos y acompañadas por un niño pequeño. La audiencia lo interpretó como un apoyo para la legalización del matrimonio homosexual.
“Ni siquiera entiendo el debate. Desde 1904 (en Francia), la Iglesia y el Estado han estado separados”, dijo Lagerfeld a AP después del desfile.
Para los siguientes dos desfiles, las novias de Karl usaron vestidos casi completamente transparentes, alejándose del paradigma de la novia recatada y ultra cubierta.
Pero fue hasta esta Semana de la Alta Costura que Lagerfeld impactó con la misma fuerza que a principios del 2013, ya que la modelo Ashleigh Good, que está en su tercer trimestre de embarazo, presentó el vestido que cerró el desfile.
Good ha aparecido en los desfiles de Chanel por nueve temporadas, y su look de novia embarazada, con elementos barrocos, se llevó los aplausos de los asistentes al Grand Palais.
