Las últimas memorias

En 2002 la historia de Hungría asestó un triunfo internacional sin precedentes, Imre Kertész se hacía acreedor del Premio Nobel de Literatura, lo que marcó que el país europeo ganara por primera vez este reconocimiento.

A los 14 años de edad vivió en carne propia la Segunda Guerra Mundial, cayendo en las manos del ejército nazi hasta su liberación en 1945. Tuvo que mentir acerca de su edad –decía que tenía 16– para salvarse de la exterminación inmediata que se aplicaba a los menores.

Hidalgo Neira Hidalgo Neira Publicado el
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'En cualquier caso me encontré escribiendo porque tenía que escribir, aunque no sabía por qué”
Imre KertészEscritor

En 2002 la historia de Hungría asestó un triunfo internacional sin precedentes, Imre Kertész se hacía acreedor del Premio Nobel de Literatura, lo que marcó que el país europeo ganara por primera vez este reconocimiento.

A los 14 años de edad vivió en carne propia la Segunda Guerra Mundial, cayendo en las manos del ejército nazi hasta su liberación en 1945. Tuvo que mentir acerca de su edad –decía que tenía 16– para salvarse de la exterminación inmediata que se aplicaba a los menores.

Trabajó como traductor de libros de lengua alemana al húngaro al volver a Budapest, sin embargo al querer escribir sus propios trabajos de ficción se le dejó de percibir un sueldo, ya que su país quedó bajo la ocupación comunista del régimen de la Unión Soviética.

Y es que 13 años le tomó terminar su primer obra, “Sin destino” (1965). Pero vería las imprentas hasta una década después, siendo completamente ignorada en un principio en Hungría, pero bien recibida en la Alemania Occidental.

El verdadero éxito en su país le llegaría hasta después de ganar el Nobel, pues de la venta de sus libros superó las 500 mil copias, pero su origen judío también fue objeto de protesta contra el comité organizador del galardón sueco.

En su libro “El diario de la galera”, Kertész destiló más de su trauma vivido bajo el régimen de Adolfo Hitler, explicando que “aún cuando hable de otra cosa, hablo de Auschwitz, soy un médium del espíritu de Auschwitz, Auschwitz habla a través de mí”.

A pesar de que el reconocimiento le trajo una vida más acomodada, el autor declaró para la publicación alemana Die Zeit que lamentó haberse convertido “en una marca, en la marca Kertész”.

Criticó la visión hollywoodense de Steven Spielberg de la Segunda Guerra Mundial, “La lista de Schindler” (1993), calificándola como kitsch, “pero también considero kitsch cualquier representación del Holocausto que no logra dar a entender las múltiples consecuencias éticas de Auschwitz”, escribió para la Universidad de Yale en 2001.

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