Latinoamérica: La vecindad del Chavo

Hablar de Roberto “Chespirito” Gómez Bolaños provoca instantáneamente una sonrisa en el rostro. El fallecido comediante, productor, actor y escritor es un emblema de la televisión y el humor en México y diversas partes del mundo, pero también era un generador de sonrisas por excelencia.

Incluso las personas que no son fanáticas de Gómez Bolaños, reconocen que fue una de las últimas figuras de aquella era clásica de la televisión y el entretenimiento.

María Alesandra Pámanes María Alesandra Pámanes Publicado el
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millones de espectadores tenía en promedio cada transmisión de "El chavo del 8"
Sus espectáculos llenaron estadios de futbol, recintos como el Luna Park de Buenos Aires y el Madison Square Garden, en Nueva York
El programa “Chespirito” estuvo al aire por 25 años en la televisión mexicana. Actualmente siguen las retransmisiones en México y países de Hispanoamérica
"Me da mucha envidia (Juan) Rulfo que con dos libros logró tanta fama… y a mí me ha costado 60 mil cuartillas"
Roberto “Chespirito” Gómez BolañosComediante, actor y escritor
"La libertad de expresión es algo tan grande que no cabe en los cerebros estrechos. Por tanto, el excedente se desborda convertido en algo evidentemente nauseabundo”
Roberto “Chespirito” Gómez BolañosComediante, actor y escritor

Hablar de Roberto “Chespirito” Gómez Bolaños provoca instantáneamente una sonrisa en el rostro. El fallecido comediante, productor, actor y escritor es un emblema de la televisión y el humor en México y diversas partes del mundo, pero también era un generador de sonrisas por excelencia.

Incluso las personas que no son fanáticas de Gómez Bolaños, reconocen que fue una de las últimas figuras de aquella era clásica de la televisión y el entretenimiento.

Su encanto creativo unió a todos los estratos socioeconómicos y a todas las edades, convirtiéndose en un elemento más de la cultura popular.

Los programas creados por Chespirito unieron a chicos y grandes, pero también eliminaron las barreras de las clases sociales. Como menciona una publicación en El Financiero, “la identidad latinoamericana, que sabe del Materialismo Histórico por oídas, encontró su objetivo histórico en la torta de jamón, símbolo utópico de la abolición de la lucha de clases. Roberto Gómez Bolaños (…) entendió claramente la batalla social que producían el progreso y el urbanismo: la Vecindad del Chavo del Ocho era, antes que un escenario cómico, un debate de conciencia de clases”.

Y agrega que el Señor Barriga, “de próspero estómago y sobrada salud (como la de Noño, su hijo) dirimía el patio con el noble niño de grandes sentimientos, el Chavo, ajeno a cualquier tipo de corrupción moral. Un ‘sin casa’ portador de la ética y las más altas lecciones cristianas; ‘óyelo, que está buscando amigos’, cantó en una noche llena de hambre”.

La empatía por mostrar y reflejar las distintas dimensiones de la sociedad mexicana, sin marcar los estereotipos a nivel guión, estaban claramente en la Vecindad “familias funcionales y ordinarias”. Siendo la Chilindrina huérfana, Doña Florinda viuda y Doña Clotilde (la Bruja del 71), soltera. 

Sin dejar de mencionar al desempleado de Don Ramón, en quien “la debilidad demuestra (como en ‘Nosotros los pobres’) que entre la miseria se encuentran los grandes sentimientos humanos. Las virtudes teologales, fe, esperanza y, sobre todo, caridad, se manifiestan con mayor énfasis en los que nada tienen. Esa fue la lectura religiosa y sociológica durante muchos años. Esa actitud franciscana matiza el debate de clases del reparto”, subraya El Financiero.

“Como lo dijo bien Tolstoi, las familias distintas son las apetecibles para los espectadores, por muy comunes que sean sus vidas”, menciona el artículo en el diario mencionado. 

Ya que “la televisión es una gran mentira que juega a ser verdad. Por lo tanto, la verdad estaba reflejada mentirosamente en cada capítulo de ‘El Chavo del 8’”, enfatiza dicha publicación.

A lo largo de 40 años, sus personajes se han apoderado de la TV, sobre todo en países de América Latina, y sus programas han sido traducidos a idiomas como portugués, japonés, italiano e inglés.

Y es que este “Shakespeare” (su apodo “Chespirito” hace referencia a William Shakespeare, y fue creado por el director de cine Agustín Delgado), tenía “eso, eso, eso” que pocos tienen dentro y fuera de la televisión: pasión por lo que hacía.

Más allá de un don, talento o carrera llena de esfuerzo, Chespirito era un apasionado de su trabajo.

La fórmula del éxito en la televisión se puede conseguir con un extraordinario guión y buenos actores y directores, pero si se le agrega el ingrediente pasión como la tenía Gómez Bolaños, el resultado son generaciones de chicos y grandes pegados al televisor para disfrutar de una emisión simple, sencilla y entretenida.

Ante todo, pasión

La pasión de Chespirito se refleja claramente en la creación de sus personajes, que ahora son queridos e imitados en la cultura popular.

En 1970, se estrenó la serie “Chespirito” en la televisión mexicana, en donde aparecían personajes como el Chapulín Colorado, un superhéroe muy torpe, noble, que se caracterizaba por tomarse unas pastillas de chiquitolina para hacerse diminuto, dando pie a efectos especiales innovadores en la televisión de esa época.

El Chapulín Colorado es recordado por ser “más ágil que una tortuga, más fuerte que un ratón, más noble que una lechuga, su escudo es un corazón”. A su vez por su frases célebres “síganme los buenos”, “que no panda el cúnico” y “no contaban con mi astucia”. Sin olvidar “lo sospeché desde un principio”, cuando descubría a sus enemigos.

También están el Doctor Chapatín, el Chómpiras y Chaparrón Bonaparte pero, sin duda, su personaje icónico fue, es y será el Chavo del ocho, un niño huérfano, de escasos recursos, que no tiene nombre y que tiene un barril de madera como escondite. Su comida favorita es la torta de jamón, aunque solamente aparece en dos episodios comiendo dicho alimento.

En palabras de Chespirito, el Chavo “era el mejor ejemplo de la inocencia y la ingenuidad: la inocencia y la ingenuidad propias de un niño. Y lo más probable es que esa característica haya sido la que generó el gran cariño que el público llegó a sentir por el Chavo”, por ello, más de tres generaciones crecieron junto a un niño que “no le tienen paciencia”.

Y es que la fórmula para ser entrañable radica, más allá del talento, en el amor por las letras y la pasión por su trabajo. Chespirito tenía un ingenio como ninguno, y la entrega hacia cada proyecto se reflejaba no solo en los ratings de la televisión, sino en los corazones de más de tres generaciones hispanoamericanas que crecieron anhelando tener un Chipote Chillón y preparando tortas de jamón para el lonche del día siguiente. 

Con CH de Chespirito

¿Quién era Roberto Gómez Bolaños? Detrás del Chavo, Chómpiras y del Doctor Chapatín, estaba Roberto, una mente creativa y un hombre cuyo ingenio sigue siendo incomparable.

Nacido el 21 de febrero de 1929, en la Ciudad de México, Gómez Bolaños fue el segundo hijo del reconocido pintor, dibujante e ilustrador Francisco Gómez Linares y Elsa Bolaños-Cacho Aguilar.  

Chespirito ingresó a la Facultad de Ingeniería en la Universidad Nacional Autónoma de México (UNAM), pero su sed por las letras provocó que abandonara la carrera y, en 1950, comenzó su profesión literaria al trabajar como creativo en la publicidad. Después llegaron la radio y la televisión. De hecho, además de darle vida a simpáticos personajes como Don Ramón, Roberto se convirtió en un destacado guionista de TV y radio.

En la década de los 60 debutó en su faceta como actor en “Dos locos en escena” y en “Dos criados malcriados”, pero nunca dejó la pluma, de ahí a que el director de cine Agustín Delgado le impusiera el sobrenombre “Chespirito”.

Pero fue en la década de los 70 cuando llegó el momento de despuntar como un ícono de la TV mexicana: el estreno de “Chespirito”. Un año después, apareció el primer episodio de “El chavo del 8”.

El ‘chavo’ de la vida real

Durante su infancia, Roberto Gómez Bolaños disfrutaba jugar futbol, boxear y, al igual que a su padre, le gustaba la pintura. Por lo general realizaba dibujos sobre rostros y paisajes.

Estuvo casado con Graciela Fernández, con quien tuvo seis hijos, entre ellos el productor Roberto Gómez Fernández.

Cuando tenían 23 años de casados se separaron y, desde entonces, mantuvo una relación amorosa con Florinda Meza, quien interpretó a Doña Florinda y a Popis en “El chavo del 8”. En el 2004, después de 27 años juntos, Roberto y Florinda contrajeron matrimonio.

A lo largo de 40 años, fumó en demasía. De hecho, la causa de su muerte se debió a complicaciones respiratorias.

No le tienen paciencia

Aunque Chespirito fue adorado por millones, para algunos sus programas estaban plagados de humor simple e insultante.

Cuando hablaba de política generaba polémica. De hecho, Chespirito decía en vida que no visitaba gobiernos, sino “a los pueblos que disfrutaban su trabajo”.

Pese a ser querido por miles, en el 2006 dividió opiniones al apoyar abiertamente al Partido Acción Nacional (PAN), y criticó directamente a Andrés Manuel López Obrador (entonces candidato del PRD).

En el 2007, se unió a los detractores conservadores que pugnaban que el aborto debía seguir siendo delito en el Distrito Federal. Mucho se dijo que actuó en una fiesta de los hijos de un narcotraficante del Cartel de Cali, en Colombia, pero declaró que nunca había estado ligado al narco, de ninguna manera.

‘Tenía que ser el Chavo del 8’

Indiscutiblemente tenía que hacer referencia a mis mejores anécdotas con Chespirito. Pude verlo dos veces en vida. 

La primera durante el 2do. Congreso Internacional A Favor de lo Mejor: ¿Qué necesita la sociedad de los medios de comunicación?, en el Auditorio Nacional, en octubre del 2003. Durante este encuentro habló sobre la falta de ingenio en la televisión y señaló que era “mucho más cómodo y fácil recurrir a los viejos y conocidos albures que gastar tiempo en buscar tramas y situaciones ingeniosas”.

La segunda vez fue en el 2007, también en octubre, en su famosa obra teatral “11 y 12”. Por azar del destino, una amiga muy querida (y fanática de Chespirito), y yo logramos conocerlo junto a su ahora viuda, Florinda Meza, y pudimos darle un obsequio.

El encuentro fue sumamente emotivo y Chespirito aprovechó para entrar en personaje una y otra vez durante la plática. Inclusive lloró como lo haría su personaje emblema, con su clásico “Pi pi pi pi”.

Honor a quien honor merece

A través de las redes sociales, la familia de Roberto Gómez Bolaños agradeció el apoyo del público, y anunció que se llevaría a cabo un homenaje de cuerpo presente en el Estadio Azteca. En Twitter publicaron: “en nombre de la familia, gracias por tanto amor. Los esperamos mañana en el Estadio Azteca a partir de las 12, para despedirlo. Los Gómez”.

Así, miles de personas acudieron al recinto para despedir a una leyenda de la televisión latinoamericana.

Un ídolo en las redes sociales

El 28 de mayo del 2011, Chespirito abrió su cuenta de Twitter y alcanzó, en menos de un día, más de 170 mil seguidores, al día siguiente obtuvo 250 mil, y llegó al medio millón en solo una semana.

Al cierre de esta edición, su cuenta en el sitio de microblogging tenía 6.8 millones de seguidores activos.

El 28 de noviembre del 2014, el día de su muerte, las redes sociales se inundaron con mensajes, imágenes, videos y posts sobre Chespirito. 

En los Trending Topics estaban su nombre y sus personajes, a nivel global. Topsy, herramienta que mide tuits, anunció que los mensajes sobre el comediante superaron los del trailer de la nueva cinta de “Star wars”.

Además…

Un ávido escritor, Roberto Gómez Bolaños no solo fungió como guionista y creativo de publicidad, también publicó los siguiente libros:

> “Y también poemas” (2003)
> “El diario del El Chavo del Ocho” (2005)
> “Sin querer queriendo” (2006)

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