Para vestir santos
La fe se puede expresar de diversas maneras, por ello, reconocidos o no, los santos populares son un reflejo de los personas y de sus problemas actuales.
“Millones de mexicanos buscan en otros referentes una tablita de salvación, encuentran y crean a sus propios santos, después los enriquecen y los vuelven recrear”, cuenta José Gil Olmos, autor de “Los brujos del poder”, en entrevista para Reporte Indigo.
Azaneth CruzLa fe se puede expresar de diversas maneras, por ello, reconocidos o no, los santos populares son un reflejo de los personas y de sus problemas actuales.
“Millones de mexicanos buscan en otros referentes una tablita de salvación, encuentran y crean a sus propios santos, después los enriquecen y los vuelven recrear”, cuenta José Gil Olmos, autor de “Los brujos del poder”, en entrevista para Reporte Indigo.
Circunstancialmente y en el recorrido de su labor periodística, Gil Olmos fue encontrándose con personas e historias que le contaban referentes culturales y religiosos de cada lugar, los cuales no eran precisamente santos o personas destacadas en la sociedad.
El Niño Fidencio, Jesús Malverde, Juan Soldado, Juan del Jarro, entre otros, son tan sólo una probadita de los nuevos referentes de la sociedad mexicana. Todos ellos reales y producto de la creación de cada pueblo.
“Los santos populares son derivados de la misma Iglesia Católica, la diferencia está en que a veces se satanizan porque las personas que los crean son considerados delincuentes, narcotraficantes y/o adictos. Un ejemplo de ello es la Santa Muerte, pero si te acercas a observar las misas te darás cuenta que son familias completas quienes la visitan y van a pedirle favores”, cuenta el autor del libro “Santos Populares. La fe en tiempos de crisis”.
Ya no piden milagros
Las personas ya no están pidiendo milagros, piden favores que en ocasiones se refiere a las necesidades básicas como tener un trabajo, tener para comer o simplemente contar con buena salud.
Para Gil Olmos, periodista de la revista Proceso, las personas se están acercando a santos más terrenales para pedirle cosas que, por respeto, no pedirían a la Virgen o a otros personajes de la Iglesia Católica.
Un ejemplo que encontró son las personas marginadas de los campos en los que se cultiva la amapola y quienes para comer piden a los santos populares una buena cosecha.
“Reconocidos o no por la iglesia, estos santos están dando una esperanza a los mexicanos que el gobierno no les da. Podría decirse que funcionan como un catalizador de la inconformidad social”, comenta.
De acuerdo con el periodista, no se trata meramente de una cuestión religiosa o política en la que los mexicanos han permitido que se corrompa el sistema, sino de una acción individual.
“No tengo ninguna creencia en esto. La fe se puede expresar de una manera totalmente distinta, por tanto, mi fe está en el cambio y está en la gente”, puntualiza el escritor José Gil Olmos.