El risotto es uno de los platillos más populares de la gastronomía italiana, y aunque es del agrado de muchos paladares a nivel mundial, es poca la gente que se anima a prepararlo desde casa.
Para conseguir un risotto intacto, libre de sobrecocción y sin restos quemados, la paciencia de quien lo cocine es clave al momento de prepararlo, pues se necesita de una gran supervisión.
Y aunque hay diferentes versiones del risotto, con champiñones, lácteos, diversos vinos y quesos, lo más importante es respetar el tipo de arroz, el cual debe ser arborio o carnaroli, un grano corto que absorbe una cantidad superior de líquidos que el convencional.
Risotto
*para cuatro personas
300 g de arroz arborio o carnaroli
½ cebolla blanca
75 g de queso parmesano rallado
75 g de mantequilla
1 diente de ajo
1 lt de caldo de pollo (se puede cambiar por agua simple o lácteos)
100 ml de vino blanco
20 ml de aceite de oliva
Preparación
1. Pica la cebolla y el ajo. Sin quemarlos, dóralos con una cucharada de mantequilla en una olla alta y agrega el arroz.
2. Mientras pones a hervir el caldo de pollo, mueve constantemente el arroz con el ajo y la cebolla, a fuego bajo, hasta obtener un tono brilloso.
3. Vierte el vino blanco a la olla y espera a que se evapore por completo (aproximadamente tres minutos). Sigue con el movimiento al arroz.
4. Una vez evaporado el vino, agrega medio litro del caldo de pollo hirviendo. Espera entre 15 y 20 minutos antes de verter el resto. Continúa moviendo el arroz.
5. Apaga el fuego cuando el arroz haya logrado una consistencia semi cremosa y el líquido se haya reducido en un 30 por ciento (debe verse que aún hay restos del caldo).
6. Agrega el queso parmesano rallado, el aceite de oliva y la mantequilla. Bate hasta deshacer todos los ingredientes.
7. Sabrás que el risotto está listo cuando tenga una consistencia “a la onda”, es decir, que cuando se mueva con cuchara o pala una onda se logre percibir.
