Los otros rostros de villa

El autor Jesús Vargas Valdés busca con el libro Villa Bandolero agregar un inciso en la vida del revolucionario que hasta hoy ha permanecido oculto del escrutinio social, su etapa como forajido de la justicia al norte de México y su escape fallido hacia Cuba
Hidalgo Neira Hidalgo Neira Publicado el
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[kaltura-widget uiconfid=”38728022″ entryid=”0_z9y43hbe” responsive=”true” hoveringControls=”false” width=”100%” height=”75%” /] Héroe, antagonista o revolucionario, las distintas caras con las que es visto Pancho Villa son sólo aristas de una leyenda que hasta hoy sigue siendo enigmática en el imaginario nacional y que sigue dando de qué hablar más allá de las biografías antes publicadas por Paco Ignacio Taibo II, Friedrich katz, entre otros autores.

Ahora tocó el turno para Jesús Vargas Valdés, escritor chihuahuense, que en lugar de documentar lo que ya estaba escrito por otros, se fue dos pasos atrás y enfocó la mirada en un pasaje casi ausente de la historia, la vida de un hombre que no sólo fue Villa, que en el fondo fue Doroteo Arango, pero también construía una realidad paralela para esconderse de la justicia.

“Muchos documentos se pierden porque tenían como una norma estratégica nunca usar el nombre Doroteo Arango y mucho menos presentarse como tal (…) hay muchos documentos que andan por ahí, donde aparece un José Pérez, un Juan Chávez, etcétera, que es Doroteo Arango, pero no podemos identificarlo porque no se les relaciona”, narra el historiador, en entrevista para Reporte Índigo.

Villa Bandolero profundiza en el periodo previo de este personaje a la Revolución Mexicana y cómo es que desde niño se tuvo que valer por sí mismo, cayendo en un grupo de delincuentes que huían de la ley

“Villa en todo este tiempo en que ya forma su propia banda no se le identifica físicamente, lo más que hay sobre él son descripciones muy breves, era alto, de ojos amarillos, de frente amplia, de labios abultados, maxilar inferior más pronunciado, pero una fotografía no existe de Villa en esa etapa”, comparte Vargas Valdés.

El caballo delator

José Doroteo Arango Arámbula supo vivir a la sombra del calor del norte, le gustaba la secrecía y al menos durante sus primeros 30 años estuvo en la clandestinidad, estos pasos le resultaron difíciles de seguir al escritor chihuahuense, pero una vez teniendo los documentos fue que encontró las diferentes vidas del caudillo.

“En 1910, en Parral (Chihuahua), encontré un expediente de un robo de 28 reses a una hacienda de Valle de Rosario. En ese expediente aparece un personaje, Manuel Flores, que es el propietario de 28 reses que se venden en el rastro de Torreón y Jesús Vara es el encargado de llevar las reses al rastro”, pronuncia.

En el papeleo se precisa que Vara es cuñado de Flores, cuando se le pide a Vara que demuestre la propiedad de su caballo, en el papel se indica que quien firma la entrega del equino es Francisco Villa.

“Entonces, le preguntan quién es Francisco Villa y resulta que es el mismo Manuel Flores que le había entregado las reses para que las llevara al rastro, este Manuel Flores está casado con su hermana que vive en Santa Isabel, Chihuahua, y se empieza hacer la investigación y al final los calígrafos que contrata el juez determinan que Manuel Flores, Francisco Villa y Doroteo Arango son la misma persona”, revela Vargas Valdés.

Sin defender al Centauro

Entre la percepción que existe de Villa y su militancia en la Revolución, está la construcción social de un hombre que se ha vuelto un estandarte de lucha, pero también está su periodo de bandido, ante esta polémica el autor no busca proteger a Arango, sólo exponer esta faceta del general

“El hablar de Villa Bandolero quiere contribuir a que se conozca mejor el personaje, tal y como es, con sus claroscuros, porque yo puedo decir que mi pretensión no es defender la figura de Francisco Villa, mi pretensión es presentarlo tal como fue”, aclara.

Cuando Villa pasa a las filas de Francisco I. Madero, la clase política nunca termina por aceptarlo por su pasado oscuro, además sus actitudes le hacen permanecer como un eterno bandido, un insurrecto ante la ley.

“Todo esto ha contribuido a crear un personaje que reúne muchas cualidades en una persona que viene desde los estratos más bajos del pueblo y esto es fascinante para cualquier persona de este país que no haya tenido oportunidad de vivir bien, de prepararse, de escalar a niveles sociales. Es fascinante pensar que uno de su clase, que fue albañil, minero, caporal, jinete, forajido, pudo hacer grandes cosas, hay una empatía social inmediata”
Jesús Vargas ValdésEscritor

La cultura del presente

Para el historiador, la exclusión social genera personalidades que se vuelven íconos de una época, esto fue lo que ocurrió con Villa y lo hace parte de una actualidad que se vuelve atemporal.

“El tránsito por esta experiencia de registrar el bandolerismo me remitió a comprender mejor una cultura que no es del pasado, es una cultura del presente, la marginalidad social produce personajes con características particulares que no pueden ser consideradas automáticamente como malas, simplemente son diferentes”.

El periodista olvidado

El trabajo futuro que Vargas Valdés está desarrollando es acerca de un reportero que estuvo latente durante la Revolución Mexicana, pero del que poco se sabe, de eso irá su siguiente libro.

“Por un intermediario acuerda con Zapata que le va a ir a hacer una entrevista, se van en un tren Herrerías, el de la cámara y otros reporteros, y en el camino el tren es asaltado por zapatistas y como en el tren iba un destacamento federal, mueren todos los periodistas, entre ellos Ignacio Herrerías y la entrevista con Zapata se pierde”.

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