Robert estaba nervioso. Era ya algo normal. Cada que iba a salir a escena, practicaba un momento antes y se dejaba llevar. Esta vez había más libertad.
El director de la película Taxi Driver, Martin Scorsese, le había dicho a Robert que tenía plena libertad para actuar como mejor le pareciera. Por ello, el guion sólo tenía una pequeña indicación para la escena: hablar frente al espejo como un niño queriendo ser vaquero.
Compleja, pero imaginativa. La escena permitió a Robert De Niro recordar una película famosa hace algunos años: Reflejos en ojo dorado (1967).
En la cinta, Marlon Brandon se encontraba frente al espejo y simulaba tener varias conversaciones. El hombre se miraba fijamente a los ojos y recreaba varios escenario, sonreía y se enojaba.
BRUCE SPRINGSTEEN
Sin embargo, la principal inspiración vino del rockero Bruce Springsteen. Aquel hombre americano que había nacido en Nueva Jersey, que bailaba en la oscuridad y que había movido a toda una nación con su música.
Robert era Travis, un extraño, violento y solitario taxista de Nueva York. Se miró al espejo y recordó de nuevo la escena de Marlon Brando. Pero los nervios seguían ahí.
Aunque, a decir verdad, Robert no era el único nervioso. El resto del equipo de filmación estaba inquieto, ya que la escena se grabó en un edificio de Columbus Avenue, el cual estaba apunto de derribarse por lo que las autoridades ya habían planeado su demolición cercana.
Pero regresemos a Springsteen. Robert memoró un concierto cuando el músico se dirigió al público y les preguntó si le hablaban a él. Así, la improvisación de De Niro comenzó a fluir.
PAUL SARTRE
El guionista Paul Schrader llenó de la filosofía del existencialismo al personaje de Robert. Ello a partir de La náusea, libro de Jean Paul Sartre que habla sobre el héroe existencial europeo y su soledad en un contexto social deprimente.
Cuando Robert De Niro leyó el guion se imbuyó en esta filosofía. Una que reside en la desesperación a través de la pasividad y la indiferencia. Sin embargo, ubicado en un contexto totalmente americano.
¿ME HABLAS A MÍ?
La frase de Springsteen no es vacía. En boca de Travis conlleva un discurso existencialista que no es fácil de digerir y que, en su mayoría, puede ser malinterpretado.
Por esta razón, la honestidad con que deambula la película de Scorsese es cruda y no teme mostrar a un proxeneta y a una niña prostituta como los personajes circulantes a Travis.
El hablarse a sí mismo en el espejo es la muestra de su soledad en un discurso superficial, pero en lo profundo concierne a una relación social que no funciona y, en gran parte, por la podredumbre de la sociedad setentera.
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