Bipolaridad: mal del siglo XXI

“Llegué a sentir que me dolía respirar...”, relata Horacio Flores, quien padece bipolaridad. “Mi caso fue gradual, constantemente sufría depresión. Siempre todo parece normal, luego las cosas empiezan a salirse de control y un episodio se vuelve más fuerte que otro (...)”, agrega.

23%
de mujeres son afectadas por trastornos de bipolaridad
La depresión es la tercera causa de muerte entre los jóvenes de entre 16 y 19 años de edad

“Llegué a sentir que me dolía respirar…”, relata Horacio Flores, quien padece bipolaridad. “Mi caso fue gradual, constantemente sufría depresión. Siempre todo parece normal, luego las cosas empiezan a salirse de control y un episodio se vuelve más fuerte que otro (…)”, agrega.

Sentado en una silla de madera, Horacio comparte detalles sobre su caso con esta afección mental. Es una persona extrovertida, artística, su tono de voz es alto y fuerte, su forma de hablar es rápida, un tanto desesperada. Quiere explicar y que queden claras las situaciones por las que atraviesa una persona bipolar. Se ha autonombrado un “militante” del trastorno que pretende ayudar.

“Generalmente vas al doctor cuando estás deprimido y no acelerado, entonces te diagnostican y te medican con depresión. Si no tienes un regulador en el medicamento, de la nada comienzas a brincar a episodios maníacos”, explica Horacio con ansiedad.

Juega con sus manos, sus ojos intentan fijarse en los de su interlocutor pero no puede evitar mirar a todos lados, sube la mirada, la regresa, parece estar recordando aquellos motivos que lo hicieron darse cuenta que algo no estaba bien.

Flores tenía 34 años cuando fue diagnosticado. Y dice que en su familia “ya existían antecedentes de personas con depresión… Cuando te deprimes no dimensionas las cosas, te sientes muy mal, te quieres morir, agredes sin darte cuenta y eso siempre repercute. Por ello, cuando me diagnosticaron me sentí aliviado, por fin supe cómo afrontar mis fuertes episodios”.

Horacio es artista. A él, la bipolaridad le ha abierto camino y le permite canalizar los sentimientos del trastorno con determinación sobre algún conocimiento que desea adquirir. Ha logrado realizar más de 100 retratos en ocho días (sin saber dibujar), y ha aprendido a tocar el ukulele en cuestión de horas.

Ha orientado sus crisis a través del arte. Ha aumentado su capacidad cognitiva y artística, una cualidad que desconocía.

Entre el mito y la realidad

Actualmente, la depresión es la tercera causa de muerte entre jóvenes de 16 y 19 años, mientras la bipolaridad es parte de una de las principales causas de ausentismo laboral y baja, al disminuir la calidad de vida de las personas.

Autoenfermarnos parece ser el pasatiempo favorito del siglo XXI pero, ¿qué tan certera es su existencia?

De acuerdo con un estudio citado en el libro “La depresión y otros trastornos psiquiátricos”, la Organización Mundial de la Salud (OMS) ha exhortado a los países a desarrollar estrategias de promoción, prevención y atención tendientes a alcanzar dichos preceptos con la intención de que el individuo logre ser consciente de sus capacidades para poder afrontar las tensiones normales de la vida y trabajar así de forma productiva.

“Sin salud mental no hay salud”, destaca la publicación.

En México, de acuerdo con un estudio de la doctora María Elena Medina Mora, las enfermedades mentales ocupan los primeros lugares y disminuyen la calidad de vida, modificando el curso de otras enfermedades crónicas.

Estadísticamente las enfermedades de la mente afectan en un 25 por ciento a hombres y 23 por ciento a mujeres, donde a pesar de la alta prevalencia, sólo el 12 por ciento recibe una atención médica correcta.

Psicoanálisis como recurso

“El término ‘bipolaridad’ es utilizado comúnmente para la psicología y la neurología, pero desde el psicoanálisis no tiene lugar”, señala Juan Carlos Muñoz Bojalil, maestro en psicoanálisis.

Para este académico, el trastorno forma parte de la incapacidad de algunas personas para manejar sus afectos de una forma satisfactoria y de una falta para relacionarse con el mundo.

“No existe una persona que esté en una normalidad plena todo el tiempo. A lo largo de nuestra vida todos tenemos momentos difíciles y algunos los ‘resuelven’ siendo manipuladores, chantajistas o deprimiéndose, entonces, el trastorno se convierte en un recurso para estar siendo soportado por el otro”, expresa el maestro en psicoanálisis.

Muñoz Bojalil señala que en ocasiones, ante situaciones difíciles, las personas creemos tener un vacío que jamás podremos llenar y acudimos a medicamentos que probablemente serán una solución temporal. El maestro Bojalil remarca que la mejor alternativa es buscar el camino hacia lo que realmente se desea, por más difícil que parezca.

Está sentado en la silla del paciente, frente a él hay un librero que desborda. Los libros están en orden, formando palabras, por colores, por temas, por favoritismo. Sus manos no dejan de moverse mientras explica, entretanto su mirada cambia de un lado a otro revisando lomo por lomo.

“El psicoanálisis tampoco es la panacea para que las personas resuelvan sus problemas, pero creo que hay un punto fundamental en el que se busca construir en base a los preceptos e ideas de cada persona un mapa sobre cómo estar en el mundo sabiendo lo complicado que es. ¿Cómo atreverse? ¿Cómo hacerse un lugar?”, describe Muñoz Bojalil.

Y señala que hablar sobre un 70 por ciento de la mala diagnosticación de los casos en México se queda corto, pero si se habla de un conteo real, es lo más acercado a la realidad.

“Es como si un diagnóstico resolviera el problema… Una enfermedad mental no es un cáncer que se debe de extirpar, eso forma parte de lo humano. Hay que dialogar”.

Farmacéuticas, el negocio final

En un artículo de la revista médica British Medical Journal, investigadores demostraron que las compañías farmacéuticas ocultaron los riesgos de antidepresivos cuando se solicitó aprobación de las autoridades sanitarias de Estados Unidos (FDA) y Europa (EMA). Tras revisar 70 estudios sobre dos de los grupos de antidepresivos más comunes, se encontró que los pensamientos suicidas y comportamientos agresivos se duplicaban en niños y adolescentes que los ingerían.

En el año 2000, la publicidad se dedicó a convencer a la gente de que la mayoría de los problemas habituales podía ser una causa de depresión, esto catapultó económicamente a una industria farmacéutica que encontró la oportunidad de crear formas inteligentes para llegar a la sociedad y hacerlos dependientes a fármacos que no tienen ninguna utilidad.

De acuerdo a una investigación de la columnista Martha Rosenberg se crearon conceptos como “depresión resistente al tratamiento” y “depresión progresiva”, los cuales triplicaron el consumo y mantuvieron a flote el inmenso barco de los antidepresivos.

Científicos han advertido sobre el riesgo de suicidios adolescentes debido al consumo de antidepresivos, sin embargo, la industria continúa con enorme crecimiento.

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