Miedo, angustia, y ansiedad… ¿cómo afrontarlos a un año del sismo?
Los sismos de septiembre del año pasado provocaron en los mexicanos experiencias que los marcarán para toda su vida; psicólogas explican cómo sobrellevarlas y hasta qué punto necesitan atención especializada
José Pablo EspíndolaLos dos terremotos ocurridos en México, el del 7 de septiembre del año pasado con epicentro frente a las costas de Chiapas, y el del 19 del mismo mes, cuyo epicentro se registró en los límites de los estados de Puebla y Morelos, sin duda dejaron marcas y heridas, que a un año de distancia siguen presentes en la memoria de la mayoría de los mexicanos.
Miedo, angustia, ansiedad y tristeza, son algunas de las palabras con las que personas recuerdan lo sucedido. El concepto de estrés postraumático se hizo popular, al grado de utilizarlo indiscriminadamente ante cualquier reacción al sonido de la alerta sísmica o a uno muy parecido, además de los movimientos bruscos.
“Este tipo de fenómenos o desastres de gran magnitud, creo que más que hablar de generar miedos, por ponerle alguna etiqueta, generan aprendizaje, eso es lo más importante”, explica la maestra Tania Gordillo Moreno, académica de la Facultad de Psicología de la UNAM.
“El ser humano tiene esta capacidad de aprender, incluso, de cuestiones de tragedias y precisamente este aprendizaje hace que haya condicionamiento, asociaciones negativas, evidentemente antes de que pasara el sismo del año pasado, la gente sabía que estaba la alerta sísmica y no le daba tanta seriedad o tanta importancia porque no había una asociación negativa al respecto”, explica.
La mayoría de esas personas que carecían de dichas asociaciones no vivieron el sismo de 1985, por lo que no contaban con un referente de aprendizaje y no le daban valor, pero cuando experimentaron los sismos del año pasado, comenzaron a desarrollar asociaciones de consecuencias.
El problema para la maestra Diana Jiménez, especialista en Psicología de la Universidad La Salle, es cuando empiezan a involucrar “pensamiento místico, con lo que escuchan en los medios de comunicación, incluso, con explicaciones científicas. Existe como una necesidad, por un lado, de buscar información para minimizar estas manifestaciones, pero también, las personas llegan a sugestionarse por una serie de eventos que no están relacionados, pero que ellas empiezan a vincular”.
Por ejemplo, creen que en septiembre es más probable que tiemble, que el 19 es un número de mala suerte. Que los temblores se pueden controlar o predecir, pero el gobierno se niega a avisar a tiempo a la población, por mencionar algunos.
“Con el sonido de la alerta hay una asociación de posibles cosas negativas y por eso a la gente le genera estrés y éste lo que provoca es que activa tu organismo para reaccionar ante situaciones de peligro. Entonces, todas estas asociaciones que surgen del aprendizaje posterior a los sismos, le genera a las personas estímulos condicionados a todos estos eventos que son naturales hasta cierto punto”, comenta la académica de la UNAM.
Las especialistas señalan que los estímulos que generan los ruidos similares a la alerta sísmica, el entrar a edificios con cuarteaduras, las fechas mismas de los eventos pasados, son naturales y reflejan lo preparado que están los ciudadanos para afrontar situaciones de peligro, porque así lo marca la experiencia.
¿Cuándo sí es estrés postraumático?
Si al escuchar la alerta sísmica, comienza a latir tu corazón y se activa tu sistema simpático, que es el que te ayuda a responder ante el peligro, se tensan tus músculos y se prepara tu cuerpo para huir, eso es normal, es un mecanismo natural, una respuesta biológica, pero lo normal es que pase, que tu cuerpo se regule, que baje su estrés y puedas continuar con tus actividades normales. Aunque te hayas espantado, puedes seguir siendo funcional. De no ser así, puede que exista un problema.
“Cuando ya tendríamos que estar pensando en una atención psicológica por estrés postraumático, es que en todas esas situaciones que te generan estrés te impidan la funcionalidad, es decir, si vas a entrar a un edificio y de plano te haga salir porque no puedes estar ahí adentro y que además tengas insomnio y pesadillas. Tu vida comienza a no ser funcional y empiezan afectarse las actividades cotidianas”, asegura Gordillo Moreno.
En esas situaciones es recomendable que la gente acuda con un experto, por muy leve que se vea afectada, es importante recurrir a un especialista, primero, con un psicólogo para ver qué nivel de estrés tiene. Después, recurrir quizá a un trabajo interdisciplinario con un psiquiatra para ayudar a controlar todas estas cuestiones.
Para la profesora de la Facultad de Psicología de la UNAM, los sismos nos dejaron aprendizajes buenos, como ser más serios al realizar los simulacros, el que la alerta ya no se tome como un juego o el ser más precavidos y revisar el estado de las instalaciones de los edificios a los que ingresamos y ubicar las salidas de emergencia.
Además dice, que los fenómenos naturales abrieron una puerta muy grande en el tema de la salud mental y de la necesidad de tomarla con mucha más responsabilidad. Así que recomienda que la gente debe monitorearse para saber cómo está y cómo se siente.
¿Y la #FuerzaMéxico?
Después de los dos sismos ocurridos en septiembre pasado, millones de mexicanos salieron a las calles a brindar ayuda. Algunos se sumaron a los cuerpos de rescate, otros prefirieron recaudar alimentos, ropa y cobijas para los damnificados. La sociedad se hizo presente y, la mayoría, decidió sumarse
La maestra Diana Jiménez, especialista en Psicología de la Universidad La Salle, asegura que lo que pasó es muy similar a lo que sucede en un concierto. “Cuando un grupo de personas comparten un evento lo que pasa es que nos volvemos con una sola identidad, eso no tiene que ver sólo con los mexicanos, que nos educan muy grupal, eso pasaría de manera general en muchas partes del mundo”.
“Pero no es permanente, porque somos seres sociales, pero también existe la necesidad de satisfacernos de manera individual. Realmente es temporal el apoyo, esta fusión, no hay un tiempo estimado, pero no es permanente”, finaliza la experta de la Universidad La Salle.