Curar con hierbas, pactar con el maligno o contactar espíritus son algunas de las actividades atribuidas a las brujas, sin embargo, estos personajes están cargados de mitos y realidades.
La sociedad occidental concibe a la bruja tradicional como una mujer que vuela arriba de una escoba, realiza pociones e incide en la voluntad de los hombres o mujeres que se cruzan en su camino.
Sin embargo, según la cultura de cada país, la idea de lo que es una bruja puede variar, e incluso separárseles entre las que hacen el bien y las que obran mal.
Su historia es larga pues data desde los inicios de la humanidad, cobra relevancia en la Edad Media y alcanza hasta nuestros días.
Las brujas ¿realidad o fantasía?
Una de las primeras menciones a estos seres se hace en la Biblia, en donde son condenadas por Moisés.
Saúl, primer rey de Israel, consultaba a una bruja en En-Dor para poder hablar con el profeta Samuel cuando esta ya había fallecido.
Antes de Cristo, en el 450, Plinio el Viejo alude a Lex Cornelia, que prohibió la brujería en Roma y condenaba a muerte a quien la practicaba.
“Los adivinadores, los hechiceros y los que hacen uso de la brujería con malos fines, los que evocan a los demonios, los que intentan confundir con insistencia y violencia, los que, para perjudicar emplean imágenes de cera, serán castigados con la muerte”, menciona dicha ley.
Numerosos textos antiguos hablan acerca de la existencia de brujas en la edad antigua.
En la Edad Media se promulgó la Lex Salica que condenaba a las brujas activas a pagar fuertes multas. El Código de Leyes establecido por Carlomagno establecido entre 780 y 782 se contempla la prisión para quienes lleven a cabo actos de brujería.
En esta época surgen miles de textos que denunciaban los poderes y actos de las brujas, al amparo de la Inquicisión, institución que se encargó de perseguirlas, enjuiciarlas y ejecutar sentencias en su contra.
La persecución en su contra comienza con la bula papal de Juan XXII en 1326.
Es en este momento de la historia cuando surge el estereotipo de bruja que se encuentra presente hasta ahora.
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Fue hasta 1862 que Jules Michelet, un importante historiador francés, realizó un libro en el que reivindicaba a las mujeres señaladas por realizar brujería.
Michelet presentó a las brujas como rebeldes y revolucionarias, además de considerarlas víctimas. El autor buscó reivindicar los derechos de las mujeres a través de la figura de las brujas, quienes están subordinadas a Satanás así como las mujeres al sistema que privilegia al hombre.
Sin embargo, los postulados de Michelet no tendrían éxito en su época, sino hasta el surgimiento de los movimientos feministas en 1970, que retomaron las ideas de emancipación de la mujer.
A las brujas se les han atribuido a través de los siglos prácticas como pactos con el diablo, la realización del sabbat, una fiesta en honor a Satanás en las que se realizaban bailes, orgías y otras actividades para estimular la fecundidad de la tierra.
También tienen una participación importante en la fiesta de origen celta y druida Halloween, además de reconocerse su capacidad para volar con o sin ayuda de una escoba.
Las brujas y los niños guardan una estrecha relación en la mitología y en la literatura. El cuenta Hansel y Grettel, protagonizado por una bruja y dos niños es prueba de ello.
En México aún existe la creencia de que las brujas visitan hogares donde viven bebés para robarlos. Madres aseguran que durante la noche sus hijos aparecen en sitios distintos de la casa y ello es el resultado del ataque de una bruja que fue descubierta y no pudo llevarse a su presa.