Mo Yan: entre la espada y la pared

La primera reacción de Mo Yan fue de emoción y miedo cuando se enteró que había ganado el Premio Nobel de Literatura. “Dijo que estaba encantado y asustado”, según confesó Peter Englund, secretario permanente de la Academia Sueca que designa a los laureados, cuando se puso en contacto con el escritor chino antes de dar el anuncio oficial.

Guan Moye, mejor conocido por su pseudónimo literario Mo Yan, tal vez reaccionó de esa manera porque se imaginó el impacto que tendría en China ese reconocimiento.

Juan Antonio Zertuche Juan Antonio Zertuche Publicado el
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La primera reacción de Yan fue de emoción y miedo cuando supo que ganó el Nobel de Literatura; tal vez reaccionó de esa manera porque se imaginó el impacto que tendría en China ese reconocimiento

La primera reacción de Mo Yan fue de emoción y miedo cuando se enteró que había ganado el Premio Nobel de Literatura. “Dijo que estaba encantado y asustado”, según confesó Peter Englund, secretario permanente de la Academia Sueca que designa a los laureados, cuando se puso en contacto con el escritor chino antes de dar el anuncio oficial.

Guan Moye, mejor conocido por su pseudónimo literario Mo Yan, tal vez reaccionó de esa manera porque se imaginó el impacto que tendría en China ese reconocimiento.

Horas antes del anuncio, los sitios especializados y las casas de apuestas tenían, una vez más, su atención en Haruki Murakami, el exitoso escritor japonés autor de novelas como “Tokio blues (Norwegian Wood)” y “1Q84”. Los más osados seguían con la esperanza puesta en Bob Dylan, una causa de la cultura pop que año con año parece que desvanece.

Pero mientras los medios Occidentales barajaban apellidos como el de Murakami, Roth o Dylan, la atención de los medios en China se centró en la figura de Mo Yan. “¿Será que el Nobel reconozca por primera vez a un escritor chino?”, era la pregunta que se formulaban con un inusual entusiasmo.

Y es que la reacción fue muy diferente hace 12 años, cuando el escritor chino Gao Xingjian recibió el Nobel de Literatura viviendo en el exilio como ciudadano francés. En esa ocasión, los medios y el gobierno en China ningunearon el reconocimiento.

Incluso el Ministerio de Relaciones Exteriores chino dijo que el premio había sido “utilizado para motivos políticos ulteriores”.

Dos de los premios Nobel que quizá tienen mayor impacto sociopolítico tienen que ver con el de la Paz y el de Literatura. Que el primer reconocimiento Nobel de Literatura se hubiera otorgado a un autor censurado y exiliado, no representaba una buena imagen para los intereses del gobierno chino. La humillación se completó 10 años después, cuando el académico, crítico literario y activista de los derechos humanos, Liu Xiaobo, fue reconocido en 2010 con el Premio Nobel de la Paz.

¿Por qué entonces el gobierno chino reaccionó diferente con el Nobel más reciente? Porque Mo Yan no es un disidente ni un crítico a boca llena, como lo es el artista contemporáneo Ai Weiwei, más reconocido a nivel internacional que incluso Liu Xiaobo, quien sigue preso.

Weiwei es uno de los personajes top del arte contemporáneo en Occidente. Su “fama artística” está quizá a la par de Banksy o Damien Hirst, fama que aprovecha para señalar los abusos de su gobierno, criticar las condiciones de vida de sus connacionales y la falta de libertades en China.

Es el disidente más visible y el enemigo número uno del Partido Comunista chino. Es desde esta posición que lanza fuertes críticas a Mo Yan, poniendo en duda su independencia intelectual.

“Como intelectual, creo que no es uno consciente. Ha seguido claramente la línea del Partido y en varios casos ha demostrado ningún respeto por la independencia de los intelectuales”, de esa manera se expresó Weiwei al ser cuestionado por medios de comunicación después del anuncio del Nobel.

El artista contemporáneo tiene un punto, pero a medias.

¿Alejado de la polémica?

Un análisis publicado por la agencia AP da justo en el clavo para describir el trabajo de Mo Yan: “El novelista practica el arte de desafiar el status quo sin ofender a los que la mantienen”.

Quizá algo tenga que ver con el significado del pseudónimo del escritor que nació en 1955, al Este de la provincia costera de  Shandong.

“Mo Yan” quiere decir “no hables” en mandarín, supuestamente un recordatorio que el propio escritor se impuso para no abrir la boca y no meterse en problemas. Además, el pseudónimo le ayudó a esconder su identidad mientras escribía cuando servía en el ejército.

Pero ahora que el Nobel lo ha puesto en el ojo del mundo, de poco ha servido ese recordatorio.

A pregunta expresa de periodistas, Mo se refirió de la siguiente manera de Liu Xiaobo, su compatriota Nobel de la Paz actualmente encarcelado.

“Espero que pueda recuperar su libertad muy pronto (…) Si puede ser liberado en buen estado de salud cuanto antes, entonces podrá estudiar su política y su sistema social”, dijo sin elaborar más, pero es probable que se haya referido a que Xiaobo podría reconsiderar su postura respecto al Partido Comunista.

Mo es miembro del Partido y además es vice presidente de la asociación de escritores en China, un organismo oficial.

Después de dar a entender que pedía la liberación de Xiaobo, el artista Weiwei reconsideró su posición frente al escritor que tanto ha criticado.

“Quiero darle la bienvenida a Mo Yan de regreso a los brazos de la gente (…) Si este tipo de coraje es el resultado, espero que más escritores chinos ganen premios Nobel”, dijo Weiwei.

El gobierno de China soñaba con un reconocimiento así. Desde la reapertura económica y cultural que se dio en la década de los 80, el Partido Comunista ha deseado que uno de sus ciudadanos que actualmente esté viviendo, trabajando y prosperando en China, sea reconocido con un Nobel como el de 
Literatura.

¿La razón? Validar la modernización que ha implementado el Partido en China. Pero si Mo Yan sigue sin seguir su propio recordatorio de mantenerse callado, con la atención que ahora tiene el mundo estará atento a lo que tenga que decir. Y eso incluye traducir en declaraciones a la prensa con sus propias palabras la crítica social que plasma en sus historias.

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