Morbo sexo y un hotel
Netflix estrena ‘Voyeur’, documental que sigue la vida de Gerald Foos, el hombre que compró un motel con el propósito de observar a sus huéspedes teniendo relaciones sexuales y que nunca fue descubierto
Hidalgo NeiraLa historia permaneció oculta durante décadas y cuando el año pasado se destapó la historia en la revista The New Yorker, la indignación cayó en la Unión Americana porque sus habitantes se sentían acosados por un solo hombre.
Hace más de 50 años Gerald Foos compró el motel Manor House en Aurora, Colorado, para satisfacer su deseo oculto de mirar a sus ocupantes tener relaciones sexuales e inclusive hacer estadísticas de su comportamiento durante el acto.
Este relato le llegó de primera mano al periodista Gay Talese del propio Foos, quien contó a detalle la historia de su lugar de hospedaje, algo muy al estilo de Norman Bates, el protagonista del filme “Psicosis” (1960) de Alfred Hitchcock, que a su vez estaba basado en el libro homónimo de Rober Bloch.
El documental “Voyeur” de Myles Kane y Josh Koury toma el reportaje de The New Yorker y pone en situación al espectador en la vida de Foos como el morboso que fue, teniendo entrevistas descriptivas con Talese y el observador que fuera dueño del motel de 1980 a 1995.
“Fui de hecho una noche y sí observé y él dijo ‘muy bien, te voy a subir a través de un cuarto de limpieza’. Subías por una escalera y luego había una puerta con llave, esa era la puerta al ático y él era el único que tenía la llave”, describe Talese en el testimonial.
Tras ser exhibido en el Festival Internacional de Cine de Nueva York, Netflix adquirió los derechos para su distribución, por lo que el 1 de diciembre entra en la cadena de streaming.
El reportaje y después el libro
Tale se describe a profundidad en su artículo cómo es que llegó a conocer a Foos y este le invitó al motel primeramente sin afán de que se escribiera de él. Así, el dueño del inmueble le confesó cómo es que se volvió voyerista pero le hizo prometer al reportero que no revelaría su verdadera identidad.
Donna, la esposa de Foos, estaba consciente de la actividad de su marido y le permitía sin problemas que realizara este hobby, aunque ella nunca tuvo el gusto por el voyeurismo.
El escrito publicado el 11 de abril del 2016 en la revista neoyorquina causó revuelo, pero Foos no era un criminal porque simplemente llenaba su morbo con el gusto culposo de observar a las personas teniendo relaciones.
En julio del mismo año Talese publicó el libro “The Voyeur’s Motel” en el que extendía el relato del mirón, pero después se arrepentiría de creer todo lo que le había contado Foos.
¿Amistad o traición?
Los realizadores de “Voyeur” ponen cara a cara a Talese y Foos contra la lente, quienes discreparon por la manera en que se reveló la historia, ya que el periodista dio a conocer el nombre del fisgón cuando había un acuerdo tácito de no hacerlo.
Pero esto no sólo vino a mellar su relación, también fue parte de que Foos mintió al periodista de cómo sucedieron los hechos al interior del motel Manor House.
Talese reporta en su libro “The Voyeur’s Motel” que algunos acontecimientos ocurrieron durante la década de 1980, pero Foos no era dueño de la propiedad en esos años, por lo que el error del reportero estuvo en que no corroboró los registros de propiedad y solamente creyó en la palabra del pervertido.
Foos adquirió nuevamente el hotel en 1988 y estuvo en su posesión hasta 1995 cuando lo vendió definitivamente debido a su artritis.
La película que no existió
El interés de Hollywood por llevar al cine la crónica de Foos fue tal que el director Steven Spielberg compró los derechos con su compañía Amblin Entertainment para filmar –con la dirección de Sam Mendes– lo ocurrido al interior del motel Manor House.
Sin embargo, cuando el realizador se enteró que estaban por sacar un documental del tema decidió cancelar la producción, lo cual frustró a Mendes porque ya se había hecho a la idea de dirigir la cinta.
Los números sexuales
Además de gustarle ser un fisgón secreto de sus huéspedes, Foos empezó a hacer una bitácora en donde anotaba observaciones de cómo tenían relaciones sexuales sus visitantes, determinando en un reporte de 1973 que de 296 actos sexuales, 195 fueron parejas heterosexuales blancas que preferían la posición del misionero.
También contó que 184 hombres llegaron al orgasmo y solo 33 mujeres lograron el clímax durante el coito.