Mujer + ingeniería = discriminación
Todos hemos oído hablar del ínfimo rol de las mujeres en la ciencia, la tecnología, la ingeniería y las matemáticas. Y de la discriminación de la que es víctima la mujer que trabaja en estos campos.
Algunos argumentan que se trata de un problema simple que se puede resolver interesando a las niñas y jóvenes en estos temas desde temprana edad, y que la situación se resolverá con el tiempo. Pero esto no es convincente.
Andrea Montes Renaud
Todos hemos oído hablar del ínfimo rol de las mujeres en la ciencia, la tecnología, la ingeniería y las matemáticas. Y de la discriminación de la que es víctima la mujer que trabaja en estos campos.
Algunos argumentan que se trata de un problema simple que se puede resolver interesando a las niñas y jóvenes en estos temas desde temprana edad, y que la situación se resolverá con el tiempo. Pero esto no es convincente.
Después de todo, el porcentaje de mujeres dentro de la informática ha disminuido desde 1991, según un estudio realizado por Ellen Spertus, una estudiante graduada de MIT, que se preguntó: ¿por qué solo el 20 por ciento de los estudiantes de ciencias de la computación en el MIT corresponde a mujeres?
En su estudio, un documento de 124 páginas titulado “Why Are There So Few Female Computer Scientists?” (1991), catalogó diferentes sesgos culturales que desalentaron a las jóvenes mujeres de seguir una carrera en este campo.
Otra manera fácil de intentar responder a esta situación es que las mujeres están optando por renunciar a sus carreras en ciencias para hacer un mejor trabajo dentro del hogar y la familia. Un argumento débil.
También se sostiene que las mujeres son más propensas a las artes, las letras y las humanidades por su tendencia al sentimentalismo y las emociones. Otro argumento soso (y sexista).
A pesar de los esfuerzos para reclutar y retener a más mujeres, una disparidad cruda de género persiste dentro de la ciencia académica.
Numerosas investigaciones han demostrado el sesgo de género en muchos grupos demográficos, pero aún queda analizar si las facultades de ciencias podrían contribuir a la disparidad de género discriminando a las estudiantes.
¿Por qué no hay mujeres?
En 2012 se hizo un estudio en las facultades de ciencias dentro de las universidades de investigación intensiva de Estados Unidos, en donde se entregaron solicitudes de estudiantes ficticios, asignando aleatoriamente un nombre de hombre o mujer, pero con materiales de aplicación idénticos.
Se encontró que tanto los profesores, como las profesoras consideraban al solicitante varón como significativamente más competente, y que, ambos, tanto hombres como mujeres eran dos veces más propensos a contratar a un hombre para un trabajo que requiere de matemáticas.
El estudio realizado por Joan C. Williams, profesor de derecho y director del Center of WorkLife Law de la Universidad de California, indica que el sesgo no se reduce a un tema de tiempo o de elecciones personales, y asegura que “lo que empuja a las mujeres fuera de la ciencia, los determina su raza o etnia”.
En ese estudio, que se realizó en coautoría con la Association for Women in Science, se realizaron entrevistas a profundidad a 60 mujeres científicas y se encuestó a otras 557 mujeres dedicadas a la ciencia.
Estos estudios dieron una visión importante de cómo los prejuicios de género juegan un importante rol en la vida laboral de estas mujeres.
No es falta de interés
Es tan fácil atribuir la escasez de las mujeres en las ciencias a un problema de “interés” en la niñez, a las “inclinaciones del género” al arte o a las elecciones personales de las mujeres, que a menudo se olvida evidenciar que el problema del sesgo de género radica, principalmente, en los estereotipos alimentados por una sociedad patriarcal y machista.
Si las organizaciones están realmente interesadas en la retención y promoción de las mujeres, deberían de enfrentar el tema de la discriminación de género de la misma manera que lo hacen en las ciencias: desarrollando objetivos precisos y mantenerse constantes hasta lograrlos.
‘Parezco un ingeniero’
Aunque cada vez hay más mujeres en las profesiones científicas y técnicas, aún tienen poco reconocimiento. Para contrarrestar esto, esta semana se llevó a cabo una campaña en Twitter y en Medium en la que mujeres publican imágenes en las que aparecen con un letrero que dice #iLookLikeAnEngineer (“Parezco un ingeniero”).
Su objetivo es eliminar los mitos que dictan que las ingenierías –así como ciencias y tecnologías– están llenas de hombres. En cada letrero, además de la insignia, las mujeres incluyen algún proyecto en el que hayan participado.
La campaña fue lanzada como un anuncio de empleo de la empresa OneLogin para reclutar desarrolladores.
Sin embargo, se convirtió en un producto viral y las mujeres de todo el mundo comenzaron a publicar fotos en las que aparecen con hijos (para atacar los estereotipos contra las madres –e ingenieras– trabajadoras). En otras imágenes aparecen asegurando que utilizan tacones y vestidos, pero que son ingenieras de profesión y oficio.
Discriminación de todo tipo
La investigación de la Association for Women in Science demostró que hay cuatro patrones principales que las mujeres enfrentan en el trabajo.
E hizo hincapié en que las mujeres negras experimentan éste problema en diferentes grados, y de diferentes maneras. Inclusive particularmente ellas se enfrentan a un quinto tipo de sesgo.
Estos cinco patrones principales de sesgo laboral funcionan principalmente como acciones implícitas, reflejando discriminaciones basadas en estereotipos populares que las personas no se dan cuenta que tienen.
Pero también se encuentran muchos otros casos en donde el racismo y la discriminación es bien clara y latente.
Una de las biólogas entrevistadas en el estudio señaló haber sido cuestionada por un asesor que le preguntó: “Oye, ¿tienes familia en las drogas o en la cárcel?”.
Muchos hispanos se enfrentan al estereotipo del “vago”, que a menudo sale a relucir en las entrevistas. Y las mujeres de origen asiático señalaron que la gente asume todo el tiempo que son extranjeras y que se topan con comentarios del tipo “¿de dónde eres?” o, “qué bien hablas el inglés”, sin tomar en cuenta que nacieron, se criaron y educaron en Estados Unidos.
1. Demostrarlo una y otra vez
Dos tercios de las mujeres entrevistadas, y dos tercios de las mujeres encuestadas, reportaron tener que probarse a sí mismas una y otra vez, porque sus éxitos son descontados y su experiencia se pone siempre en duda.
Las mujeres negras eran más propensas que otras mujeres en tener que lidiar con este tipo de sesgo, ya que tres cuartas partes de las mujeres negras sí lo vivieron.
En contraste con las pocas mujeres asiático-americanas que sintieron el beneficio del estereotipo sobre que los “asiático-americanos” son buenos para la ciencia.
Ese estereotipo también ha beneficiado a los hombres asiáticos-americanos.
2. Masculinas y femeninas
Las mujeres tienen que comportarse constantemente de forma masculina con el fin de ser vistas como competentes, pero al mismo tiempo se espera que las mujeres sean femeninas.
Así que las mujeres se encuentran constantemente caminando por la “delgada línea” entre ser vistas como demasiado femeninas como para ser competentes y demasiado masculinas para ser agradables.
Un 35 por ciento de las encuestadas afirmó tener la presión de jugar un papel tradicionalmente femenino en el trabajo; siendo las asiático-americanas (40.9 por ciento) las que más denunciaron sentir esta presión.
Alrededor de la mitad de las mujeres encuestadas (53 por ciento) dijo que mostrarse “masculina” tiene consecuencias negativas, definiendo el término “masculina” como ser mujeres que dicen lo que piensan o que se muestran determinantes.
Si las mujeres son asertivas, directas, francas, o competentes, se enfrentan a disgustos, críticas, e incluso, bullying laboral y exclusión.
Las mujeres negras y latinas sufren de este tipo de exclusión porque son más propensas a lidiar con el estereotipo de “mujer explosiva” o “enojona” cuando no están conformes con algo, o se oponen a una situación.
3. La maternidad
Cuando las profesionistas tienen hijos, su compromiso y competencia son cuestionados. Casi dos tercios de las científicas encuestadas de todas las razas y grupos étnicos, con hijos, informaron sufrir de esta forma de prejuicio.
Las mujeres sentían que eran constantemente juzgadas por cuestiones relacionadas al rol que debían tener como amas de casas, o por la idea de que perderían la concentración o disponibilidad después de que tuvieran hijos.
Estas mujeres tiene que demostrar constantemente que son buenas científicas, y también buenas madres, pues se asume que las mujeres están ahí por hobby, más que por seguir una carrera, y que eso durará hasta que se encuentren un marido y/o se tenga una familia.
4. Guerra de mujeres
Los estudios demuestran que las mujeres se han encontrado con la discriminación desde muy temprano en sus carreras, pero que también a menudo se distancian de otras mujeres.
Muchas describieron cómo las mujeres mayores pusieron trabas en las mujeres con carreras más jóvenes.
Esta es solo una de las muchas maneras de sesgo de género que puede alimentar conflictos entre diferentes generaciones de mujeres.
Alrededor de una quinta parte de las encuestadas informó que se siente en constante competencia con sus otras compañeras, y quizá la causa de esto se deba a la agresividad que deben desarrollar las mujeres en el difícil ambiente que es predominantemente masculino.
Pero a pesar de esto, tres cuartas partes de las mujeres científicas encuestadas reportaron que otras mujeres se ayudaba entre sí.
5. Aislamiento
El estudio descubrió un quinto patrón de sesgo que parece aplicarse principalmente a las mujeres negras y latinas.
En esta encuesta, el 42 por ciento de las mujeres negras afirmó que colaborar con las colegas podría afectar negativamente a la percepción de su competencia.
Lo mismo pensaron el 38 por ciento de las mujeres latinas, el 37 por ciento de las mujeres de origen asiático y el 32 por ciento de las mujeres blancas.
Las mujeres negras, afirmaron que a menudo se enfrentan a situaciones en donde no son tomadas en cuenta, porque se evita hacerlas sentir “incomodas” por ser las “únicas” mujeres de diferente raza dentro de un grupo.
Otras afirman que socializar con otras mujeres y mostrar su vida personal, les hace perder autoridad, o mostrar debilidades frente a otras mujeres.
Casi la mitad de las mujeres negras (48 por ciento) y las latinas (47 por ciento) reportan haber sido confundidas con el personal administrativo, de limpieza o de custodia.
Una experiencia mucho menos común para las mujeres blancas (23 por ciento) y las asiático-americanas (33 por ciento).