Al son de la música

Es muy probable que muchas veces te hayas sorprendido moviendo los pies mientras escuchabas alguna canción, aunque esta no fuese de tu total agrado. Los seres humanos percibimos afinidades entre los sonidos y el movimiento corporal al disfrutar de las melodías.

 

Fabiola Zurita Fabiola Zurita Publicado el
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Es muy probable que muchas veces te hayas sorprendido moviendo los pies mientras escuchabas alguna canción, aunque esta no fuese de tu total agrado. Los seres humanos percibimos afinidades entre los sonidos y el movimiento corporal al disfrutar de las melodías.

 

Estas acciones no sólo se enfocan a los pies, también puedes encontrarte de pronto moviendo la cabeza, las manos o hasta meneando las caderas e inclusive hay quienes llegan a bailar. Y en ocasiones todas esas reacciones pueden ser espontáneas y surgir de manera inconsciente.

 

Científicos de la Universidad de Oslo, en Noruega, se dieron a la tarea de analizar la relación que existe entre los movimientos corporales y la música. Y resulta que la llamada “teoría motora de percepción” afirma que estas relaciones de similitud (sonidos melodiosos y el movimiento corporal) están profundamente arraigadas en la cognición humana, explica en su portal la BBC Mundo.

 

De acuerdo a esta teoría, para poder percibir algo, debemos estimular de manera activa el movimiento asociado con las impresiones sensoriales que recibimos y estamos tratando de procesar.

 

Movimientos aprendidos

 

El sonido musical tradicionalmente se produce por golpeteo, frotación, la acción de sacudir y/o soplar, por ejemplo. Entonces, cuando se escucha música, se tiende a simular de manera mental los movimientos del cuerpo que se cree o piensa activan la producción de ese sonido. 

 

Por ejemplo, si se escucha el sonar de los tambores es normal que las manos empiecen a golpetear sobre alguna superficie, el zapateo vendrá después, dependiendo del “contagio” musical.

 

Solemos reaccionar al ritmo con una danza, caminando e incluso gesticulando, con el cabeceo e incluso con chasquidillos o silbidos.

 

Es decir, nuestra experiencia de un sonido involucra una imagen mental de un movimiento corporal.

 

Ahora ya sabes que sí de pronto te mueves sin control al ritmo de alguna melodía, es porque tu cuerpo reacciona a los sonidos con los movimientos que has aprendido de manera previa, por lo que si te resulta difícil dejar de hacerlo… ¡sólo déjate llevar!

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