Nos encanta sufrir
Si eres amante de las películas de terror, no significa que seas un masoquista. Este género que nos pone “los pelos de punta” y nos hace temer cuando vamos a la cocina y la luz no está encendida, provoca reacciones muy particulares en el cerebro.
María Alesandra PámanesSi eres amante de las películas de terror, no significa que seas un masoquista. Este género que nos pone “los pelos de punta” y nos hace temer cuando vamos a la cocina y la luz no está encendida, provoca reacciones muy particulares en el cerebro.
Por un lado, la persona experimenta una sensación muy similar al placer, ya que “el miedo y el placer están muy relacionados. En ambos casos ocurren las mismas reacciones fisiológicas, de hecho una máquina que mida la frecuencia cardiaca, la dilatación de la pupila, la conducción eléctrica de la piel, la frecuencia respiratoria y otras actividades fisiológicas realmente no podría determinar si la persona está excitada o tiene miedo”, señala el Dr. Bryan Roche, profesor de Psicología de la Universidad de Maynooth, en Irlanda.
Es por eso que tu amigo que siempre vota por las cintas de miedo disfruta cada vez que gana su opción. “Para algunas personas, la experiencia de ver películas de terror les provoca sentimientos psicológicos que se interpretan como ‘divertidos’, pero para otras su cuerpo lo adopta como una experiencia negativa”, agrega Roche.
Pero para quienes las cintas de terror son la última opción en la lista, las escenas de horror se vuelven un detonador de malas experiencias, y el cuerpo lo adopta como un “estado negativo”.
Seas o no amante de este género cinematográfico es muy probable que al ver cintas como “El Exorcista”, “El Resplandor”, “Halloween” o “A Nightmare on Elm Street”, hayas experimentado escalofríos, se te haya agitado el pulso e inclusive hayas batallado para conciliar el sueño durante días.
Y es que, de acuerdo a un estudio realizado por la Universidad de Nueva York, publicado en la revista científica Science, cuando vemos este tipo de películas se rememoran malas experiencias y se activan zonas cerebrales de supervivencia, sin contar los niveles de estrés agudo que se experimentan.
Erno Hermans, autor de la investigación, y su equipo trabajaron con 80 participantes voluntarios que vieron escenas de terror en la pantalla grande. Y sus imágenes de resonancia magnética revelaron que regiones corticales activaban sus conexiones por el neurotransmisor noradrenalina.
Hermans y sus colegas determinaron que cuando el cerebro de la persona se altera por las escalofriantes escenas de terror, los sentidos se agudizan y entramos en un estado de alerta.