El Alzheimer es una enfermedad neurodegenerativa incurable que ocasiona la pérdida gradual de las capacidades de la memoria, el juicio y razonamiento. En el mundo se estima que 50 millones de personas la padecen, y en México la cifra es de aproximadamente 800 mil.
Expertos opinan que en el país se deben tomar acciones para prevenir o retardar los casos, pues en los próximos años podrían aumentar debido al envejecimiento de la población, por ello continuar con la investigación científica es fundamental para, un día, poder ofrecer una cura.
Ahora, un equipo dirigido por investigadores de Massachusetts General Hospital dio a conocer una investigación que podría conducir a diagnósticos más tempranos de este padecimiento.
Los especialistas desarrollaron un método automatizado que puede identificar y rastrear el desarrollo de depósitos dañinos de tau en el cerebro de un paciente, que junto con la beta amiloide, son los dos principales depósitos de proteínas anormales que se acumulan durante el desarrollo de Alzheimer.
“Si bien nuestra comprensión de la enfermedad de Alzheimer ha aumentado enormemente en los últimos años, muchos intentos de tratar la condición médica hasta ahora han fracasado, posiblemente porque las intervenciones han tenido lugar después de la etapa en la que la lesión cerebral se vuelve irreversible”, opina el autor principal, Justin Sánchez, analista de datos en el Gordon Center para el Medical Imaging de Mass General.
En un intento por desarrollar un método para el diagnóstico temprano, Sánchez y sus colegas evaluaron imágenes cerebrales de beta amiloide y tau obtenidas por tomografía por emisión de positrones o PET, 443 adultos que participaron en varios estudios observacionales sobre el envejecimiento y la enfermedad de Alzheimer.
Los participantes abarcaron una amplia gama de edades, con diversos grados de beta amiloide y deterioro cognitivo, desde personas sanas de 20 años hasta pacientes mayores con un diagnóstico clínico de demencia de Alzheimer. Los investigadores utilizaron un método automatizado para identificar la región del cerebro más vulnerable a la acumulación inicial de tau cortical en cada exploración PET individual.
“Presumimos que la aplicación de nuestro método a imágenes de PET nos permitiría detectar la acumulación inicial de tau cortical en personas cognitivamente normales y rastrear la propagación de tau desde esta ubicación original a otras regiones del cerebro en asociación con la deposición de beta amiloide y el deterioro cognitivo de la enfermedad de Alzheimer”, explica Sánchez.
Los hallazgos sugieren que las mediciones PET de tau centradas en regiones cerebrales específicas pueden predecir el riesgo de un individuo de acumulación futura de tau y la consiguiente enfermedad de Alzheimer. Si se detecta en una etapa temprana, se podría prevenir la enfermedad o ralentizar su progresión.