Sentado entre académicos e investigadores, Octavio Paz se encontraba a la espera de que, de manos del rey Carlos XVI Gustavo de Suecia, recibiera en el Grand Hotel el Premio Nobel de Literatura. Era 1990 y México, a distancia, celebraba al literato.
Hoy, hace 30 años, fue que este suceso quedó grabado y registrado en la historia como la entrega del Nobel de Literatura al primer escritor mexicano y desde entonces, al único.
“El agradecido, si no es un mal nacido, lo agradece, da las gracias. Es lo que yo hago ahora con estas palabras de poco peso. Espero que mi emoción compense su levedad. Si cada una fuese una gota de agua, ustedes podrían ver, a través de ellas, lo que siento: gratitud, reconocimiento. Y también una indefinible mezcla de temor, respeto y sorpresa al verme ante ustedes, en este recinto que es, simultáneamente, el hogar de las letras suecas y la casa de la literatura universal”, declaró Paz, entre su discurso de 48 minutos.
Así, a sus 76 años, el mexicano vivió lo que es ser homenajeado con un Nobel por tener “una escritura apasionada de amplios horizontes, caracterizada por la inteligencia sensual y la integridad humanista”, según la Academia Sueca.
Han pasado, entonces, tres décadas desde que el autor de El laberinto de la soledad fue galardonado con el máximo premio de la Literatura, dejando a su paso una nueva generación de jóvenes escritores mexicanos que, como él, desearon alcanzar ese triunfo; sin embargo, aún no ha sucedido.
Al respecto, la escritora y periodista Marlene Diveinz comparte que un suceso similar no ha vuelto a ocurrir porque, entre otras cosas, hace 30 años había otras condiciones nacionales e internacionales.
“Pero también, más allá de eso, Octavio Paz tenía una gran carrera como embajador, representando a México ante diversas acciones y pensamientos. Además de crear una obra sólida, entre ensayo, poesía, crítica literaria y algunos cuentos, podríamos decir que fue también un producto de la Revolución, él mismo lo ha reconocido en sus poemas”, dice Diveinz.
En el poema “Canción mexicana”, por ejemplo, el autor describe desde una perspectiva muy personal lo que para él fue vivir con familia revolucionaria, pues mientras de un lado tenía a su abuelo tomando café mientras le hablaba de Benito Juárez y de Porfirio Díz, por el otro, a su padre, sacando a la conversación a Francisco Villa y a Emiliano Zapata.
De ese modo, en entrevista con Reporte Índigo, la también autora de Malverde: de la leyenda a la santidad reconoce que aunque hoy en día podría decirse que hay escritores comprometidos, lo que falta es un discurso como lo tuvo Paz, además de coincidencias históricas.
“Creo que Carlos Fuentes (hubiera ganado el Nobel), lamentablemente el tiempo no le alcanzó, pero entendamos que son hombres que pertenecen a una generación, y no solo Octavio Paz o Fuentes, sino otros escritores latinoamericanos que crecieron en esta conformación de los nacionalismos, que defendieron de una u otra manera su patria, que hicieron el pensamiento de la patria”, describe Marlene.
Por ello, Diveinz asegura que Paz sigue siendo vigente, obligado a leerse entre todas las y los mexicanos.
Octavio Paz, ‘Un intelectual todoterreno’
A lo largo de su carrera, incluso antes de hacerse acreedor del Premio Nobel de Literatura, Octavio Paz era ya un reconocido escritor en México por la publicación de sus libros, pero también por la edición de revistas como Plural y Vuelta.
El poeta Armando González Torres platica que, incluso, este literato pudo haber ganado el Nobel desde los años 60, viendo su entrega como algo un tanto demorado.
Para él, no hay otro autor anterior o ulterior con el bagaje y proyección de Octavio, pues remarca que fue el escritor más completo e influyente del siglo pasado mexicano. Además, en lugar de que el Nobel le diera prestigio y visibilidad, “el caso de Paz fue al revés y él le dio mayor prestigio al premio”.
Finalmente, la escritora Marlene Diveinz destaca que, aunque Octavio Paz fue más que un poeta, un libertario y un mexicano, también fue escuela para muchos otros literatos que, aunque no han recibido el premio que a él se le otorgó, la gente debe sentirse orgullosa de todos ellos.