Sin importar los riesgos
La compañía Dow Chemical está presionando al gobierno de Donald Trump para que rechace los hallazgos de científicos federales que señalan que una familia de pesticidas muy utilizados resulta dañina para unas mil 800 especies amenazadas o en peligro de extinción, detalla AP.
Abogados que representan a Dow —cuyo director general lidera un grupo de trabajo de la Casa Blanca sobre manufactura— y a otros dos fabricantes de organofosforados enviaron misivas la semana pasada a tres agencias del gobierno.
Indigo StaffLa compañía Dow Chemical está presionando al gobierno de Donald Trump para que rechace los hallazgos de científicos federales que señalan que una familia de pesticidas muy utilizados resulta dañina para unas mil 800 especies amenazadas o en peligro de extinción, detalla AP.
Abogados que representan a Dow —cuyo director general lidera un grupo de trabajo de la Casa Blanca sobre manufactura— y a otros dos fabricantes de organofosforados enviaron misivas la semana pasada a tres agencias del gobierno.
Las empresas les pidieron que “dejen de lado” los resultados de los estudios del gobierno, porque según las compañías tienen fallos fundamentales y de acuerdo con AP las misivas tienen fecha del 13 de abril de este año.
El presidente y director general de Dow Chemical, Andrew Liveris, es un asesor cercano al presidente Donald Trump. La empresa donó un millón de dólares para las celebraciones de su investidura.
Durante los últimos cuatro años, científicos del gobierno han elaborado un reporte oficial que abarca más de 10 mil páginas y que indica que tres pesticidas en revisión —el clorpirifós, el diazinón y el malatión— plantean un riesgo casi para todas las especies en peligro estudiadas.
Reguladores de tres agencias federales que comparten la responsabilidad de aplicar la Ley de Especies en Peligro están cerca de presentar sus hallazgos, que se espera provoquen nuevos límites sobre cómo y dónde pueden emplearse estos insecticidas de gran toxicidad.
Levantarían el veto
La petición de la industria se produjo después de que el administrador de la Agencia de Protección Ambiental (EPA, por sus siglas en inglés), Scott Pruitt, anunció el mes pasado que revocaría una iniciativa de la era Obama para vetar el empleo del pesticida clorpirifós de Dow sobre cultivos para consumo humano después de que recientes estudios revisados por la comunidad científica determinaran que incluso una exposición mínima a la sustancia podía mermar el desarrollo de los cerebros de los niños.
Al igual que con los recientes estudios sobre humanos en clorpirifós, Dow contrató a sus propios científicos para ofrecer una extensa refutación de los estudios del gobierno sobre los riesgos que suponen los organofosforados.
El reciente análisis biológico de la EPA sobre el clorpirifós concluyó que el insecticida “probablemente afecta de forma negativa” a mil 800 de los mil 835 animales y plantas considerados en el estudio, incluidas especies en peligro de ranas, peces, aves y mamíferos. Los resultados del diazinón y malatión son similares.
En un comunicado, la filial de Dow que vende el clorpirifós dijo que sus abogados habían pedido la retirada de las conclusiones de la EPA porque “su base científica no era fiable”.
“El malatión es una herramienta clave para proteger a la agricultura de plagas dañinas”, puntualizó la empresa.
Sin sorpresas para los activistas
Activistas medioambientales dijeron no estar sorprendidos porque las empresas puedan buscar una demora en nuevas regulaciones que podrían afectar a sus beneficios, pero dijeron que las críticas a los científicos del gobierno eran infundadas.
Los métodos empleados para los análisis biológicos de la EPA fueron desarrollados por la Academia Nacional de Ciencias de Estados Unidos.
Una coalición de grupos medioambientales lleva años peleando en los tribunales para instar a la EPA a examinar más de cerca el riesgo que plantean para humanos y especies en peligro los pesticidas, en especial los organofosforados.
Un gas desde Alemania
El clorpirifós es derivado de un gas nervioso desarrollado por la Alemania nazi, se ha rociado por décadas sobre cítricos, manzanas, cerezas y otras cosechas. Es uno de los insecticidas más utilizados en EE. UU. y en el mundo, donde Dow vende unos 2.2 millones de kilogramos del producto al año. Como resultado, es habitual hallar trazas de él en agua potable. Un estudio de 2012 de la Universidad de California determinó que 87 por ciento de las muestras analizadas de cordón umbilical de recién nacidos tenían niveles de clorpirifós.