Por amor al estilo

El 18 de febrero de 1990 nació en Monterrey una propuesta de diseño de modas innovadora, creativa y auténtica: Estefanía Alejandra Orozco Montemayor. 

Pero su nombre es muy largo para la vida pública, por lo que basta con Steph Orozco para conocer a un talento en el mundo de la moda nacional próximo a despegar.

Su inspiración para diseñar llegó al recurrir con su madre a los mercaditos de segunda mano, en donde Steph encontró el reto de toparse con ropas que adaptaría o reutilizaría para crear algo de su propio gusto y por supuesto, usarlo.

"Amo las camisas, son una prenda muy masculina y muy femenina a la vez"
Steph OrozcoDiseñadora
Su experiencia comprando ropa de segunda mano ha sido su inspiración principal
De la edición actual de “Project Runway LA” admira a Jonathan Morales, diseñador tapatío con un estilo diferente y arriesgado
http://www.youtube.com/watch?v=8GOVweyKQQ0

El 18 de febrero de 1990 nació en Monterrey una propuesta de diseño de modas innovadora, creativa y auténtica: Estefanía Alejandra Orozco Montemayor. 

Pero su nombre es muy largo para la vida pública, por lo que basta con Steph Orozco para conocer a un talento en el mundo de la moda nacional próximo a despegar.

Su inspiración para diseñar llegó al recurrir con su madre a los mercaditos de segunda mano, en donde Steph encontró el reto de toparse con ropas que adaptaría o reutilizaría para crear algo de su propio gusto y por supuesto, usarlo.

En un viaje a Tijuana, su padre dedicado a los transportes le trajo dos máquinas de coser.  Así, a los 15 años Orozco empezó con ayuda de su madre a tener su propia clase de “Corte y confección”. 

Le perdió el miedo a las máquinas y rápidamente les tomó destreza, la voz se corrió entre sus conocidos y le empezaron a llevar ropa para compostura y pantalones para arreglar, argumentando que a ella “le quedan bien chidos”.

Llegó el momento de decidir sus estudios profesionales y su familia creía que su compostura y diseño de ropa era un hobby pasajero, como lo tienen muchos jóvenes. Por lo que le aconsejaron cursar diseño industrial.

A la par entró a cursos de corte, los cuales le motivaron más que su carrera universitaria. Inclusive dejó de hacer trabajos de sus materias por evocarse a las telas y las cintas de medir. 

La decisión fue clara y abandonó la carrera de diseño industrial para seguir su pasión por la costura. 

Para sustentar su nueva carrera “diseño industrial vestido”, empezó por vender las prendas que ella misma confeccionaba o arreglaba, un estilo “vintage urbana raro”, según lo denominaba la gente que iba a sus vendimias y se enteraba de boca en boca.

Sencilla, directa en sus respuestas, sin censura y franca en su manera de ser, la participante  regiomontana finalista en el reality show “Project Runway Latinoamérica” abrió las puertas de su taller en exclusiva para Reporte Indigo.

En su taller, como ella llama a la planta del tercer piso de la casa de sus padres, en una colonia al poniente de la ciudad de Monterrey, Orozco confiesa que sus colores favoritos son el blanco y negro, aunque ella no los considera simples colores.

Steph tiende a ser compulsiva –colecciona máquinas de coser–, se declara cinéfila al nivel que el diseño de vestuario de la película de David Fincher “The girl with the dragon tattoo” le cautivó tanto que resalta: “la verdad, toda la gente debería vestirse así”.

“She/he” fue la primera marca de ropa que fundó en el 2009, a los 19 años. 

Ahora,  sus esfuerzos se han evocado en impulsar tanto su nuevo sello homónimo y la nueva línea “¾ ¼”. 

Diseñar por la pasión de hacerlo

Su propuesta es puramente personal… no solo no ve revistas de moda (de la década en curso) o da instrucciones sobre cómo usar sus diseños, sino que su buen gusto es tan incuestionable que se encuentre entre los favoritos del público –y los jueces– de “Project Runway Latinoamérica”.

Lejos de ser una diseñadora cualquiera, a la que se le pudieran hacer preguntas sobre tendencias y predicciones, Steph es una joven con talento innato, que crea por gusto y para ella misma.

Su personalidad impregna irremediablemente en sus diseños: formas clásicas y limpias a las que inyecta desenfado y vanguardia, con una actitud entre desprendida y transgresora. Parece que sus diseños salen orgánicamente, sin intentarlo.

Durante la entrevista entera destacó su estilo por doquier. Desde el acomodo de su taller, hasta en la camisa blanca y estructurada que portaba (como la que toda mujer –y hombre– debería tener en su guardarropa), con una confección impecable y manchas de pintura intencionales como adorno.

Y es que así son todas sus prendas. Esenciales con un giro inesperado, apropiadas e inapropiadas al mismo tiempo.

“¿Vas a salir con eso?” es una pregunta frecuente de su mamá y probablemente de cualquier persona que no comparta su visión. Pero su intención no es retar, no intenta conseguir comentarios. Steph Orozco pretende vestir y logra que queramos ser vestidos.

En un momento en el que es difícil afirmar que un diseñador tenga una propuesta, ella no solamente propone sino que “libera” a sus creaciones. Sus prendas son para quien las quiera, y con ellas entrega libertad absoluta de interpretación.

“Me gusta hacer ropa que se pueda poner cualquiera, sin tener que ponerle una etiqueta de cómo usarla o de tallas”, señala para introducir su esencia, “no me gusta decir que algo es femenino o masculino, o ‘esto es azul y esto es rosa’”.

Sin hacer moda

Aunque definitivamente Steph es diseñadora, creadora y creativa, probablemente “de moda” no sea el cierre ideal para estas frases.

Es fanática del patronaje, del estilo, de la ropa, del denim, las gabardinas y las camisas, e inventa prendas que algunos fashionistas no dudarían en hacer desaparecer de las tiendas… con una sencilla transacción de tarjeta de crédito. Pero “diseñador de modas” no es su profesión elegida.

Sus creativos favoritos fueron el primer indicio de esto. La casa belga Maison Martin Margiela, Jil Sander (que recientemente decidió abandonar, una vez más, la dirección de su marca), Yohji Yamamoto, así como Comme des Garçons, a quienes “no les importa si están en tendencia o no, o si lo van a vestir famosos o no”.

Es cierto. Todos ellos tienen estilos ultra definidos y eminentemente individuales, y sus desfiles marcan una estética distinta a la que predomina cada temporada. 

Sin embargo, con frecuencia se vuelven referente precisamente por su originalidad.

“No consumo moda”, cuenta Steph Orozco como un detalle más de su proceso, ya que prefiere no verse influenciada por las tendencias del momento sino por el momento que vive, su propio humor y su estética característica.

No le gusta llamar a sus colecciones así, porque su manera de crear surge de cada prenda individual. Al final, explica con su característico desenfado, todo tiene un estilo similar porque ese es el mood en el que está en ese momento.

Colecciona revistas vintage  –ahora sí, de moda– para tener información sobre estilos del antaño, porque “¿qué mejor que tener la información de primera mano?” a la hora de inspirarse.

Al frente y oculta

Desde que comenzó “Project Runway Latinoamérica”, Steph ha sido de las que menos ha salido a cuadro. Solamente en las ocasiones en que gana el reto del capítulo, o cuando –porque cada vez son menos los que siguen de pie– las cámaras deben dirigirse más a ella, aparece.

No ha formado parte del “drama” que suele perseguir a los participantes de este tipo de concursos.

Ni siquiera el poder de la edición, que elige a los “buenos” y “malos” de cada temporada, ha podido pintar su honestidad de algo distinto. Porque aún en la competencia es evidente que lo único que le interesa es diseñar.

Pero aún haciendo lo que hace por puro amor al arte, está consciente de que en México existen muchos obstáculos para que los creativos como ella puedan tener éxito.  ¿El más evidente? El malinchismo. La preferencia de comprar ropa hecha en secuencia que piezas únicas y mejor confeccionadas. 

Además, explica, los asistentes a los desfiles de cada temporada los ven como si fueran eventos sociales.  El resultado es que la inversión que el diseñador hizo para armar el show no es recuperada, lo que dificulta su labor de creación.

Y afirma que Internet y las redes sociales dan muchas oportunidades de buscar clientes en otros espacios, a los que (antes) difícilmente se hubiera podido llegar sin “pagar millones”. 

Steph es una diseñadora franca y sin secretos. Y quizá “franca” es la mejor palabra para describir a su ropa: sencilla, elegante, honesta. Hace la respuesta al “¿Vas a salir con eso?” muy fácil: Absolutamente sí.

Luz y dualidad

Steph presentó la colección cápsula de su colección homónima para primavera-verano 2014, “Avra”, el jueves pasado, en el Punto Cero Fashion Show en Monterrey.

El primer look en salir a la pasarela fue, según la diseñadora, con el que más se identifica.

“Es una pieza que nunca hubiera imaginado desarrollar, es algo tan femenino y delicado que cualquiera duda en relacionarla conmigo”, dijo, “pero sí soy… tengo extremos: o soy demasiado alternativa o extremadamente romántica”.

Y tiene razón. El vestido blanco con capas superpuestas hasta el suelo es ultra femenino y tiene un carácter indudablemente etéreo.

A pesar de no ser, a primera vista, algo típico de Steph, sigue a la perfección la idea en la que se inspiró para crear cada prenda.

“Mi inspiración fue la luz, en todos los sentidos”, explicó, “diseñé esta colección a finales de agosto, cuando regresé de grabar “Project Runway LA”. Fue una introspección sobre hacia dónde vamos y cómo queremos llegar ahí”.

La amante declarada del blanco y el negro eligió el primero para todos los looks y solo lo complementó con nude para resaltar la claridad y pureza de la ausencia del color.

Cada uno de los ocho looks, armados con 12 piezas entre “vestidos de todos los largos, faldas reconstruidas, tops, pantalones y un saco invertido”, dejó a la audiencia fascinada.

A pesar de las características poco frecuentes en su trabajo, no es difícil verla en cada prenda. Y dejó claro que, pase lo que pase en la final del reality la próxima semana, hay un espacio para ella en el clóset de sus seguidores.

 

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